¿Alguien sabe decirme dónde se compran los valores personales, por favor?
Ya no te voy a hablar de la diversidad, ni de la inclusión, te voy a hablar de la naturaleza, de la vida, de lo que tiene que ver realmente contigo y conmigo. Con él.
La naturaleza nos gusta a todos, somos naturaleza y de siempre hemos tenido líneas poco determinadas que la separan de la divinidad, de los dioses de la antigüedad que justificaban sus divinidades con los propios poderes de la naturaleza, Ra, Poseidón Atenea, capacidades propias y humanas que nos parecían tan grandes que teníamos que darle una forma tangible y abarcable.
Vamos al campo, pisamos el césped, vemos las hojas de los árboles, miramos el sol y nos sentimos parte, ¿verdad?
Hace poco fui a un huerto precioso donde me contaban que el sustrato de la tierra da a la planta lo que necesita para ser ella misma. Pero luego nos comemos un tomate que no sabe a tomate, que ha sido obligado a crecer más rápido, a ser más pesado para recogerlo en menos tiempo y facturar antes y en mayor cantidad.
O las cerezas que ahora salen con dos cabezas (o tres) e incluso han perdido su propia capacidad de germinar porque ya alguna, más cansada, viene hasta sin semilla.
Y de aquí, no te la esperabas, me voy a la vida como luz propia de la naturaleza e inherente a ella. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y todo es vida y naturaleza. Hasta que llegan los cánones y ahí la hemos liado… las expectativas, la perfección condicionada, la comparación para serlo.
¿Y qué pasa si lo natural y perfecto, por ser natural y vida es rechazado por no ser como el estándar esperado? ¿Te imaginas al homo sapiens rechazado a través del bullying por los monos con el pulgar menos desarrollado? ¿O a un melocotón mirando de reojo a un albaricoque?
Pues resulta que esto viene de siempre, porque incluso la mujer era un derivado (proveniente de un costillar) del hombre precisamente, claro, porque eran hombres los que nos contaban esta historia. Y a ¿qué viene esto? A que en el momento en que entra el ego con el juicio comparativo no dejamos que lo propio y natural brille con luz propia, luz que le da el propio poder de la vida.
Os he engañado, porque al principio pensabais que iba a escribir sobre los tomates, pero resulta que sí que va de inclusión y de diversidad, también de mirar a cada persona (a cada niño, permíteme) como milagro de la naturaleza con su propia luz e identidad, de descubrir a cada persona como el tesoro increíble que es.
Y así termino, y tú lo sabes #sitehubieraconocidoantes, porque esto va de prejuicios y de etiquetas y al mismo tiempo de asombro y maravilla, de ver con otros ojos la vida y de admirar lo ordinario y lo extraordinario, de la naturaleza, esto último además con veneración al propio milagro que supone y que solo lo sabe hacer la vida.
Déjate admirar.
María Pavón
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