Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabras

Mercado

Hay un pequeño libro que está escrito a partir de los materiales de una larga conversación que los profesores francés y americano Thomas Piketty y Michael J. Sandel mantienen sobre algunos de los grandes temas que nos preocupan y afligen en estos convulsos tiempos. Ya saben, la desigualdad, la importancia del dinero, los límites del mercado, el cambio climático, la libertad, las migraciones… Temas todos ellos sobre los que pilota el debate público y las guerras culturales e ideológicas que están en el origen del gran desasosiego que nos embarga y aflige.

Uno de los capítulos de esta pequeña joya del pensamiento moderno se titula así: Los límites morales de los mercados. Básicamente la tesis que mantienen los autores, especialmente en el caso del economista y pensador francés Piketty, es que hay áreas de la actividad humana, como lo serían la educación y la sanidad, pero también otras como las grandes infraestructuras y servicios esenciales, que deberían quedar a resguardo de las reglas del mercado en la medida de lo posible. Todo ello, claro, si procuramos como sociedad el bien común y el interés general y si defendemos su alcance y beneficio para la mayor parte de la población en condiciones de justicia social e igualdad. Según dicha tesis, la desmercantilización de la educación y la sanidad fue lo que mayormente ha permitido a lo largo del S. XX que ambos pilares del estado de bienestar lograsen el gran impulso que alcanzaron. Y sería justo esto lo que desde hace un tiempo se habría empezado a resquebrajar con la consecuencia de estar inmersos en el peligroso camino de desandar el exitoso camino recorrido.

Esta reflexión y este pequeño libro, de apenas 150 páginas, tiene así mucho que ver con las espeluznantes noticias que nos llegan estos días, una vez más, desde Madrid DF, convertido ya bajo la sombra de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, y de sus padrinos, en el gran laboratorio de la mercadotecnia ultraliberal y del futuro distópico al que algunos quieren conducirnos bajo la sombra del engaño y la mentira (Miguel Ángel Rodríguez, MAR, dixit). Eran, son, todos ellos titulares sobre un tema que les imagino informados y que versan sobre la maximización del beneficio y la deshumanización en la gestión privada de hospitales de titularidad pública de esta comunidad a costa de la salud de los ciudadanos y pacientes, convertidos así en meros clientes de los que extraer recursos y beneficios, no importa si con ello se pone en juego la vida de la gente.

Para entender la profundidad y gravedad del tema bastaría con reproducir algunos terroríficos titulares y cuya sola lectura ya hiela el alma. Por ejemplo, este: «La empresa gestora del hospital público de Torrejón ordena rechazar pacientes para ganar más: ‘Hacemos actividades que nos perjudican’”; o este otro, de aviso a navegantes: “La empresa gestora del hospital público de Torrejón despidió a cuatro directivos que denunciaron en el canal ético las medidas impuestas”; o este otro, si cabe más espeluznante aún y que habla, no ya de grandes líneas, si no de practicas concretas  e ilegales, que habla de cuáles son las prioridades de sus responsables: “Gestores del hospital de Torrejón dieron órdenes de reutilizar material sanitario de un solo uso”. Y en la noticia se habla de que en algunos casos, como en el uso de catéteres coronarios, lo hacían ¡hasta diez veces! cuando la Unión Europea tiene expresamente prohibido siquiera una segunda reutilización. Hay más, muchos más, pero basten estos tres ejemplos para entender cuál es la degradación moral de algunos y el descarrilamiento en el que viajamos como sociedad.

Thomas Piketty y Michael J. Sandel (Fuente: Institute for New Economic Thinking).

La respuesta de la Comunidad de Madrid, de su consejero de Sanidad mayormente, pues extrañamente la locuaz Ayuso prefirió en esta ocasión no hablar hasta pasados tres días del primer titular, fue para decir que las primeras investigaciones “no habrían descubierto ningún incumplimiento del contrato”. Vamos, que pelillos a la mar y a ver si escampa. Aunque, eso sí, anuncian que harán inspecciones, auditorías, bla, bla, bla, esas cosas que se dicen cuando se obvia el problema de fondo y que no es otro que el que denuncian Sandel y Piketty: si la salud está mayormente relacionada con la cartera, entonces el problema no es para la cartera, si no para la salud. O sea, lo que se estaría haciendo en la comunidad madrileña con un mayor descaro, pero no solo allí, es ponerle precio a la vida misma de los ciudadanos.

Lo de Madrid de ahora, la mercantilización de la sanidad pública, no es nada nuevo, pues ya fue impulsado con vehemencia en su día por Esperanza Aguirre. Pero en verdad tampoco fue ella la ideóloga, lo fue —justo es reconocerle el mérito— el expresidente valenciano Eduardo Zaplana, quien en 1999 patentara la fórmula con la apertura del hospital público-privado de Alzira. Qué curioso que la empresa que está detrás de todos estos terroríficos titulares de ahora en Madrid —Ribera Salud— fue allí, en Alzira, donde afinó sus métodos y su cuenta de resultados.

El libro del que les hablaba, por cierto, se titula “Igualdad, qué es y por qué importa”, y sus autores ofrecen datos y argumentos del porqué es necesario mantener alejados de las leyes del mercado una parte esencial de la sanidad y la educación públicas.  Seguramente ni Zaplana, ni Aguirre, ni Ayuso, ni tantos otros como ellos, sepan quiénes son Piketty y Sandel, ni tampoco tengan interés en leer su libro. Ellos están más en procurar el negocio a toda costa, en ponerle precio a la vida de la gente. En considerar que el mercado es la solución para todo. ¿A qué precio? Al de la vida de unos y la cuenta de resultado de otros.

Pepe López

Periodista.

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