Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Contrastes

El Meló en el Olimpo de nuestra memoria

Última entrega de la biografía del mítico corredor de fondo alicantino José Morant «El Meló». Benjamín Llorens hace un repaso a sus años de gloria y relata como, aún con décadas a sus espaldas, sigue superando retos hasta que termina retirándose como vigilante nocturno.   Tras el éxito de la carrera Alicante-Madrid (454 kms. en 5 […]

Última entrega de la biografía del mítico corredor de fondo alicantino José Morant «El Meló». Benjamín Llorens hace un repaso a sus años de gloria y relata como, aún con décadas a sus espaldas, sigue superando retos hasta que termina retirándose como vigilante nocturno.

 

Tras el éxito de la carrera Alicante-Madrid (454 kms. en 5 etapas) el Meló saboreaba las mieles del triunfo con un apretado programa de actividades en la capital de España. La fecha del 4 de noviembre de 1926 se grabaría con letras de oro en su memoria. Por la mañana del día siguiente el corredor alicantino visitó el ministerio de la Gobernación donde fue recibido por su titular, el general Martínez Anido, al que hizo entrega de un mensaje del gobernador civil de Alicante. Giró visita más tarde al ministerio de la Guerra donde el jefe del Gobierno, general Primo de Rivera, había solicitado su presencia para saludar al atleta y felicitarle por su hazaña.

A las cuatro de la tarde el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, José Francos Rodríguez, le recibió en su domicilio particular donde el corredor le entregó el saludo de los periodistas alicantinos para sus colegas madrileños.

El 6 de noviembre, sábado, había fútbol y allí estaba el Meló. En el descanso del partido entre el Real Madrid y la Gimnástica Española (ganó el primero 5-1) vestido de corto, saludó desde el centro del campo al numeroso público que llenaba el estadio y dió unas cuantas vueltas de exhibición entre las ovaciones de los futboleros.

El domingo 7 de noviembre se cumplía una semana de su salida desde Alicante. Ese día la Sociedad Gimnástica Española organizaba la carrera de la «legua española» (cinco kilómetros y medio). La salida se efectuaba en el paseo de Recoletos, frente al café Gijón, a las diez y media de la mañana. ¿Adivinan quién daba el pistoletazo?, naturalmente el Meló, héroe del momento.

Casa de la Villa, sede del ayuntamiento madrileño. Allí fue recibido el Meló y desde esos balcones saludó a la multitud (años 20).

 

El lunes 8 de noviembre carretera y manta. El Meló regresó a Alicante en automóvil con el resto de la expedición alicantina. Al llegar a la terreta bajó del coche y -como no podía ser de otra forma- entró corriendo en la ciudad hasta la sede de la Asociación de la Prensa. Después giró visita al alcalde, gobernador civil, presidente de la diputación y redacciones de todos los periódicos alicantinos. Un gran gentío, que se iba uniendo a su paso, le acompañó con aclamaciones hasta el ayuntamiento desde cuyos balcones saludó en repetidas ocasiones.

Además de improvisado cartero, el Meló se había convertido en repartidor de ilusiones. La gente se identificaba con él y sus hazañas. Comenzaba a idolatrarle.

En los años siguientes, convertido ya en héroe popular, el Meló continuó prodigándose por carreteras, campos de fútbol o plazas de toros, en carreras pedestres o exhibiciones.

En el cross-country, como se decía entonces, realizó carreras entre Alicante y Murcia, Alcoy y Valencia o Elche y la capital del Segura, casi siempre con trayecto de ida y vuelta.

El Meló en sí mismo era un espectáculo como demuestra este pasquín de la época.

 

El sábado 12 de febrero de 1927, a las 3 de la madrugada, el Meló se ponía en marcha desde Alcoy para hacer uno de los recorridos mencionados: Alcoy-Valencia, ida y vuelta. Le acompañaban cronometradores, comisarios de prueba y periodistas alcoyanos y alicantinos. A las 5 de la tarde le esperaba en Catarroja una delegación municipal, con el concejal Francisco Romeu al frente y representantes de las sociedades deportivas valencianas. Pasaban pocos minutos de las 6 cuando el Meló entró en Valencia. Igual que unos meses antes en Madrid, también la capital del Turia le recibió como un héroe, con las principales calles repletas de público, como hizo constar el periódico La Correspondencia de Valencia. El alcalde, marqués de Sotelo, le ofreció una recepción, con lunch incluido, en la que el Meló le entregó un mensaje del pueblo de Alcoy. Después un reparador descanso y a las 12 de la noche, el atleta volvía a enchufar el turbo de regreso a Alcoy.

Caricatura del Meló en La Correspondencia de Valencia. Febrero 1927.

 

También se prodigaba en trayectos más cortos, como Almoradí-Catral-Almoradí (15 kms). Eso por la mañana, por la tarde regalaba a los parroquianos una treintena de vueltas a la plaza mayor, con el carril justo para pasar entre tantos espectadores (casi como les ocurre actualmente a los ciclistas subiendo la alta montaña en las grandes vueltas).

Aunque no podemos situar a ciencia cierta una fecha, debió ser a finales de los años 20 cuando – al parecer- sucedió la hazaña con el caballo. «El Meló a reventat un cavall».

Cuenta la leyenda que en una plaza de toros (que algunos sitúan en Madrid) el corredor Morant disputó una prueba de resistencia contra un caballo. El equino corría por el interior del callejón y el Meló por el ruedo, bordeando las tablas, con giros algo más cortos.

Tras muchas, muchísimas vueltas, el caballo dijo basta y se paró. El Meló continuaba corriendo entre el delirio del personal.

Este texto fue publicado en el periódico El Liberal con fecha 28 de febrero de 1929. Aunque no se aportan datos concretos, se hace referencia a «las continuas exhibiciones que realiza constantemente en todos los pueblos de España, en las que demuestra sus extensas facultades desafiando a un caballo».

También tenía que responder el Meló a los retos y desafíos que le lanzaban otros corredores, deseosos de medirse con él y conseguir -caso de ganar- una cierta notoriedad que al Meló entonces le sobraba.

Diario de Alicante (Nov.1928)

 

En la década siguiente, ya metido en la treintena, Pepe el Meló seguía su marcha, recorriendo España y realizando numerosas carreras pedestres entre ciudades y pueblos, o exhibiciones en lugares cerrados (campos de fútbol y plazas de toros). Estas últimas fueron prevaleciendo, poco a poco, conforme el atleta iba cumpliendo años. Y tenían el aliciente del cobro de entradas y las apuestas (prohibidas pero reales).

Así veía al Meló en los años 30 el popular semanario madrileño Mundo Gráfico (revista ilustrada).

 

En 1931, tras proclamarse la República, el ayuntamiento de Valencia contactó con el Meló para que realizara una marcha pedestre de las de órdago, entre la capital del Turia y la ciudad francesa de Menton, cerca de la frontera con Italia. Había que recorrer todo el arco mediterráneo entre Valencia y más allá de Marsella. Pero sin apurarse, no se trataba de batir ningún record. El objetivo era llegar a pie hasta Menton para depositar una corona de flores con la bandera republicana en la tumba del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, fallecido en su finca de esta pequeña localidad francesa y enterrado allí hasta que dos años más tarde, en 1933, sus restos fueron repatriados a su ciudad natal. El Meló y el corredor valenciano Manuel Lora cumplieron con la misión.

Tras la guerra civil, entrado ya en la cuarentena, el Meló siguió con su tónica de algunas carreras y más exhibiciones. Se prodigaba menos fuera de la provincia. Seguía corriendo porque no sabía hacer otra cosa y su privilegiada condición fisica le daba para ello, aunque ya no al ritmo de los años gloriosos. Su presencia se hizo habitual durante los descansos del fútbol en el estadio Bardín primero y luego en el campo de la Viña, durante los partidos del Hércules.

En Alicante, Elche, Alcoy, San Vicente, Jijona, Orihuela o Murcia era un ídolo. Se convirtió en un asiduo a las fiestas patronales de Calpe. Realizó en varias ocasiones el recorrido Calpe, Benissa, Teulada, Moraira y regreso a la ciudad del Peñón. O alternativamente ida y vuelta a Calpe por Callosa d’Ensarriá, Polop, La Nucía y Altea. Por Benidorm ni pasaba, aún era un pequeño pueblo de pescadores. Todos los trayectos tenían algo más de 40 kilómetros, una maratón. Cuarenta kms con más de cuarenta añazos. Infatigable el Meló.

El Meló, entradito en años, antes de comenzar una prueba (años 40)

 

La tónica continuó en los 50 (tantos años tenía el Meló como el siglo pues había nacido en 1900), eso sí con pruebas cada vez menos exigentes pero rodeadas por la aureola del corredor. «Corres más que el Meló» ya era una expresión popular alicantina. El héroe se había convertido en leyenda viva.

Diario Información (años 50)

 

A principios de la siguiente década aún corría el Meló, pero con 60 años cumplidos el motor comenzó a fallar. Ley de vida. Cuando tuvo que dejar las carreras había gastado todo lo que ganó, estaba sin blanca y no sabía hacer otra cosa que correr. Se vió solo y sin nada. Fue entonces cuando Pedro Fuster, Peret el de la Explanada, se hizo cargo de él y lo colocó como vigilante nocturno de la popular terraza alicantina para que pudiera ganarse la vida.

Así pasó José Morant sus últimos días, hasta que en junio de 1967 un cáncer de garganta -más veloz que el viento- se lo llevó de este mundo. Su cuerpo no fue reclamado por nadie así que, transcurrido el plazo correspondiente, el 23 de julio de 1967, sus restos fueron inhumados en la fosa común que alberga el Cuadro 12 del cementerio de Alicante, en la Florida, el barrio en el que tantas tardes de gloria había vivido el atleta, en el desaparecido Campo de la Viña.

Fosa común en el cementerio de Alicante donde descansan los restos del atleta José Morant el Meló.

 

La leyenda viva del Meló, el hombre que puso de moda el atletismo en la terreta, se había apagado pero al tiempo se encendió una llama en el sentir de muchos alicantinos. En ese Olimpo de nuestra memoria descansa José Morant Fuentes, el Meló, nuestro Meló.

Con cariño y admiración en Alicante, febrero 2018.

Posdata: Que el atleta José Morant «el Meló» no tenga una calle con su nombre en Alicante me parece, siendo benevolente, un olvido poco justificable. Siendo realista una vergüenza indisimulable.

 

Imagenes y Fuentes:

*Biblioteca Virtual de la Prensa Histórica (ministerio de Cultura)

*periódicos La Libertad y La Opinión. Madrid.

*Diario de Alicante.

*diario Información.

*El Liberal.

*Biblioteca Nacional de España.

*Mundo Gráfico (revista ilustrada).

*40 alicantinos. Tirso Marín Sessé.

*Archivo Municipal de Alicante.

*Universidad Miguel Hernández (cátedra Pedro Ibarra).

*Blog Almoradí 1829.

*Archivos Comunidad de Madrid.

*Redacción Hojadellunes.com

Benjamín Llorens

Periodista.

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