La noche, la oscuridad
esconden el miedo que el alma silencia durante el día.
Somos coetáneos del tiempo que nos toca vivir.
Tengo miedo del reloj,
que me mira de reojo.
El tiempo pasa inexorable,
todos lo sabemos,
todos lo ignoramos, al reloj.
La noche es la cocina de miles de sueños,
el agua limpia que nos libera de la suciedad,
que nos espera al acecho
cuando abrimos la puerta de cualquier día.
Tengo miedo del reloj.
Tengo miedo del tiempo vacío, sin manchas, sin pintar.
Mi vida desgastada como cuando las pilas se agotan y la linterna solo parpadea.
Muñeco de trapo, frágil, lánguido y parco en ideas.
Tengo miedo de tener miedo,
juego de palabras que no evita que la vida
huya por el hueco de la escalera.
Sale de mi cuerpo y de mi mente.
La resaca de la vida te pega,
te instala en el espesor del fango, en el fondo del pozo,
en el infierno de nuestras vidas.
Pablo, a lo mejor el artículo de Manolo Mira Candel te arroja un poco más de luz y recarga tus pilas… Y hay más luces. Hermoso poema. Un saludo cordial.