Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Carreteando

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Semana automovilística donde las haya con la operación salida versus operación retorno. Como diría el Mota, las gallinas que entran por las que salen. Que sí, que hay que llevar mucho cuidado con la carretera, que la peña ya debe de estar colocándose las pegatinas esas de las letras para poder entrar o no en las zonas de bajas emisiones (ZBE) —un invento más de esa Agenda 2030 que pocos sabrán de qué va exactamente, pero cuando te dicen que es para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los que apuestan por todo lo que sea cuidar el medio ambiente lo aplauden, luego son los primeros que cuando bajan la basura y ven que el contenedor está a rebosar lo dejan fuera, en el suelo, aunque haya una pila de bolsas al lado, pues eso que se sostengan todas—. La ironía del que va al gimnasio en coche y sube en ascensor en lugar de hacerlo por las escaleras cuando llega a casa, en fin. Mundo de apariencias siempre.

Pero lo que me llama la atención y reconozco que no tenía ni idea y me lo comentó un amigo y luego lo vi por un reel (vídeo) en Facebook es que nos han colado, implementado, impuesto una nueva norma de circulación, con su señal y todo, que consiste en que según por qué carreteras está prohibido circular si al menos no van dos personas en el coche. Sí, no es broma, es putada 2030. Es decir, que eso de la libre circulación por las carreteras españolas, vamos, el hecho de ser libre, choca con que te pueden multar según en qué carreteras vas solo.

No sé. Eso te obliga a tener amigos, te obliga al miedo de si estás llevando a alguien y lo dejas, pasas de ser dos a ser uno y te multan por ser sólo uno; te obliga a tener que buscar rutas alternativas, a comprarte muñecos de plástico para disimular, y si voy con mi amigo invisible de la infancia, eso te obliga a que si tienes el COVID o cualquier enfermedad, aún así debes llevar a alguien a tu lado. El derecho a la soledad se ha perdido. Si voy en moto también; cuentan los bebés como dos personas. Puedo alegar trastorno de personalidad múltiple y pasar los controles, que lo hacen supuestamente para que no haya tanta contaminación. Ya han perdido la fe en los coches eléctricos. Los poderosos podrían pagar chóferes para cada uno, como hacen ello; si un autobús a una hora determinada va vacío también lo multan. Al final, todo ese progreso va en claro retroceso a las libertades individuales, pero que no se queje la peña que no conduce, esa a la que la llevan a todos lados, esos no cuentan.

Estoy por pedirle a Barcala que, en lugar de mi patinete para mi tercera edad, pase por mí con su coche oficial y así ya somos tres y hasta podemos charrar de cosas, como por ejemplo eso que he leído en un diario que han puesto contenedores de basura delante de las terrazas donde la gente, el turismo ese del que vivimos y presumimos, va a tomar algo y se encuentra con ese maravilloso olor que el calor hace desprender y llena de bichos y ratas. Y, por supuesto, de la gente meando entre ellos.

Imagen generada con ChatGPT.

Aunque a la peña ya le da igual mear entre contenedores que en la misma calle en una pared, meada sostenible 2030. Como tampoco hay meaderos en la ciudad y, si tienes una urgencia, o te metes a un local y consumes, o te buscas la vida en la calle, que no estaría de más, como en Hogueras. En verano, con tanta peña, hay que poner baños, que estuvieran vigilados, por supuesto, que incluso pagaras, no sé, 50 céntimos o un euro, para que se sostengan. Pero es que en la ciudad o te vas a un centro comercial o te metes a un local obligado a consumir, o meas en la calle entre coches o entre contenedores, es la realidad.

Pero que no sólo mean donde no deben las personas, hay una cosa que me llama mucho la atención y es porqué los dueños de los perros dejan que hagan sus necesidades en mitad de un paso de cebra, y ya lo he visto varias veces. Les da igual parar la circulación porque a su compañero/a de piso le ha dado un apretón en mitad de la carretera. Con tranquilidad y parsimonia esperan ahí a que termine su pesada digestión. Y no les digas nada, que te la arman. Luego son los primeros que le pegan un estirón a la correa si el perro se para más de lo normal. Y por favor, llévenlos por la sombra, porque se queman las patitas. O vayan ustedes descalzos y descalzas como ellos/as y verán qué pronto quieren volver a casa a poner el aire acondicionado que eso no es gastar, claro, pues eso, aire acondicionado 2030. Cuando yo era pequeño, o un ventilador, o a sudar, y no pasaba nada.

Aunque ahora poco pasa. Me hago eco de esa noticia de esos padres que se iban de viaje con sus dos hijos y uno de ellos no tenía el pasaporte en regla y van y lo dejan en el aeropuerto. Así como si nada. Ya volveremos. Siéntate al lado de Penélope, que ya tiene experiencia, pero que no podían perder los billetes. La escena sería cómica si no fuera porque es real. Llegamos los cuatro y embarcamos tres y lo siento, hijo, haber tenido el pasaporte en regla, hay que saber perder. Te esperas sentadito que la tía Maripili vendrá a por ti, te traeremos un pin y una camiseta o una gorra, deséanos buen viaje. Ponte la peli Solo en casa ya si eso. La 1 y la 2.

Evidentemente, se dieron cuenta del percal los encargados, detuvieron el vuelo antes del despegue y todos a comisaría. Pues eso, que no podían perder los billetes.

Pues padres y madres de esos y esas los y las hay a patadas. Claro, si luego los dejan solos en casa, tengan la edad que tengan, o en las urbanizaciones. Anda, niño o niña, bájate a jugar o a la piscina o a los columpios, pero no des la brasa, porque mucha peña tiene hijos porque llegaron, pero luego hay que educarlos y cuidarlos y estar pendientes de ellos y de ellas. Que una tablet para que no molesten, no es la solución. Luego, claro, ven lo que ven, escuchan lo que escuchan y aún te sorprende que tus hijos e hijas sepan más de sexo que tú a tu edad.

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Cadillac solitario, de Loquillo frente a cualquier canción de Bad Bunny, preocúpate de ver lo que dicen; Loquillo era un pipiolo.

Y eso sucede tanto en la urba como en la playa, que dejan que el menor se meta «allá donde no hace pie» —que se decía antes—, mientras están pendientes del móvil que es la fuente de la sabiduría vital y fundamental. Pero que si a mi pequeño se lo lleva la ola o la corriente, ya lo devolverá, que siempre ha sido pesado y no hay quien lo aguante más de quince minutos. A ver si pasa pronto agosto y al cole, pero que no se me vaya esta pantalla, ni la cobertura, que pierdo esta oportunidad de comprar una sartén, que la meto en el carro, que la oferta acaba ya mismo. Menos mal que el anuncio me ha llegado justo en el momento. Y encima me regalan ropa interior y un estropajo para frotar, la zona amarilla suave, la verde para quitar hasta el gotelé si es preciso. Su envío ya está de camino, llegará mañana vete a saber a qué hora, que ya te toca estar todo el día esperando sin salir, tu vida pendiente ese día de esa sartén, las bragas y el Scotch-brite con el que lo puedes frotar todo. Pero que da igual, llegará justo en el momento en el que no estés en casa, o te estés duchando y no oigas la llamada y te digan que no te encontrabas en tu domicilio, ya volveremos en otro momento, día o año, mientras tu hijo, Michael, ya está en su flotador de flamenco a punto de llegar a Mallorca y sin necesidad de pasaporte ni cayuco alguno.

Luego ves en las noticias que este año es en el que más ahogamientos se han producido en la última década. En junio, más de 300. Y aún te sorprendes. Pero tú no dejes de mirar el móvil, que el rastreador de la compra dice que el envío ya ha salido a su destino.

Y siguiendo con el móvil, una cosa que me llama mucho la atención cuando me dedico a patear la ciudad entre semana buscando cosas curiosas para poder escribir este artículo es que de un tiempo a esta parte las mujeres que acompañan a las personas mayores, las cuidadoras para sacarlas a pasear, hacerles compañía, darles conversación o lo que sea, pues el 90 % se dedican a estar con el móvil mientras empujan la silla de ruedas, o las llevan del brazo. Siempre son mujeres.

La verdad es que no he visto a hombres realizar esa labor. Entiendo que en los momentos de higiene es más sensible que sean mujeres. También es verdad que el 95 % de las personas que salen a la calle con cuidadoras son  señoras mayores, a hombres he visto a muy pocos. Pero lo que me llama la atención es que no les hacen ni caso, porque se pasan el tiempo pendientes de la pantalla. No sé, quizá si les dieran conversación hasta aprenderían cosas interesantes de una generación que vivió una guerra y dos siglos en vez de ver cómo comprar en cualquier tienda virtual o vete a saber qué, perdiendo la oportunidad de tu vida y de la suya.

Y eso, de saber qué, o de no saberlo, esa es la cuestión. Y poco a poco va saliendo a la luz el desastre que es la educación en este país. El hecho de aprobar hasta a la silla sin hacer méritos ha llegado a que en la oposición de profesores ha habido mogollón con faltas de ortografía. Normal, si era de esperar. Han suspendido a un montón por no saber escribir. Pero claro, si los vas pasando sin ningún tipo de rigor, hagan lo que hagan o no hagan lo que no hagan…

Nadie repite curso, y si suspende Lengua, o lo que sea, da igual. Y encima, ahora van a hacer que las tablets primen por encima de todo. Adiós a la escritura, a las reglas de ortografía —que ya está el autocorrector para corregir tus errores y la IA para hacerte los deberes—. Si es que no sé porqué la peña va al cole si estando en su casa pasarían de curso igual aunque fueran absentistas. No pasa nada. Sí, bueno, servicios sociales y eso, pero pasan igual. Es la ley del nulo esfuerzo. Pues ¿qué querían los profesores opositores? Que bueno, yo me he cruzado con alguno que, no te lo pierdas de vista. Pero que sí, si los pasamos a todos, pues todos llegan. La suerte es que en un par de años los mismos profesores de los tribunales serán esos que tienen todas esas faltas, con lo que no pasará nada y la peña aprobará porque no sabremos quién sabe menos. Y es la triste realidad. Y si no, al tiempo. Los de la vieja escuela ya somos, eso, dinosaurios en un mundo tecnológico en vías de extinción, pero eso sí, cuando se va la luz o no hay conexión a Internet puedes escuchar los gritos de los docentes que no saben qué tienen que hacer sin una pantalla digital.

Canción, Voy a pasármelo bien, de Hombres G.

Libro, Manual del guerrero de la luz, de Paulo Coelho.          

En fin que ustedes lo lean, lo pasen y  lo paseen bien.

Imagen de portada de www.deposiphotos.com.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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