Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Juristas, leguleyos, Illa, Puigdemont y Acutis

Carlo Acutis (Fuente: RRSS).

Yo no soy político y nunca quise serlo. Sin embargo, en mi infancia y juventud quise ser cura y a punto estuve de serlo tras estudiar Filosofía y Teología en la Universidad de Comillas con los jesuitas. Al final, aconsejado por el padre Reino, que va camino de los altares unos lustros después de su muerte, opté por el Periodismo, que es materia también vinculada a las Humanidades en el sentido más amplio de la palabra y todas ellas materias que podrían englobar el calificativo de inútiles. Hoy voy a intentar ejercer de periodista, de filósofo y de teólogo. Diré lo que pienso de unas cuantas cosas de actualidad, unas reflexiones que no tienen por qué coincidir con las de los lectores, faltaría más. Es viejo el dicho ‘cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas’, palabrita ésta que casi suena a palabrota.

Uno de los sucesos que más me ha repateado el hígado (y el bazo) ha sido el encuentro, en Bruselas, en instalaciones de la Generalitat Catalana, una parte de España, entre Salvador Illa, presidente de la citada autonomía, y el expresidente de la misma, al que sus esbirros siguen considerando legal (que no legítimo) presidente, fugado de la Justicia, su molt honorable (nada de honorable a secas), el que debería volver a presidir la Generalitat cuando ‘lo vuelvan a hacer’ para conseguir plenamente la ‘normalidad’.

Izda.: Carles Puigdemont (Fuente: Parlamento de Cataluña); dcha.: Salvador Illa (Fuente: Generalitat Catalana).

Esto de la ‘normalidad’ es asunto que me tiene confundido. ¿Es normal que casi todos los dirigentes que dieron el golpe contra el Estado en 2017 fueran juzgados, condenados, encarcelados y luego indultados y que, ahora, al prófugo de la justicia Puigdemont y a unos pocos más pretendan amnistiarlos, incluso de malversación, sólo porque Sánchez necesita los votos del partido de Puigdemont para seguir en la Moncloa? O Illa es tonto, junto con Sánchez, Bolaños, Yolanda y todos los dirigentes socialistas, separatistas y extremistas de izquierdas y sus votantes, o los tontos somos el resto de españoles. Porque ellos, aunque no quieran, son españoles y llevan, en el DNI, este apartado: “Nacionalidad/Nacionalitat” ESP. No son muchos, pero cada vez van a ser más y más gracias a españoles como Illa y Sánchez, absurdos propagandistas de la anormal normalidad de Cataluña. ¿La normalidad es estar gobernados por un prófugo desde Bélgica? Esto es muy humillante. Lo digo como periodista orgulloso de haber sido galardonado con el Premio Libertad de Expresión de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante (APPA). Lo único que deseo es poder elogiar a Illa y Sánchez cuando cambien  de opinión, si bien respeto, ahora, su concepto de normalidad acaso un poco más de lo que ellos respetan las decisiones de la Justicia.

Como filósofo de carrera y de amor a la verdad (Filosofía, etimológicamente, significa amor a la sabiduría, al conocimiento) voy a filosofar un poco sobre la diferencia que creo que hay hay entre los conceptos y las palabras ‘jurista’ y ‘leguleyo’ a propósito de lo que  en estos tiempos nos quieren vender los políticos, en general, sobre la división de poderes. Hablemos de la Filosofía del Derecho y de la división de poderes, consustancial ésta a la democracia. Discutamos limpiamente a propósito de la imputación del fiscal general del Estado, dejando claro que, por principio, este cargo está para proteger al Estado siempre y sólo cuando proceda y al Gobierno de turno. Confundir al Estado con el Gobierno es propio de cualquier leguleyo, nunca de un jurista. Leo en el Diccionario de uso del español, de María Moliner: ‘Jurista, persona que se dedica al estudio del Derecho y a la interpretación de las leyes. Abogado, jurisconsulto, jurisperito, legisperito, legista, persona de leyes”. Y de ‘leguleyo’ esto dice: “Despectivo de ‘abogado o legista’”. Pedro Sánchez y sus corifeos no pasan de leguleyos. Sostienen la inocencia del fiscal general del Estado, el institucionalmente máximo perseguidor de delitos, estando imputado por un supuesto delito. ¿Juristas? No, leguleyos. “La cosa tiene delito’, como vulgarmente se dice.

Tumba abierta de Carlo Acutis. Fotografía de Dobros (Fuente: Wikimedia).

Dejemos la Filosofía y entremos en la Teología, que tiene que  ver con las cosas de Dios y que estos días pasados ha estado de actualidad por la canonización de Carlo Acutis, un joven italiano que murió hace un par de lustros con quince años y que lo mismo compraba sacos de dormir para los pobres que les bajaba un plato de comida recién hecha en casa ese día, nada de sobras ni de alimentos baratos del supermercado. Era un dominador de las nuevas tecnologías, no un dominado por lo peor de ellas, como es frecuente. Utilizaba Internet para llevar a otros jóvenes al conocimiento de los milagros eucarísticos.  Una leucemia de las más agresivas lo llevó a la muerte. Pero no se enfadó con Dios; la aceptó y les dijo a sus padres que era una forma de ir cuanto antes al cielo desde donde ya ha mediado para que se hagan  milagros. Tenía muchos seguidores en las redes sociales y le llamaban (aún lo llaman) ‘el influencer de Dios’. Es una figura mundial: le ‘siguen siguiendo’ en Italia, Reino Unido, Brasil, Argentina, España, Alemania y oros muchos países. Sus investigaciones sobre los milagros eucarísticos se materializaron en una exposición que está teniendo éxito en decenas de naciones. La Eucaristía era su pasión privada y en redes sociales. Él decía: “la Eucaristía es mi autopista hacia el cielo”. Yo ya les hablé en alguna ocasión de los milagros eucarísticos, que son muchos y científicamente comprobados por expertos investigadores de universidades prestigiosas. En las sagradas hostias (examinadas en los laboratorios por haber sangrado en determinadas ocasiones) hay constancia de materia cardiaca y sangre tipificada.

Les vuelvo a recordar que en Internet tienen amplia información sobre diversos  milagros eucarísticos. No se cierren a las cosas de Dios en Internet. Aprovechen las redes sociales para el bien, para conectar con el cielo, que no todo ha de ser terrestre y menos si hay que arrastrarse. Elevemos el vuelo. Hemos nacido para cosas más altas, pero, por supuesto, disfrutando también de las que la naturaleza nos aporta. Hay que buscar lo mejor de acuerdo con nuestra noble condición humana. Indaguemos; busquemos la verdad. Todos tenemos algo de periodistas, de filósofos y de teólogos… auténticos.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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