Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Bildu-PP, tan lejos, tan cerca

Fotografías de Pepe López.

Hay una pregunta —o mejor, dos— que flotan en el ambiente. ¿Por qué Bildu, como hemos visto estos días con el candidato a las elecciones al País Vasco, Pello Otxandiano, como sucede una y otra vez con sus dirigentes, sigue teniendo tantos problemas en calificar a ETA de banda terrorista? ¿Por qué, al otro lado del tablero político, el PP, como vemos también una y otra vez, tiene tantas dificultades en posicionarse del lado de las decenas de miles de víctimas de la Guerra Civil y del franquismo que siguen aún sin identificarse en fosas comunes y esparcidos sus restos en cunetas? Porque ese, y no otro, parece el problema de fondo, la línea que los separa y los une.

Hay veces que uno debe decidir a qué lado de la historia se coloca. O sigue en el enredo, en el lío, en el circunloquio de los hechos, en la palabrería, hablando de “todas las víctimas” como hacen una y otra vez Bildu y PP, promoviendo leyes del olvido, patrocinando leyes de Concordia que son todo menos leyes de reconciliación, o se posiciona en el lado que ayuda a curar las heridas. Porque ese y no otro parece, en uno y otro caso, el único camino decente.

Pero ni uno —Bildu— ni otro —PP— parecen dispuestos a recorrer aún ese camino. Unos, rebuscando palabras para no decir lo único que cabe decir: ETA fue una banda terrorista. Los otros, rebuscando palabras y leyes para justificar su pusilanimidad, su vergonzosa complicidad con el oprobio y la represión.

Y es que, aunque en apariencia suene duro, hay como una cierta similitud entre el lento caminar que vienen recorriendo Bildu y las marcas políticas que le antecedieron, para separarse y condenar sin palabras huecas los crímenes de ETA, con ese otro exasperante y lento caminar, de pasos adelante y pasos hacia atrás, que lleva recorriendo los últimos cincuenta años el PP y sus marcas políticas, para desprenderse de la sombra del franquismo y reconocer lo único cierto: que aquello fue una dictadura que mató y asesinó con impunidad, y que sus víctimas merecen memoria, respeto y reparación.

Habrá quienes piensen —muchos así lo dicen abiertamente— que el PP se está viendo arrastrado por Vox allí donde gobiernan juntos (Baleares, Aragón, Castilla y León, Comunidad Valenciana…) para impulsar las mal llamadas “leyes de concordia” por razones coyunturales, electorales, etc., y que lo hace arrastrando los pies, y que solos —se cita el caso de Andalucía— no lo harían. No parece esa la única razón. Demasiada magnanimidad en el análisis.

El PP, o una parte del PP, se siente cómodo haciendo lo que hace. Solo bastaría mirar al presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, defendiendo la semana pasada con énfasis, entusiasmo y una irrespetuosa chanza “franquista” su “ley de concordia”, solo basta ver lo que gran parte del PP ha hecho y sigue haciendo cada vez que tiene el poder: negar, cegar, dificultar las exhumaciones de las víctimas de las fosas comunes de los cementerios en infinidad de pueblos y ciudades de este país, tal y como también lo viene haciendo el equipo de gobierno del PP en Alicante de forma artera y sibilina para dificultar la exhumación de las cientos de victimas de su cementerio enterradas en fosas comunes. Y, ante cualquier asomo de duda, bastaría con recordar las palabras del expresidente Mariano Rajoy en una entrevista, allá por 2015: “Hemos asignado cero euros a la ley de la Memoria”.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón (dcha.), con una imagen del poeta Miguel Hernández, durante la sesión de control de la semana pasada (Fuente: GVA).

La historia puede ser siempre discutible, las responsabilidades pueden ser motivo de debate, pero lo que no debería tener discusión alguna es que, casi un siglo después de finalizada la Guerra Civil, decenas de miles de víctimas siguen en fosas comunes y en cunetas sin que sus familiares hayan tenido en todo este tiempo la oportunidad —si así lo desean— de enterrarles y llorarles en paz. Solo ese objetivo de misericordia y compasión debería bastar al PP. Como lo que tampoco debería ser discutible es que la banda terrorista ETA mataba para crear el terror y para tratar de imponer su dictado y pensamiento, y que esa y no otra era su única razón de ser.

Seguramente habrá un día en el que el mundo de Bildu acepte que lo que hizo ETA —matar, matar y matar— fue puro terrorismo, como habrá un día en que el PP —y sus diferentes marcas electorales— acepten que los familiares de las víctimas del franquismo tienen todo el derecho humano, el derecho democrático, a conocer la verdad y a enterrar en paz a sus muertos.

Ese día, cierto, no parece llegado aún, pero los dirigentes del PP que acusan una y otra vez a Bildu de ser cómplices de terroristas, de ser sus herederos, deberían pensar si ellos, cuando hacen las leyes que hacen, cuando practican las políticas obstruccionistas que practican, no estarán siendo también cómplices del franquismo y de sus crímenes atroces, estarán haciendo lo mismo que hace Bildu.

Y, sí, tristemente, parece ser que ambos tienen pocos incentivos para dejar de hacer lo que hacen. Unos, muy cerca del poder en el País Vasco; los otros, pescando una y otra vez en las aguas revueltas del dolor de las víctimas, gobernando y patrocinado leyes de concordia que más parecen leyes del olvido y de punto final. Haciendo y procurando que las heridas abiertas en los hijos y nietos de las víctimas de la dictadura no se puedan cerrar.

Porque, finalmente, ese y no otro parece el problema. Que a los dos —PP y Bildu, tan lejos, pero tan cerca— electoralmente ya les va bien así.

Pepe López

Periodista.

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