Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Alicante en tiempos de Aguirre

Un momento de la visita de autoridades al MUBAG (Pedro Picatoste).

En el MUBAG (Museo de Bellas Artes de Alicante) se nos brinda una doble oportunidad para conocer mejor lo nuestro: nuestra ciudad, su historia y esa creatividad que siempre ha surgido con fuerza desde aquí. Ahora, Didier y Aguirre comparten espacio en Alicante, en la calle Gravina, como si el tiempo les hubiese unido para contarnos un capítulo olvidado y precioso de nuestra memoria.

El MUBAG se está consolidando como el museo de referencia de la ciudad y la provincia, gracias a un trabajo constante, riguroso y bien orientado. Las imágenes inéditas del primer tercio del siglo XX ya son, por sí solas, motivo más que suficiente para visitar la exposición —que, además, es gratuita—. Pero ahora cobran una nueva vida gracias a la fusión del talento de diseñadores con la tecnología de la inteligencia artificial, ya tan habitual en nuestro día a día.

La obra de Aguirre y de los grandes artistas que compartieron esa «Edad de Plata» del arte alicantino —como Varela, Gabriel Miró, Gastón Castelló…— encontró en este marco espacio-temporal su mejor momento. Hoy, esta exposición ilumina una parte de nuestra historia que permaneció demasiado tiempo oculta —o directamente silenciada— bajo la sombra espesa de la revancha y la ignorancia.

Ahora, por fin, se hace justicia. Se abre la puerta al conocimiento de unos artistas alicantinos, de nacimiento o de corazón, cuya obra ha dejado una huella profunda en nuestra cultura. A través de esta muestra descubrimos también una ciudad que fue escenario del trabajo vibrante, único y luminoso de Lorenzo Aguirre y sus contemporáneos.

Fotografía de Pedro Picatoste.

Es sobrecogedor seguir la evolución urbana, contemplar sus obras, conocer la vida que les tocó vivir y la trágica muerte del protagonista principal de esta exposición, quien, consciente de su destino, dedicó sus últimos esfuerzos a dejar un legado a sus hijas y a su esposa: el legado más valioso, el del amor.

Está más que demostrado que, en situaciones extremas o ante la cercanía de la muerte, lo que aflora no es el odio ni el rencor, sino el amor y el recuerdo de los seres queridos.

La exposición es el resultado de meses de trabajo meticuloso, de miles de detalles cuidados con mimo, de un esfuerzo colectivo admirable. Fue inaugurada con la presencia de autoridades y representantes del mundo cultural, entre aplausos y felicitaciones más que merecidas.

Lamentablemente, algún medio optó por ignorar todo este esfuerzo, todo lo bello y valioso del proyecto, para centrarse exclusivamente en un incidente menor: la interrupción de un individuo que, a mi parecer, ni eligió el momento ni el lugar adecuado para expresar opiniones completamente fuera de contexto. Cada día entiendo menos cierto tipo de periodismo.

Y a este señor —hasta ayer anónimo, cuyas opiniones respeto, por supuesto, aunque no comparto— me tomo la libertad de ofrecerle dos consejos que, además son gratis: primero, aunque esté usted calvo, llevar sombrero en un recinto cerrado no deja de ser una falta de educación (llámeme carca si quiere); y segundo, más importante: agua y jabón. Su hedor era tan fuerte que causó malestar generalizado, especialmente a la joven que, con muy mala suerte, se sentó a su lado y a la que casi hubo que asistir con oxígeno. Vamos, que no cuesta tanto… Haciendo amigos.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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