Este mundo en que nos ha tocado vivir es el único que tenemos. No hay otro mejor a nuestro alcance por más que algunos ilusos listillos, con ánimo de lucro, nos calienten las orejas con ir a vivir a Marte cualquier día, pues allí parece que hay algo de agua, cosa que en la Luna no existe, pero que no deja de ser una tontería y una imbecilidad maquillada de avance científico. ¿Para qué irse a vivir a Marte en condiciones lamentables, teniendo el planeta Tierra que es un paraíso y podría seguir siéndolo por unos cuatro mil millones de años más si lo cuidamos adecuadamente?
Besemos la tierra que habitamos y hagamos un esfuerzo para besarnos, es un decir, los que la disfrutamos, que somos muchos y con muy mala leche por lo general. La historia de la humanidad está plagada de guerras y de toda clase de enfrentamientos fratricidas. El siglo XIX fue horroroso para España; el XX fue aún peor (con la Guerra Civil, que todavía fomentan y quieren ganar Zapatero, Sánchez y unos pocos socialistas de bolsillo) y dos guerras mundiales que acabaron con millones de inocentes.
Siendo nuestro XIX un siglo de pocas luces y muchas guerras, empezando por la de la Independencia (para echar a los ejércitos del todopoderoso Napoleón), tuvimos muchos y grandes escritores, entre ellos, posiblemente el más grande, don Benito Pérez Galdós. También destacó don Ramón de Campoamor y Campoosorio, menos famoso, pero ilustre representante del realismo poético que él hizo triunfar acabando con el ciclo del romanticismo. Fue dramaturgo, filósofo, periodista (llegó a dirigir un periódico en Madrid tras colaborar en otros), miembro de la Real Academia Española de la Lengua y político. Asturiano de nacimiento, madrileño de adopción, entró en política muy joven y se vinculó con nuestra región: fue gobernador civil de Alicante de 1848 a 1850, tras haberlo sido de Castellón dos años antes y terminar como gobernador de Valencia entre 1851 y 1854. Alternaba su vida política con la literaria, sobre todo tras su regreso a Madrid. De sus obras en Alicante hay que destacar la primera carretera que unió la capital con San Juan. En la capital es famoso su paseo, que recortaron para construir el Auditorio de la Diputación (ADDA) y en San Juan han dado su nombre a una calle.
En un siglo de partidos políticos generalmente corruptos, Campoamor fue un ejemplo de “administrador público honesto, trabajador e incluso abnegado”, dice un biógrafo. Más relieve tienen las palabras de Valle Inclán sobre nuestro político-poeta : “Era un hombre generoso y espléndido. Basta decir que regaló todas sus obras a los editores porque no conciliaba el arte con el lucro. Y confieso que mi marqués de Bradomín está inspirado en Campoamor. Y muchos de sus rasgos no son autobiográficos, como creen algunos, sino que pertenecen al autor de las Doloras.
Esta ‘dolora’ (composición inventada por Campoamor, igual que la humorada) destaca entre todas las del poemario con el que triunfó Campoamor, que disfrutó viendo cómo se hicieron veinte ediciones de su obra antes de su muerte
“En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira”.
Es sencilla, pero impactante. Recuerdo a mi profesor de Literatura, don Feliciano, recitándola en clase, hace 74 años, cuando yo tenía 13. Entonces me pareció ingeniosa. Un juego de palabras interesante y que a los alumnos nos hizo pensar un poco en lo que luego nos ha parecido algo más profundo que un simple divertimento. Y es que tiene carga de profundidad. Es cierto que si te pones gafas con cristales de distintos colores ves las mismas cosas de una manera diferente. La pregunta profunda es si las cosas son como las vemos con cristales de políticos coloreados como les viene en gana o si las cosas tienen una realidad cierta y los políticos nos la quieren vender como ellos la ven cambiando de cristales con intereses partidistas o de cualquier otro tipo.
El primer verso es fundamental. El poeta habla de “en este mundo traidor”. Eso de que ”nada es verdad ni mentira”, eso de que no hay mentiras sino cambio de opinión, es lo que ocurre en el contexto del mundo traicionero, del mundo relativista que nos quieren vender los políticos. El mundo traidor que denunciaba Campoamor es el mismo mundo de nuestro tiempo en que los principios naturales (de ley natural), se cambian como les viene en gana a los políticos. Su mundo es un mundo traidor, relativista. Quieren que la verdad coincida con sus intereses. Están ganando la guerra contra la verdad, contra la esencia del hombre, contra la ley que llevamos impresa en nuestro interior poniendo por encima de ella los votos de un consejo de ministros o los de un Parlamento. Se pueden hacer y se hacen leyes con una mentira detrás de otra. Y se hacen legales algunos delitos como matar bebés en el seno de sus madres o acabar con enfermos terminales en lugar de administrarles cuidados paliativos, entre ellos el amor de sus familiares y amigos. Y todo será muy legal, pero si es antinatural es injusto. Una vez escribí y lo repito ahora con rotundidad: “los votos no hacen verdad”. La verdad habita en el interior de los hombres, como su hermana la libertad. Pero hay políticos que nos quieren quitar ambas y hacernos (sus) esclavos.
El colmo del mundo traidor, bastante ridículo, puede haber llegado de la mano de este «gobierno Frankestein» que parece proteger más a los animales, concretamente a los cerdos, que a sus súbditos humanos. Existía un Real Decreto 1135/2022, de protección animal. Ahora (el pasado miércoles, día 23 de abril, fecha para la historia) el Gobierno animalista ha llevado al BOE (Boletín Oficial del Estado) un anexo para exigir a los ganaderos que “los recintos de los edificios en los que se alojen los animales deben disponer de los sistemas adecuados, como ventiladores, calefacción, aire acondicionado, ventilación natural o forzada u otros que permitan mantener los rangos de temperatura adecuada para prevenir el estrés térmico para los cerdos”.
Creo que quieren justificar este desatino diciendo que este bienestar animal viene exigido por la Unión Europea. De ser cierto, hay que pensarse en serio renunciar a la nacionalidad española y a la europea. ¿Quién puede aguantar tanta imbecilidad hispanoeuropea? Estamos condenados a un mundo traidor donde nada es verdad ni mentira. Muy triste, pero muy real.
Posdata: apagón de un presidente y de una presidenta con sueldo estratosférico

Los dos dijeron, hace poco, que no podía haber apagón en España. Pedro Sánchez y Beatriz Corredor, un presidente que comparece y no aclara nada, pero ataca a las empresas privadas antes de que se hayan determinado las causas y las responsabilidades, y una presidenta de la Red Eléctrica de España que tarda en dar la cara y que sigue diciendo, con la que está cayendo, que tenemos la mejor red eléctrica del mundo y que ni se le ha pasado por la cabeza la idea de dimitir. ¿Cómo va a dimitir si gana más de 500 000 euros al año. ¡Quinientos mil euros, un poco más del salario mínimo interprofesional, señora ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz! ¿Son estos sueldos de enchufados del Gobierno verdaderamente sociales? ¿Qué ha dicho Yolanda del apagón? Esto dice del Gobierno: “Hemos resuelto un problema eléctrico sin precedentes en un tiempo raudo”. ¿Seréis raudos en aclarar las causas del apagón y en garantizar la imposibilidad de que se repita? Cuando escribo estas líneas aún no hay datos definitivos, pero Yolanda ya está pidiendo a Sánchez que nacionalice todas las empresas privadas relacionadas con la electricidad. ¿Que tendremos más apagones? Eso no importa. El Gobierno podrá presumir más veces de lo que presume nuestra paisana Diana Morant, ministra muy educada que nos recuerda lo pronto que ella y demás ministros, con Sánchez a la cabeza, resuelven los apagones. Y si hay que utilizar a la Santa Faz pues allí están ellos, los del PSOE y de los partidos de ultraizquierda que apoyan al Gobierno como si fueran devotos del santo lienzo, pero con pancartas y pañuelos convirtiendo la romería en una manifestación política contra el PP y especialmente contra Mazón, a quienes yo no defiendo ni tengo por qué defender, porque tengo la convicción de que nuestro centro derecha tampoco es cristiano. Y todos tan contentos, empezando por un periódico que magnifica la politización. El sanchismo marxista y sus socios comunistas no creen en la religión; la utilizan como han utilizado al papa Francisco. España se está descristianizando y ese es el gran problema, el de España, el de Europa y el de todo Occidente.
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