El problema de Mazón no estuvo en la comida del Ventorro, ni en la capacidad de captar su atención de la irresistible Vilaplana que tanta curiosidad despierta en la oposición que va de feminista; seguro que, si la comida hubiese sido con una profesional de “cuerpo no normativo”, muchas de las apremiantes preguntas sobre horas, acompañamientos y ubicaciones exactas no se habrían producido. Pero estos identitarios de género que odian cosificar a la mujer, babean ante la posibilidad de que, el ya expresidente, tuviese un lío que a ellos se les hurta; por no referirme a sus comadres de la charocracia, que salivan como perras de Pávlov ante el chisme del año: el presi estaba de cacería. Y con ello, tanto unos como otras, aceptan y exhiben obscenamente que sí, que algunos somos más atractivos que otros (han leído y entendido el somos que me incluye, ¿no?), porque tan puntillosa búsqueda no pretende conocer un recorrido políticamente irrelevante, sino pillarle en un renuncio de alcoba. No estaba donde debía y punto, eso es lo importante. La izquierda ha mostrado su profundo machismo en la persecución a Mazón y ha desmentido todas sus proclamas sobre la igualdad y la lucha contra la sexualización de la mujer.
Pero esta izquierda ha mostrado algo más, un odio que desbordaba cada intervención. No es que hayan rebasado impunemente la más mínima cortesía parlamentaria exigible, es que han escenificado un ritual de lapidación, todo un curso de matonismo con el “Capitán Rufián Collons” al frente, dispuesto a repetir las palizas, la represión y el pistolerismo que ERC con sus escamots protagonizó en los años treinta. Rufián, nieto bastardo de las camisas pardas y los correajes de los hermanos Miquel Badia y Josep Dencàs, se comportó como un macarra con el apoyo de comunistas y socialistas, los mismos que un día después se olvidaron de los muertos para aprobar que el Consejo de RTVE convirtiese la televisión pública en el Pravda ibérico. La indignidad, fiereza, brutalidad y bajeza del interrogatorio al expresidente valenciano es un insulto a la vida parlamentaria, a la democracia y, en sentido institucional, a los valencianos.
El PP no sabe cómo es la izquierda que nos gobierna, cree que está ante señores ilustrados como Félix Pons o Julio Anguita, conscientes del valor de las formas, del respeto mutuo, de la prudencia y la alternancia. No, estamos ante una izquierda totalitaria que no concibe la pérdida del poder y, ante esa posibilidad, cualquier estrategia, por sucia y repugnante que sea, como comerciar con los muertos, les vale. Han normalizado que determinadas personas o grupos no puedan hablar en público, ven democráticamente saludable el apaleamiento a periodistas, intimidan como gorilas a los que se salen de su senda como S’ ha acabat, y proclaman en Cortes la necesidad de reventar a la derecha, al fascismo, que es todo lo que dificulta su acceso o mantenimiento del poder.
A quien sorprenda esto, es simplemente por ignorancia o cobardía, están repitiendo comportamientos que hicieron inviable la II República, y, como entonces, culpan al otro. Ione Belarra, sin ningún rubor, a modo de Pasionaria de boutique, dijo que había que “reventar” a la derecha y desglosó su plan ciscándose en Europa, que aparecía como garante último de la legalidad en España. En sus imprecaciones a Mazón le faltó decir: “este hombre ha hablado por última vez”, como hizo proféticamente con Calvo Sotelo la comunista Dolores Ibárruri; quizá reserve esa frase para Abascal o Feijóo como disposición adicional del plan para reventar a la derecha.
Nadie repara en que acusar a Mazón es señalar al resto de responsables. La DANA estaba anunciada con suficiente antelación y precisión como para que el presidente hubiera cancelado su viaje a la India o dejado un gabinete de crisis; Virginia Barcones, la directora general de Protección Civil y Emergencias (dependiente del Ministerio del Interior del Gobierno de España) marchó a Brasil el mismo día 29 conociendo los datos aterradores que anunciaban lluvias potencialmente devastadoras en varias comunidades; Teresa Rivera se quedó estudiando cómo vivir del cuento en Europa, cuando era la máxima responsable política de los organismos encargados de detección de lluvia y caudal. Sin embargo, la mayor muestra de desprecio por la vida y las propiedades de los afectados la tiene el Gobierno Central. Nos lo contó con incrédula precisión Santiago Posteguillo en una oración fúnebre sobre el deliberado abandono a los valencianos para destrozar al incompetente Mazón y llenar el zurrón de votos con la justa ira de un pueblo engañado por todos.
Pedro Sánchez, con sus ministros, permitió que durante más de tres días Santiago Posteguillo y sus vecinos vieran pudrirse el cadáver de una mujer sin que ningún cuerpo de seguridad o militar fuera en su auxilio. Todo a minutos de Valencia: “si necesitan más recursos, que los pidan”. ¿Más?, no tuvieron ninguno. Esta frase resume la rastrera crueldad e indignidad de un presidente y un gobierno que están utilizando a las víctimas para erosionar al rival. La libra de carne que han arrancado al PP con el linchamiento de Mazón se la están cobrando también en los cuerpos de los damnificados que vieron, estupefactos, cómo un policía de París llegaba con sus efectivos antes que los militares españoles, acantonados por orden gubernamental contra su voluntad; porque sí, Sánchez quería hundir al PP en el lodo que se negó a retirar, y la tragedia era el marco perfecto para los fines de un hombre sin alma.
Mazón ya ha dimitido, ¿y usted?












Metáfora critica genial que desnuda la hipocresía de las mujeres que se autodenominan ‘progresistas’:
«(…) Vilaplana que tanta curiosidad despierta en la oposición que va de feminista (…). No estaba donde debía (Mazón) y punto, eso es lo importante. La izquierda ha mostrado su profundo machismo en la persecución a Mazón y ha desmentido todas sus proclamas sobre la igualdad y la lucha contra la sexualización de la mujer.»
Y elogio tú muy PEDAGÓGICO y VERAZ: «(…) No es que hayan rebasado impunemente la más mínima cortesía parlamentaria exigible, es que han escenificado un ritual de lapidación, todo un curso de matonismo con el “Capitán Rufián Collons” al frente, dispuesto a repetir las palizas, la represión y el pistolerismo que ERC con sus escamots protagonizó en los años treinta. Rufián, nieto bastardo de las camisas pardas y los correajes de los hermanos Miquel Badia y Josep Dencàs, se comportó como un macarra con el apoyo de comunistas y socialistas, los mismos que un día después se olvidaron de los muertos para aprobar que el Consejo de RTVE convirtiese la televisión pública en el Pravda ibérico.»
Además de la verdad de tu interpretación: «(…) No, estamos ante una izquierda totalitaria que no concibe la pérdida del poder y, ante esa posibilidad, cualquier estrategia, por sucia y repugnante que sea, como comerciar con los muertos, les vale. Han normalizado que determinadas personas o grupos no puedan hablar en público, ven democráticamente saludable el apaleamiento a periodistas, intimidan como gorilas a los que se salen de su senda como S’ ha acabat, y proclaman en Cortes la necesidad de reventar a la derecha, al fascismo, que es todo lo que dificulta su acceso o mantenimiento del poder.»
Genialidad el símil sobre la resurrección de Dolores Ibarruri (una de las radicales hacia ka Guerra Civil hoy imposible):
«(…) A quien sorprenda esto, es simplemente por ignorancia o cobardía, están repitiendo comportamientos que hicieron inviable la II República, y, como entonces, culpan al otro. Ione Belarra, sin ningún rubor, a modo de Pasionaria de boutique, dijo que había que “reventar” a la derecha y desglosó su plan ciscándose en Europa, que aparecía como garante último de la legalidad en España.»
Y toda tu colaboración digna de la más valiente y rigurosa publicación de nuestra APPA…
Gracias
Mil gracias Pedro, a ti y a l Hoja del Lunes, un espacio de libertad