Cuando atraviesas sus puertas, de inmediato percibes que vas a trasladarte de época, a otros momentos de la historia que vas a tener la oportunidad de descubrir, de sentir, de apreciar. El pasado se hace presente y se presenta con todo su esplendor, su sinceridad, su idiosincrasia sin maquillar y sin tapujos; tal y como fue. En él, el caminar se ralentiza por fuerza mimetizándose con ese retroceso temporal que aparece ante ti y que te atrae por cuanto tienes delante, cuanto ves, cuanto te ofrece. No es de un gran tamaño pero es lo suficientemente holgado para cumplir con su fin concreto, con su deseo explícito y con su viva ilusión de mostrar el ayer. De hecho, su propia ubicación es estratégicamente acertada ya que, el propio edificio es una antigua finca agrícola conocida como “Casa El Cisco” o “la de las escalericas”.
Ahí es, sí, ahí está; ahí lo tenéis: el Museo Histórico de la villa de Aspe. 25 años cumple ahora su personal biografía. 25 años creciendo y madurando con rigor la historia de su pueblo con el fin de trasladarla a sus habitantes y a sus visitantes con disciplina en su presentación, con mesura en su estudio y una comedida investigación. Apda recibió la invitación a su fiesta de cumpleaños que aceptamos con todo el gusto del mundo. María Berná nos recibió con su simpatía y su alegría desbordante y contagiosa por compartir ese exquisito patrimonio que alberga el recinto del que es directora.

Para comprender el mundo y su historia, lo cual ya resulta una tarea difícil (y para nuestros chicos mucho más) es necesario pararse, detenerse y mirar atrás; descubrir el porqué de las cosas, de los hechos, de las necesidades, de las concepciones, de las mentalidades, etc. Y eso es una de las aportaciones que los museos te inspiran. El museo va presentándote ese lejano pasado de la villa poco a poco con los vestigios arqueológicos encontrados desde lo más remoto en el tiempo para Aspe así como las formas de vida cazadoras y recolectoras de aquella población, de aquellas poblaciones que iban formándose.
De una manera didáctica nuestros usuarios podían entender ese pasado tan distante y alejado de “su realidad”. Pero gracias a la cotidianidad de los objetos que podían apreciar el tiempo pasado parecía que cubría a mayor velocidad sus pasos, su desarrollo y su estampa. Vasijas, monedas, herramientas ya se iban convirtiendo, a pesar de su antigüedad, en entes más cercanas y reconocidas.
Unos pasos más y ya teníamos a la vista situaciones muy populares del pueblo de Aspe, comunes y tradicionales a su población y, con ello, a los antepasados de nuestros usuarios. Una hoz, un torno, un carro, azadas, rastrillos, trillos, arados, molinos, prensas o almazaras evidencian la historia de un elemento clásico del valle: la vid, así como el aceite o el vino.
Una sorpresa nos esperaba como colofón. El arte ceramista medieval apareció ante nosotros como invitado especial por el aniversario del museo y, de la mano de Rosa y Susana, dos miembros de Arpa Patrimonio, entusiastas del patrimonio cultural, arqueológico y cultural, nos ofrecieron la oportunidad de decorar unos platos de cerámica a nuestra más absoluta
improvisación y genuinidad.
Nos gusta nuestro pueblo y nuestro museo; nos hace creativos y genera arraigo a la tierra. Por muchos años más. ¡¡Feliz cumpleaños, MHA!!












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