Solo el pueblo salva al pueblo. Dicen. La frase de moda. ¿Que un volcán entra en erupción en La Palma? Pues el pueblo salvará al pueblo. ¿Que una gota fría de las de toda la vida por el Levante español arrasa Valencia? Pues el pueblo salva al pueblo. ¿Que el cambio climático hace que arda media España? Efectivamente, solo el pueblo salva al pueblo.
Y oiga, no. O sea, sí, pero no. Que esta muy bien y las sociedades, por definición, son o deben ser solidarias. Si hay una desgracia, la que sea, los vecinos se ayudan. Si una mujer mayor se cae en la calle la gente que está cerca la ayuda y no hay nadie que diga “no, no, que se quede en el suelo que ya pasará un policía local o algo”. Pero esto no funciona así, o no debería. Y lo vemos a diario en los últimos tiempos. No puede ser que escuchemos en sede parlamentaria a la sra. ministra de Hacienda presumiendo de la mayor recaudación de impuestos de la historia de este país y que tengamos los servicios que tenemos. No puede ser, volviendo a la dana (antiguamente conocida como gota fría), que ante una catástrofe de esas dimensiones llegue antes a la zona cero Paco, un carnicero de Cuenca, con su C15 y una pala para quitar barro. Y no puede ser que llegue antes que los medios propios del estado, tanto el central como el periférico. Y no puede ser que, mientras miles de voluntarios y empresas privadas van a limpiar, los políticos estén jugando en redes sociales a tirarse puítas y chascarrillos como adolescentes. La política de los zascas.
Y no puede ser que todos los años se quemen miles de hectáreas de monte porque no se ponen medios preventivos. ¡Ah, sí, que es el cambio climático! Curiosa forma de llamar a la realidad de que la mayoría de los incendios son intencionados e iniciados por un paisano con un Land Rover y un bidón de gasolina.
Aunque, bien pensado, es hasta normal. Con un estado sobredimensionado y elefantiásico poco nos pasa. Ya no es que haya leyes que impidan limpiar el monte o crear un cortafuegos de esos que se veían en los ochenta. Que va. Es que ahora, si Manolo ve un incendio desde su casa en el monte cercano, tiene que llamar al 112, estos al secretario de zona que, a su vez, tiene que localizar al subdirector general de extinción (que está con sus hijos en un chiquipark celebrando un cumple). Como no lo localizan buscan a la asesora de Comunicación de Presidencia (que va conduciendo y no puede contestar)… Y así, sucesivamente. Una pesadilla administrativa y burocrática. Y claro, que a Manolo no se le ocurra pegar dos voces en el pueblo y tirar para el monte con unos amigos y un par de tractores, porque entonces la Administración sí funcionará correctamente y se meterá en una espiral de pleitos y juicios que lo dejarán en la ruina.
¿Y qué pasa? Pues que sí, que el pueblo salva al pueblo porque quien hace su trabajo y cobra por ello no lo hace. Y no es el bombero o el policía local de Paiporta, no. Es el gestor, el político al que delegamos las funciones cada cuatro años, quien no hace lo que tiene que hacer. Y ni siquiera dimite, claro. Porque dimitir es darle la razón al adversario político. Y eso, bajo ninguna circunstancia. Defendidos por nosotros, claro. Porque lo nuestro es defenderlos cuando debería ser al revés. El ciudadano no debe defender al político y mucho menos al partido. Es al contrario, es el político quien debe defender mis intereses, los de todos.
Pero oye, el pueblo salva al pueblo. Ji, ji, ja, ja. ¡Qué bonito! Premio Princesa de Asturias a la concordia y la cooperación. Y los responsables tan contentos. Nadie les va a pedir cuentas. O, al menos, nadie de los suyos. La culpa siempre es de otro. Total, luego hacen comparecencias de prensa sin preguntas y no pasa nada. Nadie les va a cuestionar ni dejar solos. Un batallón de contertulios de su cuerda, de una y otra, defenderá a su equipo como Ochaíta al Real Madrid en sus años mozos.
Y hay gente que empieza a preguntarse dónde está la pasta si las infraestructuras están cada vez peor, si los trenes se paran, si las autovías están llenas de baches, si no hay para pensiones, si tardan meses en darte cita para el médico de familia (no digamos para un especialista), si tienes un juicio y lo señalan para dentro de dos años, si… Pues eso, tantas cosas que se ven a diario.
Y al final, a lo mejor es verdad que el pueblo salva al pueblo. Pero no votando a inútiles de todos los colores a quienes nadie contrataría para su propia empresa. Aunque eso está por ver, que a mí, mientras gobiernen los míos, me da igual todo. Es como en el fútbol, dame 38 partidos de liga ganados 1-0 y llámame resultadista.












¡Qué razón tienes, Manín! El verdadero ‘cambio climático’ son los incompetentes políticos que tenemos y que están empeñados en acabar con España. Un cordial saludo.