Estamos tan cerca que somos lo mismo.
De Alicante hacia abajo hay una realidad que sólo las fronteras, siempre falsas, han delimitado. Las Vegas del Segura y del Vinalopó configuran una uniformidad física que lleva consigo una forma de vivir y de ser muy singular. Cultura, dieta mediterránea, clima, atraen a gentes de todo el mundo para vivir y nosotros los oriundos e indígenas empeñados en trabajar y progresar sin disfrutar apenas de ello aunque vivamos aquí y estemos aquí. Así es la vida, nada se aprecia ni se evalúa hasta que se pierde.
Mi amigo Joaquín es director de un importante banco internacional en Madrid; es listo, ha triunfado. «¡Qué suerte tienes!», me dice siempre, «tú has podido vivir en la terreta«. Mi amigo-hermano Agustín usó sus alas para volar y triunfar y ahora está desesperado por volver al lugar donde le salieron esas alas. Pedro es un letrado de postín en la Villa y Corte y cambiaría su Porsche por una hamaca con vistas a la Explanada. Y mi amiga Estefanía dejaría su eterno viaje al mundo anglosajón para dominar la lengua de Shakespeare por tomar el sol en la playa de los colos de El Campello.
Y es que esta tierra tiene algo. Aunque no la cuidemos mucho… Aunque no sepamos qué hacer con ella a menudo. A pesar de nosotros mismos.
Estoy convencido, y he viajado, que es la mejor zona del mundo para vivir y criar a tu familia. Y es porque a pesar de trabajar duro y pasar por el Postiguet, por San Juan o San Pedro del Pinatar y ver a la gente en la playa, paseando por las lagunas o en el spa, parece que tenemos la oportunidad de aparcar el coche y sumarnos al ocio que divisamos desde la ventanilla de nuestro vehículo. Tenemos esa suerte y esa despreocupación menfotista de pensar que está todo tan bien que no necesita de nuestro empeño y desempeño. Pero sí.

El otro día hablamos del castillo de Santa Bárbara, de cómo sería fantástico que el dinero que genera o pueda generar sea para el mantenimiento y mejora del propio monumento y entorno. Aunque pueda parecer una obviedad, parece difícil (estas cosas no las entiendo). Y es que este castillo no es solo el principal BIC de la zona sino que está en nuestra historia y realidad de hoy, como lo demuestra la acción de Jaime II en 1296 que supuso la línea lingüística actual del valenciano y el castellano en la actual provincia de Alicante, que es una división geográfica y política del siglo XIX. La importancia y consecuencias de este hecho todavía perviven en nuestro espacio.
Es Interesante saber que desde el siglo XIII la gente de las comarcas del sur defendieron su singularidad y su lengua castellana como símbolo de diferencia ante la corona de Aragón y la línea lingüística permanece y no para en Murcia, continúa hasta el estrecho y más allá. También de cómo Tabarca es una joya, un regalo que deberíamos cuidar y mantener su equilibrio y patrimonio y no terminamos de hacer lo que hace falta para ello. Pero sé que están en ello.
Lo mismo pasa con el mar Menor, las lagunas de la zona sur de Alicante y costa de Murcia, de verdad parece que se las apañan solas por ellas mismas y que no tengan que ser puestas en valor.
Las autonomías han creado nuevas fronteras que la gente se salta por querencia y necesidad, y que en el caso de Alicante-Murcia se saltan sin sobresaltos. Es verdad que en el Rico Pérez vi una pancarta que ponía «la ciudad de Alicante da la bienvenida al pueblo de Murcia», pero eso son cosas del fútbol y lo que pasa en el Rico Pérez sé queda en el Rico Pérez. ¡Así ha sido durante los últimos 50 años!
Pero la hermandad del sur existe como también el orgullo de ser Alicante tan variada y rica de norte a sur. Murcia hace años que espabiló y son muy competitivos y trabajadores y esa frontera falsa se difumina cada día y están más cerca que el cap i casal. Ahí lo dejo. Haciendo amigos.
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