Leyenda o realidad, se nos contaba de niños que el Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, señor de Valencia, cayó herido de muerte mientras paseaba entre las almenas de su castillo. Llegada la noche parece que tropas moras se aprestaban al asalto, pero al amanecer los caballeros cristianos abrieron las puertas de la ciudad con el Cid a la cabeza, embalsamado, vestido, ceñido con sus armas y montado sobre su caballo. Y dícese que los aguerridos árabes al verle al frente de sus huestes, huyeron.
Ir…
El pasado 3 de septiembre Remigio Soler, pintor, escultor, y sobre todo persona, falleció a menos de un mes de la inauguración de la exposición antológica que en su homenaje se le habría preparado por su barrio, el de Benalúa. Cuando se abrieron las puertas de la antigua Lonja del Pescado sentí vergüenza de la Concejalía de Cultura de mi ciudad. Trescientas o cuatrocientas personas nos agolpábamos en los accesos, no cabiendo en la sala de parlamentos, donde el calor era sofocante y los equipos de sonido insuficientes. Gran parte de nosotros con el deseo de expresar a Tere, su viuda, y a sus hijos, nuestro respeto y admiración al hombre y al artista.
… huir…
Media hora después, corrió el comentario de que se iba a abrir -¡por fin!- el espacio expositivo pero que se iba a permitir el acceso de forma paulatina en grupos de diez personas, lo que provocó que numerosos asistentes decidiéramos marcharnos para volver en otra ocasión, no sin antes preguntar al funcionario de la entrada dónde se podía conseguir el catálogo editado. Vana pretensión, no disponía de esa información.
Tuve la oportunidad –estaba en el sitio oportuno en el momento adecuado- de organizarle su última exposición en la Sala de la CAM (“Homenaje a la Medicina”) y de tener una docena de contactos con él, incluso posteriormente, heredando siquiera una pizca de la gran amistad que tuvo con mi hermano Fernando, que tantos años se dedicó a la crónica municipal que ahora firmaría conmigo esta crítica.
…y volver
Pero, a pesar de la concejalía, auguro –tras haber vuelto a la Lonja- un gran éxito de este proyecto; exposición que debería abrir sus puertas a visitas guiadas a escolares por la excelencia y variedad de las obras que Remigio nos ha legado, sin perder de vista su peculiar biografía, modelo de superación que para muchos jóvenes podría suponer.
Es verdad que el espacio parece haber resultado insuficiente a tenor del número de obras que componen la exposición, pero no merma la calidad del proyecto. Y un apunte para los diseñadores gráficos: por favor, aumenten el tamaño de los textos.
Y vuelta a preguntar por el catálogo al funcionario de turno. “Creo que eso es cosa de la Asociación de Vecinos de Benalúa”, me dijo.
Epílogo
La RAE define cid (del árabe hispánico sid y este del árabe clásico sayyid “señor”), como “hombre fuerte y muy valeroso” y desde luego que lo fue –en todos los sentidos- pero como escultor lo prueban sus obras por la osadía con que acometió muchas de sus tallas.
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