Como otros muchos años, vuelvo a este trozo de costa entre ilicitana y santapolera bastante desconocida para muchos alicantinos y parece que nada ha sufrido cambio alguno.
Las casitas, a un lado y a otro de la carretera de llegada, ahí siguen, aunque sus propietarios miran de reojo a Guardamar donde otras similares ya están siendo derribadas conforme esos permisos de Costas dejan de ser prolongados. Lo primero con lo que tropiezo es con un camión cisterna que está abasteciendo de agua potable a una de las ¿viviendas?, si es que podemos llamarlas así, pues tampoco disponen de alcantarillado y la energía eléctrica se escapa de cuando en cuando.
El arenal sigue siendo indomable y si encuentras un espacio para aparcar es mas que posible que después tengas que forzar el motor para sacarlo de allí. Es esa parte de la naturaleza lo que también hace atractivo a El Pinet.

La playita central, una rotonda de arena donde hubo, siglos ha, una torre vigía, ahora está presidida por la del servicio de socorrismo, aunque su titular se aposenta en una de madera mucho más accesible en caso de necesidad o urgencia.
Al norte, ya en municipio de Santa Pola, un par de kilómetros de dunas, donde la gente camina y se puede tropezar con algún nudista, o semi, aunque no se avise por parte municipal de tal eventualidad, pero donde impera el respeto y la indiferencia. Al final, te espera el denominado mollet, un espigón que antaño era lugar de carga de la sal que se produce justo allí, a un tiro de piedra. Y en ese empedrado luce una inscripción, de la que se dice es obra una tal Marisa, “pinetera” desde hace medio siglo, cuyo texto invita a la reflexión.

La hostelería sigue en su sitio, como el año pasado y el anterior, y los calamares del Maruja y las coquinas o la fideuá del Galicia siguen siendo imprescindibles.
Este pinet no es un pequeño Caribe pero se presta al disfrute y el descanso, al menos en septiembre, y está mucho más cerca, y si te dispones, puedes practicar idiomas con los muchos extranjeros que residen en las urbanizaciones cercanas. No hay que pedir más.
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