El cambio a la estación más cálida del año se celebra en Alicante de forma singular con sus conocidas «Fogueres de Sant Joan». Benjamín Llorens nos acerca en «Contrastes» el origen y evolución de estas fiestas, cómo de un rito y tradición pasaron a formar parte de la identidad de la ciudad con sus espectaculares construcciones efímeras de corte satírico.
Cuentan las crónicas que hace ya más de cinco mil años los antiguos pobladores del planeta realizaban ritos de culto al Sol, a la Luz representada por el fuego.
En el día más largo del año el sol se resistía a abandonar la tierra y se encendían hogueras para prolongar la presencia del astro rey en la noche más corta, ahuyentando así a los malos espíritus cuya morada eran las tinieblas.
El cristianismo hizo propia esa tradición pagana a través de la historia que relata cómo Zacarías ordenó prender hogueras para anunciar el nacimiento de su hijo Juan (el Bautista) que se produjo con el solsticio de verano, en la actual noche de San Juan.
Durante siglos en la huerta alicantina el rito del fuego pervivió como una fiesta agrícola que celebraba la abundancia de las cosechas y la destrucción de todos los males mediante el fuego purificador. Era una celebración de la fertilidad.
Con el tiempo, la costumbre se extendió también a la ciudad. Nada menos que en 1698 Josep Sala dejó constancia documental de la quema de hogueras en las calles alicantinas. Y en 1822 el Ayuntamiento publicó un bando que prohibía, en la noche de San Juan y sucesivas (hasta San Pedro), los cohetes y las hogueras en las calles de la ciudad con multa de hasta 100 reales, pues se generaban molestas humaredas, malos olores de combustión y un evidente riesgo de que el fuego pudiera propagarse a través de las angostas y estrechas calles alicantinas.
Así fue durante las siguientes seis décadas. Se prohibía, pero también se hacía la vista gorda. En 1881 recogen las crónicas el despiste burocrático por el que no se publicó el prohibitivo bando y los alicantinos se despacharon más a gusto que de costumbre con hogueras y petardos.
En 1922 los bandos municipales continuaban prohibiendo las hogueras en la calle. Fue entonces cuando un gaditano del Puerto de Santa María, que venía de vivir varios lustros en Valencia, José María Py, llegó a Alicante.
Jose Mª Py y Ramirez de Cartagena. Hijo predilecto de Alicante desde 2011.
En la capital de la provincia frecuentó la tertulia recreativo-cultural de Alicante-Atracción. Hábil observador, con el tiempo se dió cuenta de que la ciudad carecía de grandes festejos. Unas fiestas de invierno por allá, otras de verano por acá. Todo demasiado genérico, sin personalidad definida.
Así que con la experiencia acumulada en Valencia (donde incluso participó en la plantá de varias fallas) y observando la ancestral tradición alicantina de las hogueras y el fuego en la noche de San Juan, a José María Py se le ocurrió institucionalizar ese ritual en forma de hogueras artísticas, más allá de arrumbar y quemar viejos enseres.
Los impulsores de los nuevos festejos pretendían aumentar significativamente el turismo estableciendo unas llamativas fiestas del fuego para recibir al verano, aprovechando la tradición de quemar hogueras por San Juan. Al mismo tiempo, de triunfar los nuevos festejos, se acabaría con la anárquica e insalubre costumbre de prender hogueras en la calle que traía «de cabeza» a las autoridades. Propuso la idea en Alicante Atracción. La acogida fue magnífica. En marzo de 1928 un artículo suyo publicado en el periódico La Voz con el título «Les falles de San Chusep en Valencia y les fogueres de San Chuan en Alacant», lanza la idea públicamente.
Py y Miguel Llopis (presidente de Alicante Atracción) visitan al alcalde Suárez Llanos para exponerle el asunto y solicitar el apoyo municipal.
Cartel de las primeras Fogueres de San Chuan, 1928.
A finales de mayo de 1928 el alcalde publica un bando autorizando la fiesta. Faltaba menos de un mes para la plantá pero se consiguieron levantar nueve monumentos, a saber: Plaza Isabel II (fue la primera en inscribirse en el registro municipal y, por tanto, considerada la más antigua de las hogueras alicantinas); Benito Pérez Galdós; Alfonso el Sabio; Plaza Alfonso XII; Benalúa; Rambla de Méndez Núñez; Plaza Reina Victoria; Ruperto Chapí y Calle San Vicente-Alfonso el Sabio.
El 20 de junio desde las páginas del periódico «El Luchador» (diario republicano que ejercía como tal en plena dictadura de Primo de Rivera) se abogaba por el éxito de las inminentes fiestas alicantinas de Fogueres de San Chuan con un elocuente titular: «Constituirán un brillante éxito»
Ese primer año fogueril de 1928, como hemos dicho, se plantaron neuve hogueras. El primer premio fue para la de Benalúa con el lema «Parada y Fonda», aunque era conocida popularmente como «la del tranvía». Y eso representaba.
Se trataba de una crítica al paso a nivel existente entonces en la avenida de Aguilera con el cruce del barranco de San Blas (actual Oscar Esplá) y que separaba Benalúa de Alicante. Las esperas para el paso del tren que iba de la estación de Murcia (actual casa Mediterráneo) a la estación de Madrid eran tan largas que en la foguera el conductor del tranvía, el cobrador y los pasajeros se quedaban durmiendo.
Benalúa se llevó el primer premio de las primeras hogueras dotado con 1000 pesetas. Fueron sus autores Juan Such, José Marcet y Gastón Castelló. Tuvo tanto éxito que la compañía de tranvías necesitó redoblar el servicio para atender la demanda de viajeros que iban desde Alicante a Benalúa para visitar la foguera. Naturalmente, pasando por el paso a nivel objeto de la sátira del monumento y de las chanzas de los pasajeros.
El presidente de la comisión Adolfo Biedma (que al tiempo lo era también del círculo republicano de Benalúa) se quejaba en las páginas de «El Luchador» de la escasa contribución al monumento por parte de la compañía de los tranvías alicantinos, «únicamente 40 pesetas y además en calderilla».
El 25 de junio el periódico liberal «El Día» saludaba desde su portada el éxito de las recién nacidas fiestas, «las fogueres han sido un acontecimiento en la historia de Alicante». Y un dato: «más de cien mil personas presenciaron la quema».
El de 1928 fue el año en que nacieron las Hogueras de Alicante y también el del descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming o el de la fundación del Opus Dei por monseñor Escrivá de Balaguer. Walt Disney parió a Mickey Mouse que cumple años junto con nuestras fiestas de bienvenida al verano. De cara a 1929 había que consolidar el éxito de las primeras fogueres. Se plantaron 10 monumentos más que el año anterior, en total 19.
Cartel oficial 1929
El 22 de junio de 1929 «El Día», en una portada preñada de alicantinismo, saludaba a toda plana la celebración de las Fogueres de San Chuan con un escudo de la ciudad abriendo edición y laudatorios artículos sobre «las grandezas de Alicante».
El primer premio, dotado ya con 1500 pesetas, fue para el monumento situado junto al Teatro Principal, la foguera de Plaza Chapí. El presidente de la comisión Ramón Guillén Tato (hermano del almirante Julio Guillén Tato) era el hijo del autor de la hoguera, el pintor alicantino Heliodoro Guillén. Con el lema «Tengo tres lunares» o «Els llunars d’Alacant» (como figuraba en el llibret) ejercía la crítica a temas locales que estaban entonces de actualidad, tales como solares convertidos en escombreras en la mismísima Explanada de los Mártires o la muy dificultosa -y casi impracticable- subida al castillo de Santa Bárbara.
Hoguera Plaza Ruperto Chapí, primer premio 1929.
Ya en esta 2ª edición de las Fogueres venían a recibir el verano viendo la cremá algunas celebridades de entonces, como señalaba el conservador «Diario de Alicante» al saludar en el dia de San Juan la presencia de afamados humoristas, que publicaban en periódicos de tirada nacional: K-Hito, Abellán, Roberto y Xaudaró eran huéspedes de Alicante.
Ante el éxito de los nuevos festejos de Fogueres de San Chuan, en 1930 se hizo necesaria la creación de un organismo coordinador, la Comisión Gestora de Fogueres. José María Py fue su primer presidente.
Cartel oficial 1930.
En estos primeros años las fiestas se prolongaban hasta el 29 de junio. Su traducción religiosa era la de «fiestas de San Juan y San Pedro». El tiempo las haría evolucionar hasta llegar al formato actual. Tardamos siglos en convertir el ancestral rito del culto al fuego en unas fiestas populares y artísticas, asumidas por ciudadanos y poderes públicos. Ahora las Hogueras de San Juan son las fiestas de esta tierra de Alacant.
Les nostres festes.
Palmera de 1959 desde el puerto.
Imágenes y fuentes:
Archivo Municipal de Alicante.
Colección Ramón Vidal Irles.
Colección Francisco Ramos Martín.
Colección Senante Lamaignere.
Colección Francisco Sánchez.
Archivos Ministerio de Cultura.
Biblioteca virtual de la prensa histórica.
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