Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Entrevistas

Discapacidad Vs. Empleo, así funciona la lanzadera de APDA

Fuente: Lanzadera de empleo de APDA.

“Nosotros no buscamos personas para los trabajos; buscamos trabajo para las personas”.

Si vivir con una discapacidad ya resulta difícil y requiere de un sinfín de ayudas y de exigencias personales y familiares, éstas se multiplican mucho más cuando se afronta la posibilidad de encontrarle a esa persona un puesto de trabajo. A lo largo de estas líneas vamos a descubrir la realidad de este asunto al que nuestros entrevistados, Ricardo Ayela y Emilio Vicedo, se enfrentan a diario desde una plataforma entusiasta y luchadora como es la Lanzadera de empleo, un recurso más de la Asociación de personas con discapacidad de Aspe (APDA)

Ricardo Ayela.— Yo llevo ya 20 años. Empecé en APDA en febrero de 2005 y, con anterioridad, trabajé en UPAPSA (Federación de Asociaciones Para Personas con Discapacidad), en Anilia y en Apsa Alicante, desde donde compaginaba tareas con Apda en Aspe.

Emilio Vicedo.— Yo soy multitareas (sonrisas). En realidad he estado 20 años como cuidador en el centro de día, donde comencé en 2003, y ahora mi trabajo es el de técnico en integración laboral.

RA.— Surgió de manera natural y muy influenciada por otra inclinación que siempre he tenido y puesto en práctica desde los 18 años: el voluntariado. Colaboré con ancianos en un asilo, fui monitor de niños y también de personas con discapacidad y me apasionó. Estudié la ingeniería porque me apetecía pero no quería ser un ingeniero con zapatos y camisa. Orienté mi vida hacia la formación y gracias a esa simbiosis entre mis estudios y la experiencia adquirida en campamentos para personas con discapacidad, en el año 99 me contrató Anilia parar impartir un módulo formativo de jardinería durante dos años y, al año siguiente, contrataron a varios de los chicos que había formado para arreglar los jardines de una finca en Benisaudet y yo fui con ellos como tutor para apoyarles. Y así empezó todo.

EV.— Yo llevo dos años en este puesto, Ricardo me lleva mucha delantera.

RA.— Bueno, en mi caso, de Anilia pasé a UPAPSA donde estuve tres años con los programas SIL (Servicio de Intermediación Laboral) haciendo lo mismo que ahora: teníamos una bolsa de empleo para personas con cualquier discapacidad, prospección con las empresas y la Administración. Unos 25 años llevo ya en esta movida.

RA.— Como bien dices, así es, bonito y a la vez muy complejo por diversos motivos. Con el paso de estos 25 años te das cuenta que la sociedad evoluciona muy poco a poco y, si bien hemos avanzado, aún no estamos lo suficientemente preparados para la integración plena de las personas con discapacidad o de otras personas como inmigrantes o personas con riesgo de exclusión social. Esta sociedad no está preparada laboralmente todavía para acoger a colectivos vulnerables.

RA.— En Apda hemos creado la Lanzadera para el empleo que está subvencionada por el Fondo Social Europeo a través de los itinerarios integrales de inserción sociolaboral para personas en situación de riesgo o de exclusión social que en la Comunidad Valenciana se denomina y se gestiona como Fondo Social Europeo Plus programa 21/27. Europa nos marca el plan a seguir y aplicamos un itinerario que, en realidad, es común a cualquier demandante de empleo pero lo adaptamos. El proceso comienza con una entrevista para diagnosticar las necesidades de esa persona, se recoge toda la documentación necesaria, la misma que se pide ante cualquier oferta de trabajo o formativa. Luego vemos si sus expectativas laborales cumplen con su formación. Por ejemplo, si uno quiere ser carpintero pero no se ha formado en ello, tratamos de ofrecerle esa formación y elaboramos la adaptación curricular. Un tercer paso es la derivación, es decir, una vez formada la persona ofrecemos su perfil a entidades como UPAPSA, COCEMFE o la ONCE mientras el candidato sigue preparándose con otras entrevistas y, por último, ofrecemos el acompañamiento para el empleo con apoyo.

EV.— Es un itinerario personalizado basado en la formación que tiene el usuario, qué habilidades dispone para trabajar, tanto laborales como sociales, y buscamos lo más idóneo para cada uno. Consideramos que es muy importante observar a la persona para orientarle hacia una formación u otra acorde a sus intereses y experiencia.

«Es muy raro que una persona con discapacidad genere situaciones de baja o absentismo laboral porque aprecia realmente la oportunidad de empleo que se le ofrece».

RA.— Queda mucho por hacer. Si bien hay empresas grandes que desde su área de Recursos Humanos sí valoran estas opciones, en realidad el conjunto empresarial está muy lejos de la integración y la sensibilización. Las empresas ven la discapacidad como un problema por puro desconocimiento, creen que sufrirán absentismo, o que los candidatos “no van a ser capaces” o que desde la entidad “no vamos a saber atenderle”. Estos argumentos se resuelven con programas de empleos con apoyo o mostrando las estadísticas que confirman que las personas con discapacidad presentan incluso un menor absentismo que el resto de empleados.

EV.— Hace falta una mayor sensibilización social para que la inserción sea más efectiva. Nosotros intentamos que resulte pero no es fácil.

RA.— Al programa de empleo acuden personas con distintas discapacidades o titulaciones. Vienen desde abogados e ingenieros a personas con una formación menor. Siempre decimos que nosotros no buscamos personas para los trabajos, sino trabajos para las personas. Vivimos una Comunidad Valenciana donde los el sector de los servicios es el más requerido (limpieza, conserjería o jardinería) pero si viene una persona con otras aspiraciones se le intenta buscar ese trabajo a la carta.

EV.— El trato es muy personalizado y confiamos en la persona y que va a cumplir con garantías la labor a la que podría optar. En muchas ocasiones ya conocemos a la persona y a su familia porque haya estado previamente en el Centro de día y llegado el momento quiere encontrar un empleo y esas circunstancias favorecen el proceso.

RA.— Porque la idiosincrasia de APDA me permite lo que yo buscaba principalmente, que era el contacto con la persona con discapacidad, y así puedo alternarlo con la labor de oficina. APDA no es una entidad jerarquizada donde Dirección establece las pautas sino el equipo de trabajo al completo y eso favorece cualquier tarea.

EV.— Y porque APDA moviliza todos los recursos que tiene a su disposición para esta finalidad.

RA.— Hay una colaboración completa, sobre todo en la derivación a entidades de las personas que tenemos ya formadas y con su documentación al completo. Estas entidades nos conocen y saben que nos elaboramos de manera muy personalizada el currículum de las personas y eso favorece la derivación a un determinado puesto de trabajo.

EV.— Sin duda nos coordinamos mucho con las dos, sobre todo en función de la localidad donde aparezca la oferta de trabajo, lo que favorece que la persona encuentre el empleo adecuado.

RA.— Sí, lo hacemos, aunque desde hace un tiempo también recibimos peticiones de las empresas que ya tienen personas con discapacidad contratadas a través de la Lanzadera y están satisfechas de cómo funcionan o también del Ayuntamiento de Aspe, que nos deriva a las entidades interesadas en contratar personas con discapacidad.

Fuente: Lanzadera de empleo de APDA.

EV.— Es una pregunta compleja ya que los motivos pueden ser varios, como tener deducciones y desgravaciones, poder pedir subvenciones, o porque está obligada, o porque está de moda… y bienvenida sea esa moda que nos abre oportunidades, o porque creen de verdad en la persona y en sus diferentes capacidades porque lo han visto. En el fondo, lo que todas buscan es que el trabajador haga bien su trabajo. La empresa quiere ganar dinero y, si el trabajador es eficiente, la empresa ganará. Nosotros tratamos de convencer a la empresa de que una persona con discapacidad puede desempeñar perfectamente su trabajo, incluso con adaptaciones, y con ello la empresa conseguirá beneficios colaterales ya que las personas con discapacidad son personas con un extra de motivación y acuden al trabajo con otra actitud porque saben que las oportunidades son escasas y las aprovechan al máximo. Es muy raro que generen situaciones de baja.

RA.— Si la empresa nos deja entrar al apoyo, lo haremos, pero depende del caso. Si, por ejemplo, un ingeniero comienza en una cadena de televisión, como nos ha pasado recientemente, el apoyo que damos a la empresa es administrativo, para las ayudas, o de formación a su plantilla, ya que compartirá tareas con una persona con discapacidad. En situaciones de personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental o parálisis cerebral con una mayor disfunción motriz, la ley nos permite ofrecer el empleo con apoyo inicial y, con el tiempo, puntual, en colaboración con UPAPSA.

EV.— Nuestro apoyo desde la Lanzadera no acaba nunca. Tenemos el caso de Noemí, por ejemplo, que lleva 9 años trabajando de limpiadora en un instituto y continuamos supervisando su progreso.

RA.— Sí, hay una normativa muy antigua que viene desde la LISMI Ley de Integración Social de los Minusválidos) y ha evolucionado con nuevos decretos en los que se habla desde la cuota de reserva para personas con discapacidad a partir de los 50 trabajadores, que ha de tener al menos un 2 % de plazas, o las medidas alternativas, hasta las bonificaciones o descuentos a la Seguridad Social. Además, dependiendo de cada comunidad autónoma, se crean ayudas anuales de contratación. Aquí el problema está en saber cuándo salen, ya que no lo hacen con carácter retroactivo y eso supone que el empresario, si quiere acogerse a ellas, tiene un margen de tiempo concreto para ese periodo subvencionable que no siempre viene bien a a la empresa. Si siempre saliesen en enero, o con carácter retroactivo, podría ayudarnos mucho.

RA.— Esta es una pregunta muy habitual. Las personas que tienen una discapacidad mayor del 65 % tienen una pensión no contributiva que les otorga la GVA, si bien, también perciben una ayuda contributiva o de incapacidad del INSS aquellas personas que han trabajado. Existe un miedo ancestral en las familias, que es un bulo y hay que desmentir, de que se pierde la paga al tener un contrato. Siempre les digo que “al igual que no pierdes la discapacidad tampoco pierdes la paga”. Sí que es verdad que hay unos matices: si empiezas a trabajar y tienes unos ingresos superiores al salario mínimo interprofesional te congelan una parte de la pensión y estarás una temporada cobrando las dos cosas o pueden congelarte la totalidad de la pensión según el salario que percibas pero, como solemos decirles a las familias, “ojalá dejases de cobrar 450 euros para pasar a ingresar 1200”. Además, en el momento en que cesas en el trabajo la pensión vuelve a ti. Esto sí es verdad que conlleva un proceso farragoso porque hay que comunicarlo con el fin de que no haya un doble ingreso y es posible que en ocasiones surjan reclamaciones, pero lo importante es saber que la pensión no se pierde nunca.

«No es verdad que se pierda la pensión contributiva de la Generalitat por trabajar, al igual que no se pierde la discapacidad por trabajar, no se pierde la ayuda».

RA.— En este tiempo nos hemos encontrado con familias que apoyan mucho la inserción laboral de su hijo/a pero también tenemos ejemplos de todo lo contrario: familias que, tras un tiempo en el que sus hijos han estado empleados, negarse a que continúen. También hay casos de familias que agradecen muchísimo que su familiar, que ha sufrido un accidente o un trauma, haya vuelto a integrarse al mundo laboral. La familia es fundamental, sobre todo para la persona con discapacidad intelectual, pero en todas sus facetas, no sólo en la laboral. La familia contribuyendo en cada proceso remando a favor y facilitando y ayudando con la formación, acompañándole o brindándole las habilidades laborales que necesita.

EV.— Hay personas muy dependientes de su familia porque a veces se les ha protegido en exceso y eso nos obliga a trabajar también con ella para cambiar esa mentalidad, hacerle ver que la autonomía es un paso adelante en el bienestar de su hijo/a. Y, al contrario, en ocasiones nos encontramos con personas muy empoderadas que buscan un empleo ante todo.

RA.— Hoy en día hay mucha más variedad formativa, pero aún estamos a años luz de la normalización o la universalidad de la formación. Nosotros derivamos la formación. La consellería, a través de Labora, imparte en academias y, gracias al convenio, ofrece un catálogo de cursos para impartir un par al año en Aspe y así que las personas con discapacidad obtengan un certificado de profesionalidad. A su vez, la Lanzadera pertenece a una serie de entidades que también ofertan otras formaciones pero, al final, están ancladas en modalidades como auxiliar administrativo o documentación de datos o jardinería o agricultura porque esos fueron unos certificados muy amables a la hora de homologar las aulas, como sucedía al principio.

EV.— Es necesario ampliar el catálogo formativo. Donde sí se ha evolucionado es en la creación de los módulos en los IES que han abierto modalidades distintas. La pena es que no puedes superar los 22 años para inscribirte ni tener los estudios de ESO. Si se modificasen esos dos criterios, darían mucho juego a las personas con discapacidad y habría una menor exclusión.

RA.— Sí, es una labor complicada; es una siembra que da muy pocos frutos y requiere una alta tolerancia a la frustración. Es como enamorarse, han de darse una serie de circunstancias que confluyan que solo en ocasiones sucede, pero no vamos a tirar la toalla nunca. Nuestro trabajo también abarca la formación de gente en prácticas para técnicos en inserción social o trabajadores sociales a los que siempre les recordamos la labor de enseñarle a la sociedad que cuando se le da un apoyo a una persona con discapacidad no sólo lo hacemos por la persona, sino también para que su compañero, que no tiene discapacidad, esté a gusto con él y evitar exclamaciones del tipo: «me han puesto a una persona con discapacidad y me toca hacer mi trabajo y el suyo” o “encima no le entiendo”. Socialmente se hace un constructo negativo que debemos transformar en positivo y siempre queremos pensar que esta sociedad va a mejorar y en un futuro el empleo sea más universal.

EV.— Muchas veces, la falta de habilidades propias de la persona (responsabilidad, puntualidad, cultura del esfuerzo, etc.) obstaculizan el proceso tanto como la falta de formación académica. Y no podemos olvidarnos de la parte socio empresarial, donde resulta muy difícil convencer de las capacidades de las personas. Nosotros dos nos retroalimentamos trabajando codo con codo y a pesar de momentos malos seguimos con confianza en conseguir el objetivo. Somos optimistas, sobre todo si miramos atrás en el tiempo y vemos los logros en general que para las personas con discapacidad se han conseguido. ¿Por qué no en empleo?

RA.— En el empleo en personas con discapacidad hay que diferenciar entre el empleo ordinario, que es la contratación por una empresa normal, del empleo protegido, que lo estableció la ley Lismi en 1980 y estableció que las personas con discapacidad debían pasar por un centro ocupacional y las que estuviesen preparadas pasar a un centro especial de empleo y de ahí a la empresa ordinaria. Los centros especiales de empleo son empresas que han de tener un porcentaje de trabajadores con discapacidad del 70 % que suponen hoy en día un recurso de empleo muy alto en España. De hecho, en Apda se creó en 2008 uno de ellos y hoy trabajan 10 personas con discapacidad intelectual, 3 con discapacidad física y dos personas de apoyo que también tienen discapacidad física. En cuanto a empleo ordinario, además de Noemí, que hemos mencionado antes, tenemos a Carmen, que trabaja en la tienda de Decathlon en Alicante desde hace quince años.

RA.— Es una pregunta graciosa. Se encuentran según les vaya en la empresa. Si acaban de empezar a trabajar, están en una fase de enamoramiento en la que todo es fantástico; una vez pasa un tiempo, entran en la rutina y en la normalidad. Lo mismo que con una persona sin discapacidad. También depende de las expectativas de cada persona.

EV.— Con la diferencia de que valoran muchísimo haber conseguido un empleo que les genera otras expectativas de vida. En general, son muy agradecidas y se esfuerzan mucho más por mantener ese trabajo porque saben que quizás sea su única oportunidad.

RA.- Todo el programa de empleo lo aglutinamos en la Lanzadera que vino a ordenar y dar forma a unas labores como formación u orientación y derivación que ya estábamos haciendo y, en realidad, se convertía en eso, en una forma de lanzar a la persona hacia un empleo. Era necesario crear un nombre que nos diese la oportunidad de pedir subvenciones porque por desgracia se le da mucho valor al empleo pero no existe una figura de técnico de integración laboral en un Centro como un fisio o un psicólogo. No queda más remedio que acudir a las ayudas de fundaciones u otras bajo un proyecto como este.

El aula ocupacional de APDA

Hablamos ahora con José Vázquez. Monitor del aula ocupacional de Apda que nos presenta así un recurso más de la Lanzadera de empleo, el taller prelaboral El Río.

José Vázquez.— Es un taller ocupacional que se creó para personas que no tenían plaza en el centro de día y en el que gracias a convenio de colaboración con la empresa Famosa hacemos el embolsado final de piezas para los juguetes. EL objetivo es que los chicos adquieran una serie de hábitos, una rutina, como en un trabajo normal, con un horario que cumplir y con la responsabilidad de sacar adelante la tarea que les toque, lo que les viene fenomenal para su proyección fuera de la asociación.

JV.— Les cuesta expresarlo, pero se nota que es muy importante para ellos. Es verdad que hemos tenido un parón con Famosa, con la que estábamos muy contentos, porque la empresa se está restaurando al haber sido adquirida por otra y eso nos ha obligado a crear otras actividades como un taller de cerámica, mantenimiento del edificio en el que estamos, cuidado de los jardines, limpieza de furgonetas, etc.

JV.— En principio, no. Los chicos se encuentran a gusto en el taller y también hay algunos que se han estado preparando para una oposición de subalterno en la consellería.

JV.— Hay distintas formaciones, desde la básica a otros chicos que no saben leer ni escribir pero que aprenden también a hacer algunas de las tareas.

JV.— Para serte sincero desconozco esta situación; bien es verdad que en ocasiones se ha contactado con empresas y no hemos tenido una respuesta positiva, pero ahí seguimos, con el tallery en contacto constante con la Lanzadera de empleo y con el centro de día para que, de una manera conexionada, se facilite el acceso a la nueva formación que surja, por ejemplo, en jardinería, informática u oposiciones. Y a su vez, asisten a las actividades que surgen en el centro.

JV.— Simplemente que si alguna empresa se ofrece para conocernos y ofrecer un puesto de trabajo, aquí nos tienen.

Conociendo a «los chicos»

Entrevistamos a continuación a los trabajadores de Apda, personas con distintas discapacidades, como Nieves Alma Pujalte, trabajadora en el centro especial de empleo de APDA en la estación de autobuses de Aspe.

Estación de autobuses de Aspe.

Nieves Pujalte.— La tarea consiste en la venta de billetes de autobús, dar información de horarios y trayectos que hacen los autobuses. Empezamos con la compañía Alsa a vender billetes a mano hasta 2011 y en 2014 hasta 2017 los vendía por ordenador. Actualmente trabajamos con Subús (Vectalia) y la venta se hace con el mismo método que lo venden los conductores en el bus. Y también atiendo un quiosco de venta de snacks en la estación.

NP.— La valoro con un 10. Me encanta trabajar. Y me siento útil y además llevo mi casa y con lo que gano saco adelante a mi hijo para ofrecerle una vida mejor.

NP.— Surgió a través del centro de día que dan apoyo a las personas con discapacidad. Somos personas que, si nos lo proponemos, podemos hacerlo.

NP.- Siempre lo he tenido y yo he insistido siempre en que quería trabajar y hacer una vida normal, aunque a veces me haya costado, pero siempre han estado a mi lado.

NP.— Siempre voy a estar agradecida de todo el apoyo que me da mi familia, amigos, pareja y compañeros de trabajo.

Aprovechamos para hacer preguntas también a Rubén Marco, trabajador del centro especial de empleo de APDA.

RM.— Controlar la zona azul de aparcamientos y repartir carteles o propaganda Y limpio en la estación de autobuses.

RM.— Dejo avisos en los coches si se pasan de la hora y llamo a la Policía si pasa tiempo.

RM.— Lunes y viernes en la Zona Azul; los demás días, reparto.

RM.— Años, años.

RM.— Sí. Voy con ilusión.

RM.— Me lo comentaron en la asociación y lo vimos y ¡para adelante!

RM.— Sí. Los fines de semana los tengo libres.

RM.— En la Zona Azul está Lidia cuando yo no estoy y en el reparto voy solo.

RM.— Sí, aunque al principio mi madre no lo veía claro pero al final, bien y con mi hermano también bien.

RM.— Yo le daría un diez. Es muy importante para mí

Conocemos ahora a José Regaño y Moisés Garriga, trabajadores del centro especial de empleo de APDA.

José Regaño.— Quitar las basuras, recogerlas, revisar si falta papel o jabón, limpiar los baños y los despachos y el comedor del centro de día. Abrimos las ventanas para ventilar y desinfectamos las mesas.

Moisés Garriga.— Vaciar las papeleras, limpiar los otros aseos y los cristales.

JR y MG.— Llevamos dos meses y medio. Empezamos los dos a la vez.

JR.— Yo estuve en un colegio durante seis meses como limpiador y muy bien. También estuve trabajando en un restaurante durante 3 años y medio hasta que empecé aquí. Y estoy muy contento y muy orgulloso.

MG.— Yo también estuve en un colegio de limpiador.

MG.— Son cuatro horas.

JR.— Sí, los fines de semana los tenemos libres.

JR.— Siempre he encontrado apoyo en mi padre y en mi madre; me dicen “verás que si no encuentras ahora, al final saldrá”.

JR y MG.— Un diez, es muy importante.

Hablamos ahora con Lidia Urios, trabajadora del centro especial de empleo de APDA.

LU.— Estoy controlando los coches aparcados toda la mañana y, si no tienen el papel puesto, les dejo un aviso.

LU.— Yo sólo hago esto y los viernes voy a limpiar en el polideportivo.

LU.— Desde abril de año pasado. Empecé limpiando en el centro y luego ayudé en la cocina y ya me pusieron aquí, en la Zona Azul.

LU.— Me ha venido muy bien estar en esta empresa y por estar aquí en el pueblo porque puedo llevar al niño al colegio.

LU.— Sí, tengo un niño de seis años.

LU.— Sí, sí.

LU.— Le daría un ocho. Para mí es importante.

Y por último, charlamos con Noemí Giménez, trabajadora del centro especial de empleo de APDA.

NG.— Es en Monforte, en el IES Las Norias. Allí limpio las clases, seminarios, servicios, el hall y la escalera.

NG.— En mayo hará nueve años.

NG.— Ricardo me lo comentó y empezamos porque en aquellos momentos no tenía trabajo. Hacía dos horas por la mañana y cuatro por la tarde y ahora hago cuatro horas, de 15 a 19 horas.

NG.— Mucho porque si quiero ganar dinero y comprarme algo me lo puedo ahorrar.

NG.— Sí, y lo agradezco mucho.

NG.— Cojo el autobús diario a Monforte a las 13’50 horas. Yo estoy muy bien con mi trabajo.

Asociación pro personas con discapacidad de Aspe

La Asociación Pro- Personas con Discapacidad de Aspe es una entidad sin ánimo de lucro fundada en 1975 por familiares de personas con discapacidad de Aspe por la ausencia del servicio de atención social en la población.
APDA tiene como finalidad aumentar la calidad de vida de las personas con discapacidad y de su entorno que, por diferentes circunstancias, tienen dificultades para desarrollar una vida normalizada con la misma igualdad de oportunidades que la mayoría de los miembros de la comunidad.

Esta asociación posee una personalidad jurídica propia y capacidad plena de obrar para administrar y disponer de sus bienes y cumplir los fines que se propone.

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