Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Caminando con la historia

La sanidad pública en España, un legado en peligro

Imagen generada por ChatGPT.

Esto no es solo un artículo, es una advertencia.

Las últimas imágenes de urgencias en Madrid son desoladoras: decenas de personas apiñadas, familiares durmiendo en sillas de plástico, pacientes exhaustos tras más de 30 horas esperando una cama. Esta es la realidad que hoy viven los hospitales de España y más concretamente los de la comunidad de Madrid, según alegan desde la Consejería de Sanidad, debido a las vacaciones de los profesionales sanitarios a los que no se sustituye. La realidad es que lo que antes era un sistema sanitario envidiado en el mundo, hoy muestra grietas profundas. Y lo peor es que no es un mal temporal, sino el síntoma de un declive anunciado.

¿Cómo hemos llegado a esto?

Hace apenas dos décadas, España presumía de una sanidad pública accesible, eficiente y universal, pero hoy, ese modelo se resquebraja. Los motivos son múltiples, pero todos confluyen en un mismo problema que es  el abandono progresivo de lo público. El dinero no llega y la sanidad ha sido víctima de una infrafinanciación crónica. Los presupuestos no crecen al ritmo de las necesidades con una población cada vez más envejecida, tratamientos más costosos y una inflación que encarece todo. Los hospitales se ven obligados a hacer malabares con recursos insuficientes. El resultado son listas de espera interminables y profesionales al límite.

Es lo que yo llamo «la sangría de talento», ya que grandes profesionales médicos y enfermeros están desmoralizados, desmotivados y rotos. Muchos emigran a países con mejores condiciones, otros abandonan la pública por la privada, y los que se quedan lo hacen por vocación, no por sueldo. Las plantillas están al 50 %, los interinos rotan sin estabilidad y la calidad humana, ese pilar invisible de la Sanidad, se resiente.

Con una gestión mala y caótica, las competencias transferidas a las autonomías han creado un mapa desigual. Mientras algunas comunidades mantienen una red asistencial medianamente “digna”, otras, como Madrid, han optado por recortes y externalizaciones. El Marañón, un hospital de referencia, absorbe la saturación de centros periféricos que ya no dan abasto. Es la privatización silenciosa en la que cada euro que se desvía hacia conciertos con privadas es un euro que falta en la pública. Quienes pueden pagar, se saltan las listas de espera. Quienes no, se hunden en el colapso y es así como se construye una sanidad a dos velocidades, en la que la salud deja de ser un derecho para convertirse en un privilegio.

Hay un fracaso absoluto en la prevención y lo comprobamos con urgencias colapsadas porque la atención primaria, el filtro natural del sistema, está desbordada y abandonada. Sin médicos de familia, sin inversión en prevención, los hospitales se convierten en el último recurso de pacientes que llegaron demasiado tarde. Pero el futuro que se vislumbra es alarmante con una sanidad para ricos y otra para pobres, como en EE.UU. donde la bancarrota por una factura médica es común, abocándonos a una muerte predecible porque los retrasos en diagnósticos y tratamientos tendrán consecuencias irreversibles.

Nos esperan además posibles conflictos sociales, con protestas masivas como las ya vividas en Madrid, pero extendidas a toda España y una clara tendencia a la fuga definitiva de profesionales, dejando a la pública sin su mayor activo, el conocimiento y la dedicación de sus trabajadores.

Sí que hay una solución, pero requiere voluntad política y presión social. Urge un Pacto de Estado por la sanidad con financiación suficiente, un plan de contrataciones dignas y una recentralización de ciertas competencias para evitar desigualdades. También es clave blindar la pública frente a privatizaciones y reforzar la atención primaria para evitar el colapso hospitalario.

La sanidad española fue un ejemplo porque creyó en lo colectivo. Recuperarla no es nostalgia, es una necesidad urgente. Porque la próxima vez que una persona espere 30 horas en una silla de urgencias, podríamos ser cualquiera de nosotros.

Jorge Monreal

Natural de Madrid y dianense de adopción, estudié Educación Física (INEF) y toda mi vida ha estado vinculada a la nutrición y alimentación para el alto rendimiento deportivo, aunque mi vocación siempre fue el periodismo, así que con la ayuda de la Universidad de Barcelona logré tener el grado de comunicación además de otros estudios paralelos como Máster de Comunicación Empresarial y Corporativa en la Universidad Isabel I, un posgrado en Publicidad y Relaciones Públicas y un MBA en una escuela de negocios en Florida.

Lo importante es que soy una esponja para el periodismo y su historia, presente y posibles escenarios de futuro. Formar parte de la familia periodística y más concretamente de la APPA ha sido un verdadero honor al que espero poder contribuir engrandeciendo la Asociación y buscando un futuro próspero como profesionales y comunicadores, aunque tenemos que reconocer que en España nos queda un gran trabajo.

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