Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Aventura y montaña

Así fue la expedición a Karakórum

Fuente: Carlos Cardelle.

Tal y como ya anunció esta Hoja del Lunes en mayo, Carlos Cardelle ha realizado este mes de agosto la expedición De Lucentum a Karakórum, cordillera asiática donde se encuentra el Broad Peak, de nada menos que 8047 metros. Hoy nos relata su interesantísima e impresionante experiencia.

Porqué del nombre de la expedición

Lucentum es el nombre del yacimiento arqueológico de una ciudad íbero-romana situada en la costa alicantina. El término proviene del latín lucentum (con la variante lucentia) que parece derivarse de leuké, del nombre griego Acra Leuké (Ακρα Λευκή), es decir, la ciudadela blanca. Y desde esta Lucentum, ciudad de luz, emprendí viaje hacia la cordillera del Karakórum, una gran masa de montañas puntiagudas enlazadas entre sí con sus blancas cumbres. Así que origen y destino me hicieron unir estos dos extraordinarios lugares por su belleza y significado.

Vista aérea del glaciar Baltoro en la Cordillera Karakórum. Fotografía de Guilhem Vellut (WIkimedia).

Inicio de la expedición

El día 7 de junio por fin conseguí el visado para viajar a Pakistán, nada más y nada menos que tres días antes de la fecha prevista para el vuelo. Este retraso se debió a la crisis entre India y Pakistán que comenzó el 23 de abril tras el atentado en Pahalgam, un ataque terrorista islámico en el Valle de Baisaran de Jummu y Cachemira (India), que se saldó con la muerte de 26 turistas hindúes, un trabajador local y más de 20 personas heridas. El Frente de Resistencia (TRF), una rama del grupo pakistaní Lashkar-e-Toiba designado por la ONU como un grupo terrorista, se atribuyó la responsabilidad del ataque. Esto provocó la expulsión de diplomáticos, suspensión de visas, cierre de fronteras y del espacio aéreo. Con esta incertidumbre inicié la expedición.

Fuente: Cardelle.

De Islamabad me desplacé a Skardu, donde cogí un taxi hasta el pueblo de Sildi desde el que inicié mi aclimatación en la montaña Khosar gang, de 6046 m, en el valle de Shigar. Allí paré dos noches a 4000 m de altura.

El 17 de junio comencé un trekking de 9 días y unos 74 km por el glaciar del Baltoro hasta llegar al Campo Base del Broad Peak con una altitud de 4800 m. Durante el trekking hice amistad con Olga Dobranowski (una alpinista de USA, Colorado) con el mismo plan que yo de intentar escalar el Broad Peak, de 8047 m, y el K-2, de 8611 m, por lo que decidimos trabajar juntos para unir fuerzas y así poder llevar a cabo nuestro proyecto.

El día 27 de junio subimos los dos al Campo 1 del Broad Peak (5800 m) con intención de montarlo y pasar dos noches de aclimatación. La primera noche intenté hidratarme, pero algo no iba bien, no sentía ganas de orinar y al amanecer vomité todo el agua que había estado bebiendo. Me di cuenta que mi cuerpo no se estaba hidratando, por lo que decidí bajarme solo de inmediato al Campo Base donde en un par de días me recuperé.

El 1 de julio subí de nuevo al Campo 1 para continuar con la aclimatación y el día 2, Olga y dos polacos (Tadeusz Papierzynski y Yakub Gluszak) subieron también; mientras, yo aproveché para hacer un primer porteo de material (tienda, gas, cuerda, estacas y tornillos de hielo, clavijas y friends, comida, etc.) hasta unos 6100 m, donde dejé mi primer depósito de material. Así, al día siguiente, desmontamos el Campo 1 y trasladamos todo al Campo 2 donde pasamos otras dos noches a 6300 m sin contratiempos y en el día bajé a recuperar el material depositado anteriormente.

Fuente: Cardelle.

El 4 de julio hicimos una primera rotación a 6800 m para seguir aclimatando y dejé otro depósito de material. Al bajar al Campo 2 nos encontramos, con sorpresa, que la tienda estaba llena de agujeros, por lo que la reparé con unos parches autoadhesivos multiusos.

Los próximos días 3 y 4 conseguimos montar el Campo 3 y dormir sin problemas a 7100 m, algo que para nuestra aclimatación y preparación de cara a ascender estas cumbres es imprescindible ya que nuestra intención era hacer las dos cumbres sin porteadores ni ayuda de oxígeno extra. La previsión para los próximos días era mala por lo que decidimos desmontar el Campo 3 y dejarlo todo en un depósito enterrado en la nieve y bien señalizado para que nadie lo destrozara.

El clima no dio tregua

El 7 de julio bajamos al Campo Base para descansar y recuperarnos de una aclimatación extremadamente dura pero muy buena. De bajada nos encontramos con Waldi, que dijo ser el guía de un grupo de polacos, y nos comentó su intención de dormir las próximas tres noches en el Campo 3 a pesar de la mala previsión meteorológica. Su arriesgada decisión y un poco de mala suerte provocaron que cuando decidió bajar del Campo 3, después de varios días nevando, un alud le arrastró ocasionándole una fractura de tobillo y haciendo necesario que los sherpas Min Temba, Daba Sangue y Pasang Tensi tuvieran que subir a rescatarlo. Salieron a las once de la noche del día 14 de julio y hasta 25 horas después no regresaron al Campo Base con el lesionado. A estos chicos se les debería considerar auténticos héroes tras el extraordinario esfuerzo físico y técnico que realizaron con gran riesgo de sus propias vidas.

Fuente: Cardelle.

La climatología se complicó tanto que tuvimos que esperar más de 10 días para encontrar una posible ventana de buen tiempo y hacer un intento de cumbre. Durante estas jornadas aproveché para acercarme al Campo Base del K-2 donde tenía depositada otra tienda para montar el Campo 2 allí. Saludé a algunos alpinistas conocidos e hice un reconocimiento de la ruta hasta el Campo Base Avanzado del K-2 donde iba a dejar mi tienda. Observé que la ruta hasta el Campo 1 del K-2 estaba muy peligrosa por la cantidad de piedras que caían. Confirmando mi sensación, unos días después nos informaron que una avalancha de piedras debajo del Campo 1 del K-2 provocó el fallecimiento de un sherpa y dejó a otro muy grave.

Cuando volví al Campo Base del Broad Peak, no encontraba mi teléfono por ningún lado y tuve que darlo por perdido hasta que al día siguiente, ¡oh, sorpresa!, Esín Handal (Turquía), una amiga alpinista, me lo trajo desde el Campo Base del K-2. Definitivamente me estoy haciendo mayor.

Fuente: Cardelle.

El 17 de julio, Olga, Tadeusz, Yakub y yo subimos directamente del Campo Base al Campo 2 transportando gas, comida para 5 días, mono de expedición y demás material. Después de este palizón necesitamos un par de días para descansar.

El día 20 de julio salimos a las 5 de la madrugada hacia el Campo 3 con el mono de expedición puesto. Después de tantos días nevando, al adelantarme al resto del grupo, tuve que abrir huella y desenterrar cuerda en la zona donde había habido un alud unos días atrás. Es un tramo vertical de unos 45˚ y un desnivel de 200 m justo antes del Campo 3. El esfuerzo fue tan descomunal que me tiré en la nieve y esperé a que Tadeusz y Yakub abrieran huella los últimos 50 m hasta el Campo 3. Olga llegó 2 horas después, agotada también. Fue un día extenuante y la guinda la puso que, al llegar al Campo 3 donde teníamos todo el material, comprobamos que alguien lo había destrozado y nos había robado (manoplas de expedición, gas, pasamontañas, guantes). ¡No me lo podía creer! ¿Por qué? ¿Quién es capaz de hacer esto?

Fuente: Cardelle.

Ya por la tarde, me fui a reconocer la ruta hacia cumbre. De nuevo me tocó ir abriendo huella y desenterrar la cuerda fija en la nieve cuando, de repente… ¡Ups! Me hundí en la nieve hasta las axilas, ¡qué mal rollo! Decidí darme la vuelta y regresar al Campo 3. Justo cuando debatíamos si salir esa misma noche para cumbre, nos comunicaron que ya había una compañía de Nepal que estaba subiendo con sus clientes con la idea de hacerlo, por lo que decidimos esperarles.

El 21 de julio bajamos al Campo 2 para recuperar. Olga, Tadeusz y Yakub descendieron al Campo Base mientras que yo me quedé a esperar a los nepalís y hacer otro intento de cumbre. Al caer la noche llegó la compañía Glacier Himalaya con el sherpa Dendi y sus clientes. El 22 de julio subí de nuevo al Campo 3 súper ilusionado con el grupo nepalí. Llevaban 6 sherpas que intentarían abrir huella con apoyo de oxígeno, más otro tanto con sus clientes. Por la tarde, sin embargo, se puso a nevar en el Campo 3. A pesar de sus esfuerzos, el mal tiempo nos obligó a desistir. Al día siguiente, aunque tenían el propósito de hacer un segundo intento, se pasó todo el día nevando y fue imposible. Yo tuve que retirarme, tanto por el alto riesgo de alud como porque otra noche a 7100 m era demasiado. Como el resto de la gente quería hacer otra prueba, me bajé solo al Campo Base haciendo noche en Campo 2.

Fuente: Cardelle.

El 28 de julio hubo una posible ventana de buen tiempo de 3 días. Olga y yo decidimos tirar para cumbre junto a una compañía de Pakistán, Karaorum Expeditions, que iba a hacer también un último conato con sus clientes. Al llegar al Campo 2 nos encontramos otra vez el mal tiempo y decidieron retirarse todos, quedando solo Olga y yo en el Broad Peak. Todas las demás expediciones también habían cancelado. Nosotros seguimos hasta el Campo 3, ya que de todas formas teníamos que subir para recuperar la tienda y el resto del material. De camino al Campo 3 me sentí animado y con ganas de probar una última vez llegar a cumbre, ya que el día parecía tranquilo y soleado, sin embargo, al poco de empezar, regresó el mal tiempo y rachas de viento muy fuertes por lo que decidimos retirarnos y cancelar definitivamente la expedición.

La montaña no nos había permitido hacer cumbre. Me sentía frustrado y derrotado.

Cogiendo perspectiva

En la actualidad, desde la distancia y con tiempo pasado, veo las cosas de otra manera y más positivas ya que la expedición me ha permitido hacer grandes amigos alpinistas de diferentes partes del mundo, practicar nuevas estrategias a la hora de planificar la aclimatación y preparación de los campos de altura y, cómo no, experimentar unas extraordinarias vivencias en estas grandes montañas que se me quedan grabadas en la memoria para siempre. ¡Toda una gran aventura que me siento afortunado de haber vivido!

Fuente: Cardelle.

Quiero expresar mi agradecimiento al equipo de apoyo que durante 2 meses estuvo a mi lado en la distancia a través del correo satélite ayudándome a la hora de tomar decisiones importantes tanto en la aclimatación, la meteorología, la estrategia, seguridad y apoyo psicológico. Equipo de apoyo: Sabina Hernández González, José Alfonso Blas López, Fernando Fernández-Vivancos, Jorge Palop Asunción y Jorge Olcina Cantos.

Una última reflexión

Los de nuestra generación hemos pasado de una infancia en la que las mejores horas del día las dedicábamos a jugar con amigos desarrollando nuestra imaginación con toda clase de entretenimientos e iniciativas, ejercitando nuestros cuerpecillos libremente, sin que nuestros padres tuviesen que llevarnos a multitud de actividades programadas, a una vida donde las redes sociales e Internet nos envuelven de tal manera que no solo marcan una nueva manera de vivir, sino que esta es cada vez más estresante.

No hay una hora del día en la que no estemos atentos a las publicaciones en las redes sociales en la pantalla de nuestros teléfonos y, por supuesto, todo lo que se publica en Internet es bueno, bonito o lo mejor de lo mejor porque claro, ¿quién va a publicar algo donde se le vea mal? A la hora de publicar, todo el mundo selecciona con cuidado para que todo sea perfecto. Por supuesto, la imaginación es necesaria a la hora de crear nuevas publicaciones que destaquen sobre las de los demás y conseguir así el mayor número de admiradores. Ya no se hace nada solo por lo divertido que es, lo bien que estoy conmigo mismo o la gran amistad que comparto con mis compañeros de actividad. Solo se piensa en la apariencia, el cómo me ven los demás y en sacar enseguida el móvil para poder grabar, grabar y grabar.

Todo, todo se ve a través de la pantalla del móvil. Ya nada se graba en nuestra memoria a través de la retina del ojo grabando así una maravillosa sensación que perdurará a través de los años. Para eso tenemos una cantidad de gigabytes en el teléfono o en la nube que todo lo guarda.

Pero en estos días en los que las nuevas tecnologías parecen acotar nuestras vidas, aún hay personas que intentamos disfrutar de un pequeño lapso de tiempo donde las sensaciones, el esfuerzo, la amistad, el compañerismo o un nuevo desafío nos regalen en la memoria un recuerdo de todo lo que la vida y la naturaleza nos pone delante de nuestras narices y muy pocos tienen la capacidad de apreciar.

Fuente: Cardelle.

Quizás yo sea simplemente un enamorado de la naturaleza, de la montaña, de todas las sensaciones y vivencias que me llenan de vida cuando me planteo un nuevo proyecto: buscar un nuevo reto, su estudio y preparación, el entrenamiento, la alimentación, la estrategia, la gente positiva que me ayuda, el esfuerzo, llevarlo a cabo, las nuevas amistades, y las enseñanzas adquiridas. Todo esto hace que el tiempo que dedico a cada nueva expedición sea un tiempo muy valioso que me hace sentir vivo. Me encantaría que todo el mundo pudiera experimentarlo igual.

Carlos Cardelle

Alicantino de adopción, aventurero, amante de la naturaleza, la montaña, el deporte y la vida. Me encanta la cultura y la gastronomía españolas. Vivir en Alicante, cerca del mar Mediterráneo, con su buen clima, me llena de felicidad y salud.

2 Comments

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    • Claro que si mi querido amigo y gran alpinistas Ernesto Olivares de Chile. Tu y yo bien sabemos que estas extraordinarias aventuras siempre nos dan buenos momentos para recordar a pesar de su dureza.
      Un fuerte abrazo compañero de expedición.