Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Salada y desalada

Iba a piñón fijo. Zapatero probablemente no pudo mantenerla durante su segundo mandato, había pisado demasiados callos de sectores muy poderosos.  De 2004 a 2008, Cristina Narbona fue ministra de Medio Ambiente y su gran objetivo fue avanzar en dirección a los objetivos de Kyoto con gran determinación.   Empezó con la suspensión del trasvase del […]

Iba a piñón fijo. Zapatero probablemente no pudo mantenerla durante su segundo mandato, había pisado demasiados callos de sectores muy poderosos.  De 2004 a 2008, Cristina Narbona fue ministra de Medio Ambiente y su gran objetivo fue avanzar en dirección a los objetivos de Kyoto con gran determinación.  

Empezó con la suspensión del trasvase del Ebro hacia la Comunidad. El proyecto incluido en el Plan Hidrológico Nacional durante el mandato de Aznar concitó una fuerte contestación en Aragón y Cataluña.  La suspensión se debió sobre todo a una nueva filosofía: aprovechar los recursos hídricos de cada comunidad y territorio para solventar la escasez de agua, y apostó decididamente por la construcción de desaladoras. Los disparates que se dijeron en contra de los proyectos financiados por la Unión Europea; las trabas hasta en las licencias municipales a la construcción de algunas, como la de Torrevieja, la mayor de Europa, que casi nos cuesta una multa de la UE; los seudo informes de técnicos paniaguados sobre los vertidos de salmuera al mar; les echaron encima a las organizaciones agrarias porque el agua desalada es más cara… Y lo es. 

 

La Comunidad Valenciana era la zona mas asediada por la desertización y aquí empezó a aplicar los planteamientos ecologistas. Gracias a la actuación de Cristina Narbona, la Comunidad y Alicante, en particular, han podido atender a la avalancha de turistas de este año. Algunos recordamos cuando había que abastecer Benidorm de agua en buques cisterna o hacer la canalización urgente del Taibilla, Rabasa a Benidorm. En España tenemos el mayor consumo de agua por habitante y sin embargo de las más baratas; el agua desalada es más cara, cierto, pero garantiza la autonomía de abastecimiento de agua de boca,  e incluso para riego en casos de extrema necesidad cuando las reservas en la cabecera del Tajo están por debajo del nivel que pactó la presidenta manchega Cospedal, como ha sucedida este año. Además, ha permitido recuperar pozos que estaban sobreexplotados. No era muy “salada” Narbona, pero sí tenaz y gracias al agua desalada, nuestro turismo no ha padecido los problemas que han sufrido las Baleares y otras comunidades. 

 

Habrá que recuperar  aquellas políticas medioambientales, no sólo en abastecimiento sino también en el impulso que dió a las energías renovables –solar y eólica- en que fuimos vanguardia mundial, mientras hoy penalizamos la producción doméstica de energía solar. Alemania con muchas menos horas de sol nos supera. Y puso fechas al cierre de las nucleares, hoy revisadas. Pisó muchos callos a las eléctricas e incluso intentó aplicar en serio la ley de Costas de 198; era demasiado, pisar también los de las constructoras y las empresas turísticas. Luego Rajoy lo ha arreglado con el ministro de Industria, Energía y Turismo José Manuel Soria, de qué nos extrañamos cuando quieren premiarlo.

Antonio Balibrea

Sociólogo y periodista.

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