Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Que Chelo Oñate no sea solo ayer

Fotograma del anuncio de la campaña de turrones El Lobo de esta navidad.

A Chelo Oñate Díaz, gran actriz, pero y sobre todo, gran mujer, se le apagó la voz a las puertas de la Navidad, pero el aleteo de sus palabras aún resuena entre nosotros como un eco que se rebela al silencio y al olvido. Chelo Oñate -87 años, madrileña de nacimiento pero alicantina de adopción- decidió interpretar su último papel y, sin quererlo, nos ha dejado un poco más solos. Un poco más huérfanos. Ella es ya historia, pero su vida sigue entre nosotros como ejemplo de tantas cosas a la espera de respuestas.

Inma Serrano (su hija y cantante) besándola hace unos tres años tras grabarle una entrevista en MAYMECO (Fotografía: Mari Carmen Molina).

Seguramente ella no eligió la fecha -ya sabemos que estas cosas casi nunca se eligen- pero sin pretenderlo fue su forma de hacernos ver y reflexionar que la vieja Navidad es muy probablemente el tiempo que peor se lleva cuando se cumplen años y cuando la soledad amenaza en convertirse en nuestro principal y no deseado aliado.

Como una trágica metáfora del tiempo que nos ha tocado vivir, a su 87 años y pocas semanas antes de su fallecimiento había grabado uno de esos anuncios de turrones El Lobo que nos ponen ante el espejo de que hay cosas que parecen condenadas a no cambiar, uno de esos anuncios que nos muestran que el binomio soledad y Navidad se sigue llevando mal, muy mal, y al que venimos obligados a combatir.

También, en otra declaración de principios y otra jugada del destino, sucedió que pocos meses antes de irse para siempre, concretamente el pasado 14 de mayo, se estrenaba en el Festival de Cine de Alicante la última película de Ángel Puado, Mirando al mar, una oda a favor del amor y contra el edadismo, contra el convencionalismo, contra el machismo si se quiere, una historia donde ella, Chelo Oñate, compartía protagonismo con el actor Paco Escribano.

Y, también, más cerca y pocos días antes de que se apagase su voz nos enviaba un mensaje de disculpa -ella, siempre tan elegante- a la gente de la UPUA que estamos en Observatorio de Mayores y Medios de Comunicación de la UPUA (MAYMECO) por no poder asistir a una clase -era maestra, pero seguía siendo alumna- porque tenía que hacerse una pequeña prueba en el hospital, una prueba que pocos -yo no- imaginamos sería un viaje de no retorno, pues de tanto tenerla cerca nos había hecho creer que era inmortal. Tal era su vitalidad. Tal su presencia.

A los  pocos minutos de conocer su muerte volqué en Facebook esas primeras palabras sin filtros que provocaron la inesperada noticia, a modo de homenaje, de recuerdo, de necesidad si se quiere:

Acabo de conocer el fallecimiento de una pequeña gran mujer. Una de esas noticias que te hielan el corazón y el alma si es que el alma existiese. Chelo Oñate nos ha dejado para siempre. Chelo actriz, Chelo inquieta, luchadora incansable durante sus casi noventa años vividos, Chelo madre, Chelo alumna de la UPUA, Chelo alma de MAYMECO, ese observatorio de mayores y medios de comunicación que ella empujó como nadie; Chelo currante, Chelo travestida de vitalidad y de esa eterna sonrisa que a todos nos desnudaba de nuestras dudas e incertezas… Para los que tuvimos la suerte de conocerla tarde, su presencia siempre fue como una de esas brisas que te hacen tener esperanza aún cuando toda esperanza parece ya imposible. Se ha ido muy cerca de ese mar al que tanto quiso y que tanto la quiso a ella, su mar Mediterráneo, ese mar que nos hizo llorar a tantos de emoción viéndola en pantalla grande en el Festival de Cine de Alicante en su penúltima película, «Mirando al mar», en ese penúltimo anuncio navideño de anteayer, que en ella parecía eterno… Con su marcha, con su discreto silencio a la hora de decir adiós, y como tan acertadamente dijese ayer Pere Miquel Campos nada más conocer su fallecimiento en el grupo de whatsApp que compartíamos en MAYMECO, se va una de esas mujeres que han sido a buen seguro todo un ejemplo de tantas cosas en el tiempo de mujeres que se avecina y mucho antes de que muchos supiéramos que el futuro es, también y sobre todo, de ellas, de las mujeres, de todas las mujeres. Gracias amiga y querida Chelo por tu amistad y por enseñarnos el camino de tantas cosas sin que casi nos diéramos cuenta que tu eras el ejemplo del que deberíamos aprender. DEP la gran Chelo Oñate y un reconocimiento enorme a toda su gran familia. (Según nos comunica su familia hoy 24 de diciembre a partir de las 13:00 horas y en el Tanatorio de San Juan tendrá lugar el acto de su despedida para quienes deseen asistir a su último adiós)

Con su definitivo adiós, a las puertas de otro 24 de diciembre, una fecha en la que los cristianos celebran su particular Navidad, nosotros, todos los que la conocimos y disfrutamos con ella, definitivamente, nos quedamos un poco más huérfanos. Quizás, solo quizás, para rellenar ese hueco, para hacer justicia poética a alguien que decidió que el trabajo bueno y el compromiso no tienen edad, no estaría de más que alguien recogiese el testigo y grabara a fuego su recuerdo. En una calle, en el nombre de un festival… No sé, en una de esos actos y reconocimientos que nos hacen sentirnos un poco menos solos, que nos alejan de la muerte y nos acercan a las olas de la vida. Ella, lo sabemos, no lo habría pedido nunca. Por eso me atrevo a hacerlo aquí en estas líneas. Sería el final no buscado a otra hermosa película mirando al mar. Ese mar Mediterráneo al que ella, a buen seguro, andará enamorando otra vez.

Pepe López

Periodista.

Comentar

Click here to post a comment