Llegó el fin del mundo para muchos y el paraíso para otros tantos que muchos más, es decir, comienza el curso escolar. Hay una peli de terror, de esas catastróficas, que se titula 28 días después (2002) y vi en el cine Panoramis (hoy, por supuesto, desaparecido como casi todos). Tiene muchas secuelas, una hasta programada y rodada para el año que viene, que va en plan rollo parecido a un covid zombi que, por supuesto, va a exterminar a la población, bueno, a los perros también (en esas pelis nunca hay gatos zombis y mucho menos pájaros contagiados, claro que las palomas ya te cagan cuando menos te lo esperas, así que las contaremos como que son aliadas de los zombis).
El caso es que ¡todos a correr, que no te muerdan!, que hay que ponerse en forma y a levantar ruedas y a trotar por la calles que, de lo contrario, llegado el momento, eres carne de cañón. Se sorprenderían de la cantidad de locales crossfit que se han creado y que casi de madrugada están ya abiertos, casi tantos como pisos turísticos, puestos de fruta y peluquerías para todas las naciones. Alguno se confundirá e irá a apuntarse a un taller mecánico porque, de entrada, lo que ves son ruedas en el suelo y, para los recién levantados, los medio dormidos, como que puede despistar el detalle neumático.
El caso es que los protas, —bueno el 50 % de ellos, claro, que han de producirse bajas, normalmente hispanas o afroamericanas—, siempre llegan a la base o donde sea que sea seguro. ¡Por mí y por todos mis compas que queden en pie! Pues eso, que la peli está chula. No es Guerra Mundial Z porque Brad Pitt es mucho Pitt y él lo resuelve todo, pero que hay que estar en forma y salir corriendo que viene el coco. Y ya, si brincan por la zona del Castillo Santa Bárbara, cuidado, que dicen que se está cayendo a trozos. Pues eso, de peli de terror. Y luego, para rematarlo nunca mejor dicho, los franceses alertando a los hospitales que se espabilen para poder asistir a miles de soldados en caso de guerra antes de marzo de 2026. A ver, muy buen rollo como que no da la noticia, no es precisamente como para dar palmas, pero es real y algo sabrán. Secretitos en reunión son de mala educación.
A nivel escolar y buscando algún tipo de paralelismo sería como jugar a polis y cacos, en mi época claro, porque ya no se juega a eso, con tanta tablet y Tik tok de por medio. Y mira que generaba emoción y hasta había quien gritaba cual poseso mientras corría, mirando hacia atrás, al ver cómo le iban a alcanzar; como la adrenalina que también producía el Un, dos, tres, pollito inglés a la pared que ríete del pilates, del yoga o de lo que sea tántrico, que ser menor y estar en una posición fija más de 30 segundos es una tortura. A esto sí que juegan los niños pero porque lo han visto en la serie del Calamar, una serie violenta como pocas, pero que a los padres parece que no les preocupa que sus retoños la vean no sea cosa que pierdan el tiempo con un libro o haciendo la tarea inconclusa en clase. Lo primero es lo primero, eso es de ley.
Lo dicho, que inicia el curso escolar, que significa niños al cole, padres liberados y los de las cafeterías, con sus cruasanes y tostadas con aguacate que es la moda —olvídate del tomate—, pues más que contentos. Que es curiosa la proliferación de cafeterías que crecen alrededor de los centros escolares, eso sí que es el pollito inglés en versión restauración. Antes eran tiendas donde vendían chuches y cromos, pero ahora las cafeterías van por delante, casi empatadas con los pisos turísticos, y algunos adecentan visualmente la ciudad y lo que eran bajos abandonados llenos de porquería son hoy locales muy bonitos.
Los de la Escuela Europea sí que van por delante, que ya comenzaron el 1 de septiembre y llenaron de bicicletas su garaje y, como viene siendo habitual, también llenaron hasta casi paralizar un carril porque los padres aparcan en doble fila, y eso que tienen un parking para tal fin. Los de la Local están como los ojos del Guadiana, día sí, día no. A los del carril ocupado no les dicen nada, ellos al paso de cebra y a esperar que la peña cruce que también la gente que transita de una acera a otra podría meterle más caña e ir con mayor celeridad, que hay quien va leyendo el móvil y se lo toma con tranquilidad pero a esos los agentes tampoco les dicen “mira para adelante y no cruces pendiente del celular”. Nuestro amigo Michael con su flotador de flamenco tardó menos en llegar desde la Playa de San Juan a Mallorca un día con olas.
Lo dicho, todo el mundo con prisas y, cuanta más prisa, todo mucho más lento y si luego te pilla, porque te va a pillar el TRAM en cualquier momento con su parsimonia cuando quiere, pues lo que era un trayecto de tres minutos se convierte en quince.
Este lunes 8 cuando toda la peña saque su artillería automovilística y los de Jesús María lleven a los suyos al cole, pues para alcanzar la carretera de Valencia, de quince minutos pasamos a veinticinco, porque entre la rotonda del cole de las monjas —bueno antes había monjas, que un servidor impartió clases de judo allí—, y la que hay más arriba donde la Renault y el Aldi, puedes envejecer.
Ahí, en esas rotondas, pero en las dos, es donde debería haber presencia policial para descongestionar la zona, que a esas horas de la mañana, lo dicho, parece que haya estallado una nueva pandemia, o tsunami, o terremoto y la ciudad entera quiera abandonar el lugar, que me río de la operación salida o llegada o la que sea, que si quieren caravana atrévanse a la emoción de pasar por allí en horario escolar.
Antiguamente, pero en la paralela de arriba donde estaba el Liceo Francés, también se formaba un pitote de los gordos, y allí había un entrañable hombre que ofrecía pañuelos de papel. La última vez que pasé por allí, no hace mucho, aún estaba, y hablo de que yo iba en moto al Miguel Hernández y ya estaba como un clavo, y han pasado 40 años de eso. El caso es que hubo una época en la que también había quien vendía periódicos, pero eso duró muy poco, ahora están los malabaristas lanzando cosas al aire. Aunque lo prefiero a la moda esa de que los profes se graban en un vídeo con cara de simpatía y corriendo y bailando y saltando todos y todas llenos y llenas de ilusión y optimismo y dando la bienvenida al curso escolar y lo suben a las plataformas de sus centros y, claro, al final lo ve todo el mundo, no sólo el ámbito al que se supone va dirigido. A ver a mí me parece todo bien, pero bueno, lo dicho que el fin del mundo está más cerca de lo que parece. Que graben uno el lunes a las 15.00 horas a ver si el ánimo es el mismo.
Luego claro, la peña ve lo que ve, a los profes grabando en Tik tok coreografías como si fuera una versión académica del Circo del Sol en lugar de aparecer con un libro o algo propiamente del cole, muchas pedagogías que reniegan de los libros, algunos hasta rememorarían el rollo Fahrenheit 451, y qué les vas a decir. Pues eso, Fama y a bailar.
En países como Suecia y Estados Unidos han retomado los textos impresos y la caligrafía, del mismo modo que un estudio revela que escribir a mano y leer en papel genera más actividad cerebral y aprendizaje significativo. Luego aquí quieren que los profes se formen para poder reforzar en Mates y Lengua al alumnado por los bajos resultados que se están teniendo. Los profes, no los alumnos. El mundo al revés. Los profes ya saben de Mates y Lengua, el caso es que importa poco porque entre que los deberes son tabú y que todo el mundo pasa de curso con tan sólo mirar el techo, pues eso, que suena a rollo de cara a la galería para quedar bien los políticos que lo hacen tan mal. La cultura del esfuerzo ya no existe y luego queremos tener a los más listos del mundo. Pues eso, quizá lo más inteligente sea grabar vídeos bailando. Que no lo critico, pero que insisto no he visto a ninguno con un libro.
Luego, pues ves a la peña que sale de los coles con el cerebro al cien por cien, a darlo todo y, como vi el otro día, enfrente del Mercado Central, a dos chicas tratando de coger un taxi, levantando la mano. El taxi no se detuvo. Porque claro, no era un taxi, era un coche de auto-escuela, pero digo yo que verían un auto con algo verde encima, —la letra L por supuesto ni la verían—, y pensarían que está libre. Pues eso, el fin del mundo.
En Virginia han creado la primera escuela privada sin profesores y guiada por la IA. Pues eso, todo lo que sea en pantalla vence, pero ahí veo el problema de que como el niño suspenda los exámenes a ver a quién se van a quejar los padres.
Y como momento diversión pegarle fuego a la antigua clínica Mare Nostrum, la de la Playa de San Juan. Como no hay otra cosa que hacer pues a idear algo bueno. Quizá es que no tendrían cobertura y al quedarse sin guasap pues ya no sabemos cómo invertir el tiempo. Desde luego mirar Cifras y Letras no, no sea cosa que aprendan algo. Aunque antes, en la versión antigua, la de mi época, los concursantes sacaban la palabra más larga y el cálculo exacto con un lápiz y un papel, ahora usan pantallas táctiles y no me extrañaría nada que los “supuestos” profes que han de dar con la respuesta correcta utilizaran el ChatGPT que nos va a sobrepasar a todos.
A un servidor una de las cosas que más le gustaba de siempre era que, al llegar septiembre los quioscos se llenaban de nuevas colecciones. Esas que por la primera entrega pagabas cincuenta pesetas. Hoy la ofrecen por un euro y a partir de la segunda ya a tirar la casa por la ventana. Y las colecciones podían durar años. Hoy como casi no hay quioscos pues eso, pero claro, si la gente no lee. Ahora la moda son las colecciones de montar cosas. Monta el Ford Fiesta: el primer fascículo, la rueda por un euro. Cuando acabas de montarlo te sale más caro que comprarlo de verdad, pero la emoción de ver qué pieza es la siguiente no te la quita nadie. Eso y los álbumes de cromos de la Liga, con su álbum, que solían regalarlo en las puertas de los coles. Bueno, eso aún se mantiene y a los niños y niñas que no quieren tocar un libro se les va la vida como no me den uno con dos paquetes de cromos. Los profes deberíamos de dar clase fuera del cole.
Leo en prensa todas esas multas que se deberían de llevar los de los patinetes por infringir todas las normas que se saltan, pero digo lo de que deberían porque yo aún no he visto a ningún agente parar a ningún patinete y mira que hay. Aprovecho para seguir con mi lucha porque Barcala dote de patinetes a los mayores de edad, que a ver si este año hay suerte y al menos sortea alguno.
Por último, he visto el anuncio de los huevos, el de Paco León, que apuesta por una masculinidad más feminista. Tiene tantas interpretaciones como huevos se pueden necesitar para hacer una o muchas tortillas. Cada cual que saque la suya pero, al menos, no dejes que la gallina te la pise.
Canción, Los cuervos se lo pasan bien, de Fito y Fitipaldis.
Libro, Drácula, de Bram Stoker.
En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.
Imagen de portada: www.depositphotos.com.













Lo pasamos bien contigo. Gracias. Un abrazo.
Muchas gracias siempre don Ramón. Un abrazo fuerte.