Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Horchatería Azul, Alicante

Esta semana Maruja nos dejó. Como bien dice su familia, «ya estás junto a tu Manolo otra vez». He querido rescatar, en su homenaje, este artículo sobre la historia de la mítica —y presente— Horchatería Azul, alma de lo alicantino y ejemplo del trabajo duro de generaciones en esta tierra.
DEP.

Me confieso horchatólogo y, la verdad, desde que aquella horchata del Peret, con su granizado sublime nos dejó, creo que estamos algo huérfanos en la terreta. He ido expresamente a Alboraya a degustar sus famosas horchatas —sobre todo a Dani, que dicen ser de las mejores— y también a Vida y otros. Decepción. Les aseguro que no llegan a la altura y eso es una pena. Además, presumen de no enviarla a ningún lado y de ser de las mejores… Pero no.

En esto nos queda, en la calle Calderón de la Barca, 38, la Horchatería Azul, con la historia singular de Alejandrina Candela Carbonell (Monnegre, 28-05-1911 / Alicante, 19-09-2010), fundadora de la emblemática Horchatería Azul. Fuerte, valiente y con carácter. Así definen a Alejandrina Candela quienes la conocieron. Y tuvo que serlo, porque la vida no se lo puso fácil. Pasó la mayor parte de su tiempo tras el mostrador de la Horchatería Azul, un negocio que sacó adelante con mucho esfuerzo e innumerables horas de trabajo y que hoy atienden sus nietas y bisnietos. Familiar, cariñosa y con sentido del humor. Esa es la otra cara de esta luchadora, que peleó como nadie para sacar adelante a su familia y mantenerla unida. Le tocó vivir, junto a su generación, un tiempo duro y gris en el que o te dejabas la piel trabajando o la miseria y el hambre te alcanzaban sin remedio.

Alejandrina Candela Carbonell (Fuente: Alicantepedia).

Alejandrina Candela nació en Monnegre (que es Alicante) y a los nueve años se trasladó con su familia al centro de Alicante por el trabajo de su padre. Pronto conoció a Manuel Sorribes Garcés, con quien se casó con tan solo 18 años. Se fue a vivir a la casa familiar de su marido, situada sobre el local donde se procesaba y manipulaba de manera artesanal el corcho con el que se producían tapones, barriles y los llamados “corchos”: los cubos donde más tarde se introducían las garrapiñeras para congelar o helar los líquidos. Ese local, con el paso del tiempo, acabaría convirtiéndose en la Horchatería Azul.

En 1930, Alejandrina tomó las riendas del local y comenzó, al mismo tiempo que se trabajaba el corcho, a dispensar desayunos a los trabajadores que, camino de la fábrica de sacos del barrio, pasaban cada mañana por delante del establecimiento. Un año después, en 1931, Alejandrina, con la ayuda de su suegro, compró la patente del “jarabe de horchata” a la viuda de Carrasco. Empezó entonces no solo a elaborar jarabe de horchata, sino también de limón, naranja y zarzaparrilla. En 1932 nació su primer hijo.

Pero pronto las cosas se torcieron. La Guerra Civil trajo consigo la dificultad para encontrar materias primas y a ello se sumaron el fallecimiento de sus suegros y la enfermedad de su marido, que lo incapacitó para trabajar. La fábrica de corcho cerró y Alejandrina se vio sola con tres hijos a los que alimentar: Manuel, Alejandro y Alejandrina.

La familia ante la puerta de la Horchatería Azul, en agosto de 2024, junto al alcalde de Alicante, Luis Barcala, tras ser aprobado nombrar Alejandrina Candela al centro de formación de Impulsa Alicante (Fuente: Ayuntamiento de Alicante).

Durante la guerra, no dudaba en ir sola a las fincas que tenían sus familiares fuera de Alicante. Allí cargaba sacos de arroz o de lo que pudieran darle y los llevaba de vuelta a la ciudad en trenes de mercancías. Así, con mucho trabajo y aprovechando la patente que poseía, aquel local familiar que ella transformó en la Horchatería Azul fue consolidándose poco a poco.

No fue fácil. Su jornada laboral se extendía desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche. Cerraban solo dos días al año. Sus hijos la ayudaban desde bien pequeños. Lamentablemente, uno de ellos, Alejandro, falleció de forma repentina a los 13 años a causa de una meningitis. Pero Alejandrina no pudo detenerse a llorar su pérdida. Al día siguiente del entierro ya estaba de nuevo frente al mostrador. “La gente viene a que escuches sus penas, pero no quiere que le cuentes las tuyas”, decía.

Con gran talento comercial logró sacar adelante la horchatería y a su familia. Durante la posguerra, sus hijos se incorporaron al negocio familiar. Junto a ellos se encargó no solo de la fabricación de horchata, granizados y helados, sino también de su venta en el local. Durante el invierno ofrecía cafés y desayunos para mantener el negocio en alza. Su hijo Manuel Sorribes Candela y su nuera, Maruja Tafalla, tomaron el relevo en la gestión de la horchatería. Aunque Alejandrina se jubiló a los 65 años, siempre estuvo allí: vivía sobre la horchatería, por lo que su ayuda era constante. Hasta los 80 años, su buen hacer y su carisma se hicieron notar en el emblemático establecimiento.

Falleció a los 99 años, rodeada de hijos, nietos y bisnietos. Hoy están al frente de la Horchatería Azul sus nietas Inmaculada y Mari Ángeles, y ya han trabajado allí algunos de sus 14 bisnietos. Un negocio que es ya parte de la historia de Alicante y que, como la propia Alejandrina Candela Carbonell, sigue dejando huella en todos sus descendientes. La historia compensa la visita, y la horchata —acompañada de coca de almendras, un coyote o un bollo con corte— también.

Por todo ello, nos queda la Horchatería Azul, con azul Alicante.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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