Gran mujer española, oriunda de Ferrol (1820), Concepción Arenal fue un extraordinario ser humano. Como muchos sabrán, tuvo que disfrazarse de hombre cortándose el pelo para poder acudir a la facultad de Derecho en la Universidad central de Madrid. Fue periodista, poeta, dramaturga y sobre todo pensadora.
Arenal es considerada pionera del feminismo español y de los derechos humanos. En su obra, La mujer del porvenir (1869), cuestiona las teorías históricas sobre que la mujer era inferior al hombre biológicamente. Luchó para que las mujeres pudieran tener libre acceso al sistema educativo de esa España conservadora porque era consciente de la importancia de la formación:
«La educación es el arma más poderosa para transformar la sociedad y garantizar los derechos de las mujeres».
Su legado en la lucha de la justicia y los derechos sociales otorga a nuestra protagonista un lugar de honor en la historia del siglo XIX y XX en España. Su trabajo sobre los más desfavorecidos socialmente es un ejemplo de compromiso, justicia e igualdad y sus innumerables escritos al respecto nos inspiran, todavía a día de hoy, como ejemplo de labor hacia el bienestar humano.
Con una mente abierta, y yo diría que visionaria, tenía una sensibilidad indiscutible. Concepción no dejó ni un instante de pensar en todas las injusticias que le rodeaban, siempre buscó la verdad y la reforma social que entendía necesarias para una sociedad machista, clasista y patriarcal.
«No se trata de igualar a la mujer al hombre, sino de proporcionarle las mismas oportunidades».
Entre todos sus logros y esfuerzos, destaca su compromiso por mejorar el sistema penitenciario y las condiciones carcelarias que le privaron, cuando era muy pequeña, de su padre (militar de carrera) que ingresó varias veces en la penitenciaría castigado por su ideología liberal, en contra del régimen absolutista de Fernando VII. Su obra Estudios penitenciarios (1861) es considerada en sociología como un trabajo de campo de investigación con unas conclusiones que realmente cambiaron y promovieron la reforma de las cárceles y fundamentalmente la reinserción social en lugar del castigo.
«La cárcel, antes que un lugar de castigo, debería ser un espacio de redención y reforma, donde los reclusos tengan la oportunidad de rehabilitarse y reintegrarse plenamente en la sociedad».
En una época en la que los derechos de la mujer en la esfera pública estaban casi completamente restringidos, nuestra protagonista intentó proteger la educación de las mujeres como medio de libertad o emancipación y que la igualdad era posible y necesaria para una sociedad más justa, empática y equitativa.
«El verdadero progreso de una sociedad se mide por el grado de libertad y justicia que disfrutan las mujeres».
Como abogada, desde sus inicios desafío y retó las normas sociales que por aquel entonces tenían un claro sabor de discriminación y desigualdad. A través de sus escritos y acciones legales, Arenal defiende a los más indefensos y vulnerables, la igualdad entre mujeres y hombres, y la justicia social creando una base fuerte de activismo, al generar las semillas del cambio en el pensamiento de la ciudadanía.
«La emancipación de la mujer no vendrá de manos de los hombres, sino de las mujeres mismas».
Nuestra gallega incansable veía un futuro mejor para todos los seres humanos que debían tener los mismos derechos y oportunidades. Su ejemplo tiene que iluminarnos para avanzar en esta sociedad en la que, en muchas ocasiones, nos perdemos en lo banal y trivial. Para que todo mejore tenemos que seguir los pasos de esta española que nació hace más de dos siglos.
Monumento a Concepción Arenal en Ferrol. Fotografía de Deparpor (Fuente: Wikimedia).
«El trabajo dignifica a la mujer tanto como al hombre».
Gracias Concepción Arenal por tu humanidad y criterio de lo que yo entiendo un buen y útil feminismo.
«El feminismo no busca la supremacía de la mujer sobre el hombre, sino la igualdad de derechos, oportunidades y dignidad para ambos géneros en la sociedad».
Natural de Madrid y dianense de adopción, estudié Educación Física (INEF) y toda mi vida ha estado vinculada a la nutrición y alimentación para el alto rendimiento deportivo, aunque mi vocación siempre fue el periodismo, así que con la ayuda de la Universidad de Barcelona logré tener el grado de comunicación además de otros estudios paralelos como Máster de Comunicación Empresarial y Corporativa en la Universidad Isabel I, un posgrado en Publicidad y Relaciones Públicas y un MBA en una escuela de negocios en Florida.
Lo importante es que soy una esponja para el periodismo y su historia, presente y posibles escenarios de futuro. Formar parte de la familia periodística y más concretamente de la APPA ha sido un verdadero honor al que espero poder contribuir engrandeciendo la Asociación y buscando un futuro próspero como profesionales y comunicadores, aunque tenemos que reconocer que en España nos queda un gran trabajo.
Comentar