El pianista maravilló el 24 de mayo al Teatro Principal de Alicante
La ciudad de Alicante tuvo la oportunidad el pasado 24 de mayo de asistir a un recital de piano realizado por el afamado pianista croata Ivo Pogorelich en el Teatro Principal. Esta actuación está incluida en el marco de la programación musical 2020/2021 de la Sociedad de Conciertos de Alicante.
Con la puntualidad propia de un reloj, a las 19:00 horas del lunes, Ivo Pogorelich daba el golpe de cola que iniciaba una actuación sin pausas dadas las medidas covid-19.
Desde que el pianista posó sus manos sobre el teclado, el público enmudeció y cuando comenzó el viaje por esa sonata n.º 3 de Chopin apenas nadie movió un pelo. Quizás se podían atisbar algunas respiraciones, pero si cerrabas los ojos no veías negro, no veías nada porque la mente solo podía concentrarse en el vaivén de notas que mecían la sala y jugueteaban en los oídos. La música transportaba a un lugar donde el sonido del piano podía masticarse, verse y tocarse. El aplauso que vino después de esos más de 30 minutos de sonata inundó la sala y abrazó, sin abrazar, al pianista. El silencio posterior devolvió al público a la realidad, aunque solo un breve instante antes de volver a sumergirlo en el siguiente tema.
Lo siguiente que el público pudo escuchar fueron las Mazurkas Op. 59 y Fantaisie in F-minor, Op. 49 que casi no tuvieron pausa entre unas y otras. Esas piezas invadieron la sala de un ambiente cálido y confortable terminando con una melodía ascendente que hizo al público casi levantarse de la silla al aplaudir. Pogorelich pudo transportar a los allí presentes a esos años 1841 y 1845 en los que Chopin, al igual que él ahora, tocaba esas melodías que hacían palpitar corazones.
La aventura acabó en 1846 con esa Polonaise-fantaisie in A-flat major, Op. 61 que Ivo Pogorelich eligió como última pieza de su concierto y que no dejó indiferente a nadie. Al terminar esa Polonesa-Fantasia el público esperó unos segundos, cogió aire y luego aplaudió hasta que el pianista desapareció del escenario. Tal fue el aplauso, que Pogorelich se vio obligado a volver a escena unos segundos más para terminar de empaparse del agradecimiento del público por esa hora y media de magia musical.
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