Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabras

Números

Susana Camarero en su intervención en la jornada “Nuevos horizontes para el desarrollo humano” de la semana pasada (Fuente: GVA).

Dice Mazón —bueno, su Gobierno, que es como Mazón pero elevado al cubo—, que nos quiere contar. Que nos prefiere bien recontados, en montoncitos claros, separados. Se supone —eso no lo dice pero tenemos derecho a pensarlo tras este viaje al desvarío en el que vivimos anclados como una maldición— que lo que pretende es poner a un lado a los españoles de bien, —él y unos pocos más—; en otro, los dudosos, —o sea bastantes más…—, y orillados y esquinados en el tablero estadístico a todos los inmigrantes. Esos, quede claro, bien aparte. Que se note la diferencia.

Dice Mazón, el del agujero negro de El Ventorro en la tarde-noche del 29 de octubre del año que nos precede, que contarnos es una forma de transparencia. Bueno, eso en realidad lo dijo su vicepresidenta, Susana Camarero, que es como su ventrílocua de corte: «Las estadísticas —afirma Camarerodiferenciadas permiten mejorar la atención a los inmigrantes». Así, a bocajarro, sin anestesia. Y, ya en el colmo de la pirueta dialéctica, que el objetivo de su gobierno y de este enésimo pacto con Vox es mejorar-la-atención-a-esos-pobres-emigrantes. Lo de pobres no lo dijo así, pero se sobreentiende. Pero, claro, es que si juntas en una misma frase Vox y emigrantes, entonces, señoría, como que casi no hace falta hacer más preguntas.

Por tirar de manual, a ver si así se entiende mejor, seguro que eso mismo debió pensar Hitler cuando le dio por contar a los judíos en montoncitos aparte. Lo único, claro, que se le fue un poco la mano con eso de las ayudas y la temperatura de los hornos crematorios. Más o menos el mismo recuento que impulsara Mussolini, contando aparte a los partisanos antifascistas; o, aquí, el caso del mismísimo Franco, cuando ya silenciados los cañones de la guerra él seguía contando aparte de forma inmisericorde, con consecuencias bien conocidas en esas cincuenta mil ejecuciones sumarias de españoles que no eran como habían de serlo, esas cifras y esos números que estos días desempolvan los historiadores para recordarnos el tiempo de la barbarie.

Y ya puestos a contar y por hablar del presente, lo del recuento este no estaría tampoco muy lejos de lo que ahora anda haciendo y diciendo Donald Trump, que se ha propuesto contar a todo aquel que no piensa ni se mueve como él. Primero, a un ladito, los inmigrantes; luego los rojos esos, que allí, cosa curiosa son azules, izquierdistas radicales del Partido Demócrata que solo piensan en destruir la nación.

Y la verdad, uno, si hay que contar, prefiere el recuento de palabras a las que dedicó toda su vida María Moliner, esa biografía a la que uno se acerca estos días a través de las sabias palabras del escritor Andrés Neuman en su novela Hasta que empieza a brillar. Moliner, ya se sabe, no pudo culminar uno de sus grandes sueños, el de formar parte de la Real Academia Española (RAE), la de entonces, la del «Limpia, fija y da esplendor», porque ella, adelantada a su época, si tenía que elegir, prefería las palabras con sus pequeñas suciedades incrustadas, en movimiento continuo, con el swing que venía del extranjero, eso mismo que tan poco gustaba a sus señorías hombres. Las varias veces que lo intentó o pensó hacerlo —su candidatura a la RAE— las mismas que fracasó, probablemente —bueno, casi seguro— porque previamente había sido colocada en uno de esos montoncitos aparte tan propios de la época, el de las mujeres y escritoras. Más o menos la fórmula Mazón de ahora con los inmigrantes.

Pero Mazón, que se nos ha revelado más de ciencias que de letras, no es Moliner, ¡valga Dios! Ni falta que hace. En realidad, a Mazón le gustaría ser de Vox y actuar como su recadero. Por eso, de momento, se limita a contar en montoncitos aparte. Aquí los españoles de bien, aquí los tibios y dudosos… y allá, bien separaditos y señaladitos, todos los emigrantes, por si más adelante hubiera o hubiese que hacer algo con ellos.

Él, Mazón, sólo parece hacer los numeritos que le pide que haga la extrema derecha a la espera de que otros ordenen la estadística de la desvergüenza. Se trata más o menos de los mismos números que ya viene montando desde hace demasiado tiempo.

Pepe López

Periodista.

Comentar

Click here to post a comment