Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Hacer oposición para ser Gobierno

Hemiciclo del Congreso de los Diputados. Foto: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
Hemiciclo del Congreso de los Diputados. Foto: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
El peso de la responsabilidad, dicen, llevó al PSOE a dejar que Mariano Rajoy lograra la Presidencia. Incluso alguno pronosticó la de cosas que se podrían conseguir desde la oposición, rentabilidad que Ciudadanos subrayó inmediatamente con el consabido “ya lo dijimos nosotros”.  Iluso de mí, siempre entendí que si los partidos competían por lograr el […]

El peso de la responsabilidad, dicen, llevó al PSOE a dejar que Mariano Rajoy lograra la Presidencia. Incluso alguno pronosticó la de cosas que se podrían conseguir desde la oposición, rentabilidad que Ciudadanos subrayó inmediatamente con el consabido “ya lo dijimos nosotros”.  Iluso de mí, siempre entendí que si los partidos competían por lograr el poder político es porque desde ahí, desde el gobierno y las intituciones es desde donde mejor se dirigen los cambios en la sociedad.

Lo de la oposición es nuevo y la de la calle, que predica Pablo Iglesias, novísimo en alguien que aspiraba a la vicepresidencia del Gobierno. No niego que la presión social en manifestaciones callejeras tiene su influencia, y no es menos cierto que con un gobierno con 134 diputados de 250, los grupos minoritarios pueden condicionar la acción de gobierno del PP; pero gobernar me parece que tiene más. A las pruebas me remito: se han eliminado las reválidas de la ley Wert; se ha aprobado un salario mínimo interprofesional de 707€ con una subida que recupera poder adquisitivo; con el voto en contra del PP se han aprobado proposiciones de ley; se ha pactado el techo de gasto presupuestario y aumentado las posibilidades de gasto de comunidades y ayuntamientos a costa de la administración central, que hasta ahora apenas se había enterado de la austeridad; incluso se estudie la reforma constitucional, etcétera.

Todo eso está bien. Pero se me ocurren al menos dos objeciones. Primero, los acuerdos y las resoluciones las tiene que gestionar y ejecutar el Gobierno. Eso suponiendo que no se escude en que no está obligado a llevar adelante las resoluciones de las Cortes que impliquen aumento de gasto. En cualquier caso, los tiempos los controla el Gobierno. Los temas que no le gusten nada de nada los puede llevar hasta mayo y a partir de entonces tendra la facultad de convocar elecciones. El PP, Podemos y C’s habrán celebrado su Congreso; el PSOE por razones inconfesables estará en pleno proceso congresual o llegados a ese momento, por urgencia, alguien sugerirá que al candidato socialista lo debe nombrar el Comité Federal, de mayoría conocida. Es la única, pero posible, maniobra para evitar unas elecciones primarias concurridas. La candidata lo sería por designio del casi dios, pero para el PSOE sería el mayor desastre.

Sede del PSOE en Madrid. Foto: WIKIMEDIALa segunda objeción es que las tareas y los logros como oposición del PSOE -y de Podemos también, por su bicefalía- no se capitalizan y personalizan en nadie. Antonio Hernando está hipotecado por sus vaivenes políticos. Susana Díaz lo tiene difícil desde Andalucía. Y en la Gestora, la mayoría es una con sede en Sevilla, y el presidente está en Asturias ocupado en sus obligaciones, y de paso evitando dar la cara  por temas que no ha decidido. Quedan el vicepresidente de la Gestora, Mario Jiménez, y el adjunto al portavoz parlametario socialista: los ecos de Sevilla. En resumen, hay cinco o seis voces para explicar o capitalizar la oposición parlamentaria. La única que tiene poder para hacerlo y podría ser candidata, puede encontrarse de hecho con funciones contradictorias como Presidenta de Andalucia y como cabeza del PSOE, si llega a serlo. Una tarea de oposición parlamentaria que no se capitaliza en un líder se rentabiliza muy poco y, desde luego, no parece que pretenda ser una alternativa de Gobierno. Uno de cada tres votos emitidos fueron al PP pero el resto incluido C’s buscaba desalojar a Rajoy del Gobierno, cabe preguntarse si ese propósito sigue vivo en alguno de los grupos presentes en el Congreso.

Antonio Balibrea

Sociólogo y periodista.

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