El verano es lo que tiene, es tiempo de recargar y de recuperar fuerzas, cambiar de aires… Hay peña que lo planifica todo tanto que las pelis como las de Misión Imposible se quedan como una simple travesura. Por supuesto, hay Tetriscursos para aquellas familias que quieren meter en un coche, además de toda su familia, lo que ocuparía la mitad del IKEA, y lo consiguen. Al menos a la ida. La vuelta ya es otro cantar. Los diseñadores de coches deberían dejar un manual de cómo introducir en un auto tropecientas mil maletas, que es la ironía de ir a un sitio a llevar poca ropa. Si vas a la playa, luego la gente va medio en pelotas, pero llevar cosas hay que llevarlas “por si acaso”. He visto cintas transportadoras de aviones con menos equipaje que algunos autos, pero bueno todo el mundo tiene sus manías y si se piensa que no puede faltar hasta el aspirador pues nada, todo para dentro; luego llegas a la ciudad y, como no tengas la pegatina de zona de bajas emisiones, pues a bajarte del coche y a llevarlo todo adonde fuera que fueras o fueses.
Luego también está la peña que va a la aventura o la que simplemente se queda en casa a descansar y no programar nada más que lo que surja que parece que, si no se hace algo cuando estás de vacaciones para no hacer nada, pues estás desaprovechando tu tiempo de ocio. Si no está ocupada con lo que deja de ser de ocio, hay peña que sencillamente no sabe no hacer nada y luego hay peña que sabe demasiado.
Como que el otro día, paseando por la playa de San Juan, bueno, por las calles, veo lo más de lo más: un coche eléctrico. Hasta ahí todo normal. Lo flipante es que el coche eléctrico se estaba recargando en el interior de una urbanización con un cable que iba desde el mismo motor hasta el primer piso y, como no llegaba, estaba conectado a una regleta que colgaba impunemente como quien cuelga la ropa. Así, como lo cuento, con total aparente normalidad. ¿No había ningún vecino que se quejara por si pasaba un crío y se colgaba del cable, o metía la mano en el interior del capó con la electricidad rulando, o que alguien hiciera la gracia de estirar del cable, o alguien que se apoyara el capó y partiera el cable, o se posara una paloma, o tantas y tantas opciones? ¿Nadie?
Normal, luego sigues mirando y hay más toallas en los balcones que en la zona textil de cualquier centro comercial. Y si fueran sólo las toallas… Porque la peña expone sus cosas allí que ya sabes cómo van Luis y Luisa de ropa interior. El mal gusto cada vez es un don más común de lo que parecía. Antes intentabas disimular, ahora da igual. He visto hasta sábanas colgando y rozando con el del piso de abajo que no sé yo la gracia de lavarla y que se te llene del ladrillo y de cualquier cosa antihigiénica y luego a la cama y a poner la cabeza. Pues así van muchos cerebros, desconectados.
El otro día me cuentan que llaman por teléfono a una conocida, que no suele cogerlo si no sabe el número, pero como esperaba una llamada en concreto pues dudó y al final lo cogió. Hasta ahí todo normal. Era para decirle que su fecundación in vitro ya estaba lista para realizarse. Hasta ahí todo normal. El detalle era que, bueno, digamos que la mujer tiene ochenta años, pero que la llamaron por su nombre y todo. Hasta ahí ya, no tan normal. Como la vez para decirle que habían admitido su currículum y que ya podía acudir a firmar el contrato y a trabajar. Eso sucedió un mes antes de la fecundación. Pues eso, que a lo mejor el del cable del coche era el más listo del grupo.
Y para listos, los móviles, estos que el otro día me cuentan que a un amigo le sale, así sin comerlo ni beberlo, como una tabla de estadísticas donde le decían desde enero hasta julio el promedio de escalones que había subido. Hasta ahí, bueno, todo normal, porque como los móviles tienen ya vida propia pues se auto aplican y te mandan lo que quieren, entiendo que muchas veces por aburrimiento. Lo dicho, hasta ahí todo normal. Le salía promedio de subir 12 pisos, a veces 10, a veces 11, pero que subía 12 pisos. Él vive en un séptimo. La broma a su mujer no le hizo gracia, que no entendía que si vivían en un séptimo, ¿cómo es que subía hasta 12 pisos?. Menos mal que su urbanización tan sólo tiene hasta el piso 10, si no, el lío estaba montado. Que son cosas que se entiende que subirá más escalones de normal en el trabajo o donde sea, pero el mosqueo inicial no se lo quitó nadie. Si fuera una película de terror, habría que buscar dónde está ese piso doce.
Ya venden lotería de Navidad. Lo digo para que no se le haga tarde a nadie. Aunque comprar el Gordo en las fechas de operación bikini no es lo normal, bueno, o sí para la peña que se mueve y planifica comprar un boleto de cada lugar por donde se ha veraneado, no sea cosa que luego le toque a la vecina del apartamento y hayamos hecho el tonto. Los que vayan en plan turístico dando vueltas por ahí, pues o eligen bien o se dejan la pasta en lotería de invierno en verano.
Siguiendo con normalidades, el otro día entró una familia a ver una Virgen y a un Cristo que están expuestos y se pueden visitar (no voy a nombrar el lugar, por supuesto). Hasta ahí todo normal. Lo que ya no era tan normal es que la mujer entrara fumando a un lugar de culto con familia e hijos, pero como ya no hay respeto por nada, pues eso, que lo anormal ya es casi normal.
Veo un video —y esto sé que es cierto porque he conocido gente que le ha pasado—, donde ahora los padres/madres/tutores legales/tutoras legales pues como que se molestan si los exámenes se corrigen en rojo, que es un color muy agresivo para el alumnado. No es que lo importante sea el contenido del mismo, no; lo importante es no acabar en el psicólogo el menor porque la nota y la corrección esté en letra escarlata, bueno, número escarlata. Luego ellos se ponen a escribir en todos los colores, da igual que sea verde, que lila, que amarillo o que huela a champú de coco.
También, hay colores que ni siquiera sabía que existían. En mi época te regalaban ese boli que tenía cuatro sólo en el mismo artilugio. Ahora hacen falta las dos manos para sostener ese cacharro, que parece más una ametralladora que otra cosa. Pero lo importante es que la nota no se ponga en rojo. Lo más normal de mundo.

He vuelto al gym y ya no es lo que era. Hay cuerpos y cuerpas de verano. Hasta ahí todo normal. Hay músculos que no salen ni en los libros del cole, ni buscándolos en Google, ni en Google Maps. Esa gente no estaba hace dos meses, entonces, salvo alguna excepción, todos éramos normales. Hoy, ahora, no. Creo que diseñan licras para esos cuerpos. Si me pongo eso yo es como cuando hinchas un globo y encima lo hinchas mal. A esa gente le queda genial, todos y todas envasadas al vacío, todos y todas andando con la cabeza alta, mirando al frente. Yo intento no tropezar con las pesas o con la peña que se cruza, todos y todas bien peinados y peinadas, levantando pesos que no son necesarios con la vida diaria, pero sí lo hacen, hay quien podría levantar todo el gimnasio con la peña dentro y con eso incluyo la piscina.
Luego sales y la gente jugando al pádel a horas que Ícaro se derretiría dos veces, pero ahí están, esperando que la pelota le pegue al cristal. Yo he jugado un par de veces y el que se pegaba contra el cristal era yo. Uno es de la generación del tenis e incluso del pin-pon por aquello de que el tamaño no importa. Además, todos llevan batidos y batidas de un montón de colores y yo ahí con mi triste botella de agua. Pero si ahora hay termos con pajita y todo que son gigantes y muy chulos. Es que no hay que confundirse, antes ir al gym no existía. Era «mamá, voy al gimnasio» y no llevabas ni agua. Ahora es toda una cultura. De hecho, creo que he de cambiar de coche, porque no mimetizo con todos esos cochazos y cochazas. Yo sudo como si no hubiera un mañana, esa gente no suda, sólo hace ruidos prehistóricos y pone cara de sufrimiento. Claro, si intentas levantar no sólo el peso sino también la máquina que nos vas a hacer volcar a los que estamos al lado y yo padezco de vértigos que el Titanic no se levantó tanto antes de partirse. Pues eso, lo normal. Ya las iré contando momento gym veraniego.
Y bueno, que leo en prensa lo del enjambre de abejas amenazando en una zona del barrio de Carolinas Bajas, que para desalojarlas tuvieron que llamar hasta a los bomberos y apicultores. No sé si eso se enmarca de alguna manera como desalojo de insectokupas o que a la abeja reina le han quitado la licencia como piso panal turístico. Pues eso, que la abeja Maya y su familia tendrán que ir a buscarse otro lugar.
Lo dicho, evidentemente, es para crear momento crítico gracioso porque está claro que el peligro que puede generar la situación y más para las personas alérgicas, puede ser de aúpa. lLo bueno es que se ha resuelto sin tener que lamentar nada porque por la zona pasan un montón de niños y de niñas que son los más vulnerables, salvo excepciones (entiéndase también personas adultas y mayores).
A petición popular he de volver a reclamar a Barcala patinetes para la tercera edad. La peña echaba en falta este clásico que nació como broma desde el primer día y como un bis en un concierto, o la posdata de una carta, aquí está.
Canción, Es por ti, de Cómplices.
Libro, El infinito en un junco, de Irene Vallejo.
En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.













Se agradece su talentosa ironía, la que de verdad desengrasa el cerebro.
Muchísimas gracias por sus palabras, su tiempo y por el hecho de plasmarlas. Un abrazo y espero que sigan gustándole mis artículos. Gracias de nuevo.
Me sumo a las talentosas palabras del, como tú, talentoso Carlos Galiana.
Muchas gracias por las palabras de ambas eminencias y referentes culturales. Un saludo maestro.
Saludo y ¡salud!