Entre ellos se entienden y se forran de cargos y dinero mientras los imbéciles los votamos para que se rían de nosotros.
Casi sobra escribir más. Solo queda decir que pasa lo mismo en España que en la Unión Europea. Los políticos de todo signo se ríen, se carcajean de nosotros. Con nuestros votos se suben al poder y desde ahí se dedican a joder (mil perdones por la palabrota pero estoy muy cabreado, casi como las víctimas de la DANA, de las que también se olvidan esos inútiles), todos, los políticos que se dedican a ensuciarse, pero no de barro, sino de reyertas fútiles, pues hoy se llaman de todo y al día siguiente se ponen de acuerdo izquierdistas y derechistas, ultra izquierdistas y ultra derechistas para repartirse los cargos y los óptimos sueldos, hora aquí, hora en la Unión Europea, y a quienes venimos con los votos en los dientes, para pedir un respeto; que no nos den por la retambufa.
Estoy muy enfadado y echo pestes por doquier. No hay derecho. Unos niñatos de mierda (perdón, de nuevo por la grosería, aunque se la merecen por el espectáculo que dan a nivel nacional e internacional) están dirigiendo a un país como éste con una historia cargada de gestas y no sólo de siglos y a una Europa que fue lumbrera del mundo durante cientos de años y la están dejando hecha unos zorros, absolutamente irreconocible y vapuleada a la derecha por Putin y a la izquierda por Estados Unidos (hablo de geografía política). Nos (des)gobiernan chiquilicuatres jovencitos, con pocos estudios y menos experiencia profesional, gentecilla que no ha hecho nada por la sociedad, que no han dado un palo al agua, metidos en la política desde jovencitos, que nos toman el pelo, se cargan la democracia y el bienestar social, nos empobrecen y dicen que van a conseguir el paraíso de la felicidad.
Están aquí y en Europa. Todos son falsos profetas que hacen unos países más pobres. Nos engañan diciendo que va bien la economía y la gente cada día tiene más sueldos de miseria y ni siquiera pueden los jóvenes independizarse, casarse, tener una casa digna donde vivir y tener hijos. En vez de hijos prefieren nuestros (des)gobernantes nacionales y europeos que vengan inmigrantes ilegales que más mal que bien se van integrando, sin que se vea por ningún sitio una política de la UE para resolver el problema a medio y largo plazo. Acaban estos politiquillos con España, con Italia, con Alemania, con Francia, etc. y siguen cobrando sueldos estratosféricos en la Unión Europea, escuela de vagos y sinvergüenzas que se enriquecen y nos llevarán a morir de hambre a nosotros, a nuestros hijos y nuestros nietos. ¿Nietos? Ya conozco a ancianos como yo que no tienen nietos ni los esperan. Entre las seudofeministas que no quieren tener hijos y la proliferación artificial de gays, lesbianas y trans, dentro de no mucho tiempo sólo quedarán ancianos nacionales. Las nuevas generaciones serán mayoritariamente de hijos de hijos de inmigrantes. España y Europa ya conocieron otras invasiones como la de los bárbaros que se apoderaron del imperio romano.
Aquellos bárbaros fueron romanizados. Ignoro si muchos de los inmigrantes de ahora y sus descendientes serán occidentalizados, pero creo que muchos de ellos, sobre todo los islamistas, no. Malos presagios para Occidente, porque nuestra civilización —lo repito una vez más— fue greca, romana y cristiana, un tridente de excelencia cultural, profundamente humanística, que se ha perdido casi por completo sin que haya atisbo de que la destrucción de Occidente vaya a detenerse. Los signos son pesimistas. Nuestros gobernantes nacionales y europeos son enanos mentales y superhombres de barro y sin Dios. Y sin principios profundos. Víctimas de un relativismo que carcome las instituciones y, poco a poco, a toda la sociedad.

¿Principios? Ni los tienen ni los esperan. Reitero: se pelean por cargos y renuncian a convicciones, si es que alguna vez las tuvieron. Acaban de votar los sanchistas en Europa a favor los ultradererechistas de Italia y Hungría con tal de hacer comisaria a Teresa Rivera. Sánchez se ha aliado con los ultraderechistas en Europa, en Bruselas, mientras aquí se niega a pactar con el centro derecha de Feijóo. Eso es una traición que tiene sin cuidado a quien pacta con los filoterroristas de Bildu, los nacionalistas vascos del PNV y los separatistas catalanes de Puigdemont y ERC. Al PSOE sanchista y a las demás formaciones políticas les importa una higa la decencia cuando se trata de ocupar el poder a cualquier precio. No hay dignidad. Y del PP europeo ¿qué decir? Se traga a Teresa Rivera como comisaria despreciando al partido en España. Y Feijóo, en la luna o en Babia, haciendo el ridículo ofreciéndose a encabezar una moción de censura como si los socios de Sánchez lo fueran a abandonar por muchas denuncias de corrupción que lluevan.
¿Que todos son iguales?, me peguntarán algunos lectores. Pues, si me apuran, les diré que muy parecidos; que con Cataluña y el País Vasco cedieron más y más competencias tanto los del PP como los del PSOE; se bajaron los pantalones hasta que acabaron con el golpe de Estado de Puigdemont, Junqueras y compañía, un golpe que quedó en nada tras los indultos y la amnistía, a falta del segundo regreso triunfante del fugado tras el éxito de su primera venida. Nadie sabe lo que nos queda por ver en este Reino de España donde reina la desvergüenza de unos partidos políticos que nos avergüenzan, pero que están en el poder o en la oposición porque ahí los han puesto nuestros votos.
Esto es tan duro de aceptar que me pregunto si hay alguna rendija por la que asomarnos al futuro con una migaja de optimismo. Mi amigo Cándido, que es casi más creyente que yo, sugiere que pidamos a Dios que haga un milagro. Yo sugiero a todos los alicantinos que se lo pidamos a la Santa Faz, la cara de Dios en el rostro de Jesucristo. Y un añadido: ‘a Dios rogando y con el mazo dando’. Tratemos de cambiar la sociedad, pero cambiándonos nosotros y cambiando nuestro entorno. Ya digo: lo del mazo.
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