Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Narrativa

Y así, sin más, ¡cinco días y una noche en el matorral de mi jardín!

Fuente: Jane Rodríguez.

Es como mirar la portada de ese libro en esa estantería por la que pasas cada mañana, muy de mañana, y los primeros rayos de sol, dan luz aún más, a ese dorado de ese jardín que te atrapa y te seduce, y te quedas unos segundos y suspiras, y te elevas, y te imaginas allí, y recreas imágenes por tu cabeza y tantas cosas más, y ¿qué pasa con las flores olvidadas y esa jardinera de las umbelas, retoños, capullos y flores que nadie mira en el matorral? Y así sin más… Entré a las páginas de ese libro, me detuve unos segundos, y uno más, suspiros, nervios, ilusión, al sentir sus raíces… La portada, con tonalidades doradas y magenta y con un halo de magia y de interrogantes.

El departamento de Comunicación del Ejército de Tierra (DECET), que convoca las XXI jornadas de corresponsales de guerra y que desarrolla el departamento de Organización y Relaciones Internacionales de la Escuela de Guerra y Liderazgo del Ejército de Tierra (EGLET), ¡aceptó mi petición! Y volvieron las ganas locas y tremendas de esa luz que me había sido tristemente apagada y finalmente talada. Una vez allí, mis raíces empezaron a despertar de manera instantánea y empecé a respirar con una felicidad indescriptible. Reflexionar en silencio y ver la vida desde otro prisma, enseñarnos, hacernos mejor, apoyarnos y ser ejemplo y sentir ese refugio que ofrece seguridad, estabilidad, protección y preserva la vida. “Porque al final es mejor ser dos”, como dijo en alguna ocasión Jacques Brel

Fuente: J. Rodríguez.

La naturaleza de la esencia de la vida y el ¿porqué? de ella siempre me inquietó y ha sido ese jardín tropical y exótico y de ensueño y soñado y de caprichosa fantasía, con sabrosas y delicadas vegetaciones, en el que pasaba horas y horas, el que sigue siendo, ahora, desde el recuerdo, mi arma armada con la guerra intensa que nace desde las entrañas del corazón, y esa invitación al viaje con tonalidades y aromas a Baudelaire, a ese lugar soberbio que sueño visitar con un querido amigo. Y así sin más… Un jardín bello, rico, tranquilo, honrado, en el que el lujo se refleja a placer en el orden, en el que la vida es crasa y suave de respirar, de donde están excluidos el desorden, la turbulencia y lo improvisto, en el que la felicidad se desposó con el silencio, en el que hasta la cocina es poética y excitante ¡Allí hay que irse a vivir, allí es donde hay que morir! Donde las horas más lentas contienen más pensamientos, donde los relojes hacen sonar la dicha con solemnidad, donde todo es limpio, rico y reluciente como una buena conciencia, como lo es el Arte a la Naturaleza.

¿Una vida sin guerras ni conflictos armados es posible vivirla? ¡Bájate de esa nube! ¡Ese globo está tan pesado que no sube! ¡Te pintaron pajaritos en el aire! ¡Te lo compro! Esto último, con acento y emocionado, de uno de los instructores de las jornadas de corresponsales. Entrenamiento, tecnología, coordinación, precisión, experiencia, escenarios realistas, detección y neutralización, reforzar la capacidad de respuesta frente a amenazas emergentes. Unas jornadas específicas con intensidad y entrega, con formación táctica en entornos militares con la mayor garantía de seguridad en el terreno y el compañerismo como pilar. Su entrega, dedicación en el desempeño de sus cometidos, espíritu de servicio, compromiso firme con el conocimiento, plena disponibilidad, instrucción y conocimiento, y tantísimo y más, en charlas, testimonios, conferencias, demostraciones, prácticas, ejercicios, maniobras, en diversas Unidades, Centro EOD, BRIPAC, entre otras. 

Fuente: J. Rodríguez.

Y es que, la vida emociona y vivir la vida es emocionante y arriesgar y dar la vida lo es muchísimo más.  Sentir, por primera vez, ese rugir de las palas de un helicóptero Chinook de las FAMET, emociona, y aún más, sentir, ¡estar donde más se necesita! Y horas antes, en la madrugada, ¡antojos! de café muy caliente, mientras llega el relevo y, deseo concedido, un café delicioso, muy caliente, inesperado, como por arte de magia, de su mochila, de su equipamiento, su café, para suplir mi antojo de madrugada. Un mapa de coordenadas, conversaciones, silencios, instrucción nocturna, maniobras en baja visibilidad, acciones defensivas, trabajo conjunto con aliados, brindar seguridad y defensa y en mayúsculas: ¡Su compromiso inquebrantable con los valores de la vida!  ¡Y nuestra ética periodística por una información con calidad, claridad, consistencia, veraz y objetiva! 

Y cada vez más, el matorral se venía arriba: Entusiasmado, esperanzado, ansioso, aventurero y dispuesto a prepararse para fortalecer la labor informativa en operaciones, comunicar con honor, honrar la fuerza del valor de la vida con lealtad, vivir, observar, interpretar, reflexionar y comprender el presente como “regalo” y ese ¡regreso a casa sin menos uno! Ese reencuentro único, compartido, recordado, brutalmente degustado y exageradamente vivido, ese ¡regreso a casa sin menos uno! Celebrado y merecido, por todos y cada uno de los que días y noches, se preparan fortaleciendo su raíz como un árbol antes de florecer, creciendo hacia dentro, ganando en profundidad espiritual y valores, que luego son los que sostienen su expansión, su misión, su éxito: ese ¡regreso a casa sin menos uno!

“Entre nosotros no hay sitio para el que olvida, que incluso la propia vida por la patria se ha de dar”. “Sed felices mañana será peor”.  Rendirse, capitulaciones, retirada… Palabras que se quedan con fuerza en la BRIPAC, brigada Almogávares VI de paracaidistas. Empotrar, entrar, priorizar… Desde muy temprano, con café muy caliente, deliciosos pastelitos de crema, con ganas a tope y hasta las tantas del día siguiente, al siguiente eje temático.  ¡Cinco días y una noche! Bonito título para una melodía. ¡Cinco días y una noche! Perfectos, intensos, para reflexionar, escuchar, entender, comprender, visualizar, conceptualizar, contextualizar, preguntar y prepararnos, por “los mejores” a la hora de ejercer como corresponsales de guerra, están haciendo su fotosíntesis.

Guerra, bala, mina (si se encuentra una, no la toque, la mina mata, avise a las autoridades militares) sinónimo de maldad, crueldad, venganza, debilidad, frustración… deja marca, herida, rasguño, conflicto, trauma, y tantísimo y más, y de por vida en su vida y en sus vidas.

Soldados, civiles, niños, ancianos, de todos los rincones de la tierra sufren en sus carnes el horror: “Vivo pensando que en cualquier momento va a pasar algo terrible” “Esas heridas de bala en la espalda y en la cara y vivir la guerra, endureció el corazón” “Cuando le disparan a un compañero, su grito, su dolor, jamás lo olvidas” Pensé que nunca más volvería a sonreír, estás en alerta sabiendo que en cualquier segundo te puede alcanzar una bala perdida y eso es aterrador… “La guerra me arrebató a mis padres, quedé huérfana, sin nadie que me consuele y me enseñe de la vida” Y es que, enfrentamos el mayor número de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial, y más de dos mil millones, una cuarta parte, vive las consecuencias del sinsabor y sinrazón del conflicto en esos lugares completamente destruidos y en ruinas y sin apenas tener los medios para reconstruir una vida digna.  ¿Cómo contar todo aquello, in situ? Y es que, somos también parte del conflicto sin quererlo, porque para contar hay que estar y ver y observar y escuchar y sentir y olfatear y tocar y plasmar y escribir y borrar y capturar y grabar y, un querer: Que ese sufrimiento y esa tragedia, y ese desastre, y ese bombardeo, y ese disturbio, y ese enfrentamiento, impulsor del hambre en zonas azotadas por la violencia, y esos desajustes de salud física y emocional del vivir bajo amenaza de guerra y ese estrés y esa ansiedad y locura y angustia, y tanto y más, y esos desplazamientos forzados de más de ciento catorce millones de vidas desarmadas, amenazadas con tomar represalias, aterrorizadas y rotas en su hogar y en su economía, y tantísimo más y aún muchísimo más por contar, no suceda. ¡Ojalá!

Fuente: J. Rodríguez.

¡Ojalá fuese así de fácil, contar compromisos y promesas de desarme y acuerdos para reducir riesgos y aliviar tensiones internacionales! y llevarnos, en poco, a territorios en donde, la pobreza, el analfabetismo, la indiferencia, no tenga lugar de acogida y “La fuerza de los Valores” sea nuestra bandera, como cuando escribo y convertir las espadas en arados y arrancar desde la raíz, la violencia y la agresión, que nace en el corazón sin fuerzas, sin alianzas, sin amigos, sin ternura, sin valores y completamente armado del enemigo de la paz: La guerra. Y como cuando envío a la papelera todo aquello que está de más contar.

Pero, ¿qué quiero contar? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿A quién? ¿Cuánto? ¿Hasta dónde? Y es entonces, y sólo entonces, cuando viene a manera de, visita inesperada, esa que ¡pone! y ¡pone muchísimo! a reflexionar: Como quien no quiere la cosa: “Ética Periodística”, y en milésimas de segundo, más uno más,  ¿Estamos preparados para estar y contar la guerra y sobrellevar las carencias sicológicas, impulsos, esos ¿Por qué? sin respuesta o con ella silenciada, esa crudeza del conflicto en palabras, imágenes, testimonios, sonidos, instantes, esos contactos que se forman y otros que desaparecen en ese lugar donde, todo y nada es todo y nada, a la vez. ¿Hacia dónde voy a ir? ¿A dónde quiero llegar con la información que proceso? ¿Por qué quiero denunciar lo ocurrido? ¿Por qué no puedo informar los hechos tal cual? ¿Cómo volver a plantar? ¿Cómo poder germinar en esa tierra sin semilla?

Y así sin más… Millones y millones de flores marchitas por hambre, un jardín con flores, pero sin flores, cosechas deliciosas, cosechas en crisis y no comestibles. Era un invierno de 1932. Y ¿Por qué no pude detenerme ante la muerte? Emily. Y es que, la Naturaleza es tan sabia, que la hierba y la corteza de roble, sirvieron de alimento a millones y millones de vidas más. Un año, más tarde, “He visto al mundo como un jardín en pleno rendimiento”. Edouard Herriot, Ucrania, 1933.

“Eres una muerta de hambre”. “No tienes en qué caerte muerta”. “Presumes lo que no tienes”. “Eres una mantenida”. La guerra es ese espía en agonía que brinda al adversario con filtros, maquillaje, perfume, colores, cortesía, amabilidad y cortejo. La guerra hace que los días y las noches lastimen hondo, estratosféricamente más hondo. La guerra es ese jardín con flores en tonalidades de desesperación y melancolía. La guerra es esa enfermedad febril que se adueña de nosotros en la miseria y en la ignorada nostalgia de la tierra. La guerra es ese conflicto entre vivir y morir, la batalla del alma, del combate interno, de ese pasado que acaricia tormentosamente la sombra, y se encaprichamiento en tonalidades de venganza, odio, rabia, traición, frialdad, vanidad, y tanto y más, con el presente. La guerra muere cuando se acaba y ¿la palabra muere al ser dicha? Quizá, empieza a vivir ese mismísimo día, ese inmarcesible día, ese dichoso y gozoso día. Y ese amable regalo con insulto incluido, ese lenguaje floral victoriano, de la indirecta perfumada y colorida y elegante y exótica, y en donde cada ramillete expresaba esas palabras silenciadas a gritos… rosa amarilla (corazón hecho trizas),blanca y roja (poder), girasol (delirios de grandeza), hortensia (frialdad), lirio anaranjado (odio), Jacinto amarillo (celos, tristeza), amapola (apoyo, recuerdos), tanaceto (te declaro la guerra), rododendro (tentación peligrosa), lavanda (desconfianza), clavel amarillo (rechazo), dalia burdeos y rosa gótica(traición y drama). Baudelaire encontró en su prosa poética, el tulipán negro y la dalia azul, flores incomparables, alegóricas, tranquilas, soñadoras y milagrosas.  ¡Allí hay que irse a florecer! “Son mis pensamientos que tornan enriquecidos de lo infinito hacia ti…”.

Fuente: J. Rodríguez.

Y así sin más… Eres el jardinero del jardín de la libertad, de la paz, de la libre elección, eres la semilla entre la biología y la conciencia, entre la guerra y la paz. Y es que cada elección es una señal, y cada señal es una instrucción para la vida, y a lo mejor, las decisiones diarias, con preparación, propósito, disciplina, blindaje espiritual, y tanto y más, decidan cultivar, “La fuerza de los Valores” Cinco días y una noche en el matorral de mi jardín en compañía de Baudelaire y con flores que representan acontecimientos históricos, alivian heridas, muestran el poder, la soberanía y el honor, como la flor de lis, la unidad que simboliza el clavel, para unos y para muchos otros, representa la suerte, y para los griegos, procedía de la venganza de la diosa Artemis, contra un pastor atrevido a mirarla y en castigo sus ojos se convertirían en claveles rojos, y las hay, persistentes, en terrenos dolosos, donde transcurren combates, las que piden que se les permita el indulto y que cuando marchiten se ganen la mirada y el recuerdo por el cual las amapolas y petunias han dejado de florecer y donde los tulipanes recuperan la memoria de los mártires y los girasoles, siempre orientados al sol, ofrecen suculenta  esperanza, peticiones de paz, fin del conflicto y las rosas, celebran con su encanto y belleza, la promesa de una VIDA. Ya lo dejaba por escrito y en la memoria colectiva de quienes brindan sus días y noches, y tanto y más, por ver cada mañana el sol y cada noche, la luna y las estrellas, el médico y humanista, Gregorio Marañón y Posadillo, y en su obra escrita, el primer tratado de Medicina Interna en España, de 1946, una de sus citas “La semilla de la verdad puede tardar en florecer, pero al final florece, pase lo que pase”.

Y así sin más… Se pierde fácil los nervios en la primera cosecha perdida y tiene mérito que la mayor parte del tiempo sigamos sembrando con precisión, equipo adecuado, protección, experiencia, profundidad, claridad, paciencia, disciplina, preparación, adaptación, práctica, ganas y ¿Querer arrancarle un quejido al viento con una mente marchita y un amor menguante? ¿El jardín no crece porque cada vez que florece una flor, la cortas para demostrar que eres jardinero? A lo mejor, ese pequeño acto que nos conecta con el presente como regalo y ese pequeño aire que nos falta, es ese respirar y suspirar y esa cosecha desde la verdad, que se empeña dulcemente en florecer, rebuscando ¿Cómo hacerlo posible? ¿Cuándo el jardín cese de florecer? tengo la corazonada que mejores días esperan por ser vistos en el jardín y en el matorral y Cortázar quedó embelesado con el hechizo ¿En el jardín? ¿En el matorral?

Y así sin más… “No puede ser que estemos aquí para no poder ser”.

…La propiedad, mi jardín, habiéndolo sembrado con cuidado, nadie reclama la hermosa parcela, iniciaré una demanda, reivindicaré la ley. ¡Yo me quedo con el matorral!…

Imagen de portada: www.depositphotos.com.

Jane Rodríguez Rodríguez

...Periodista... escritora... presentadora... taller alfabetización mediática APPA... reservista voluntaria... ilusión por entregar libros a niños en Cúcuta y compartir para que escriban sus historias de vida y editarlas en España en el concurso de relatos... Amo las palabras y lo que ellas callan y dicen... y son mi refugio... mi compañía... mi postre preferido... mi tanto y más, junto a mi café y en deliciosos puntos suspensivos...

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