Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Silleteando

Imagen generada con ChatGPT.

Leo perplejo que, en Elche, unas mujeres que tenían la centenaria costumbre de pasar la tarde con sus sillas en la calle pues que se han quedado sin calle y sin tan centenaria costumbre porque, al parecer, un viandante que paseaba con su perro por el mismo lugar pues como que decía que no cabía y se le ocurrió que lo mejor era denunciar la situación a la policía que acudió y les dijo a las mujeres, más menos, que no se podía utilizar la vía pública.

Un servidor que se ha pasado media vida trabajando por la Vega Baja, sabe que lo de las sillas, en los pueblos, es lo más normal del mundo. De hecho es que, en ocasiones, hasta ocupan la calzada utilizando el sitio de los coches y no pasa nada. A nadie se le ocurre ir a denunciar nada. Y no es que ya sea una costumbre, es que no tiene nada de malo. Que digo yo que ¿tanta molestia suponía para el dueño del perro que esas mujeres estuvieran pasando la tarde a la fresca sin molestar a nadie? ¿La acera era tan estrecha y tantas veces pasaba por delante —calculo que sería metro y medio de paso— que suponía una afrenta? ¿No podía el dueño cruzar de acera si le molestaba tanto y chimpún?

Un acto inocente, incluso bonito porque da color y vida al lugar, se ha convertido en un presunto delito. Luego queremos que la sociedad conviva en paz y armonía y perdemos el tiempo en denunciar cosas que no tienen más maldad. Vete a algunas de las plazas de la ciudad donde la peña está fumando porros o bebiendo litronas, o lo que no son ni porros ni litronas, y allí no denuncia nadie.

Hablar de los perros es meterse en berenjenales, porque te salen los defensores de debajo de las piedras, pero yo estoy harto de ver en el parque La marjal, el de la playa de San Juan, a dueños con sus perros ponerlos a mear en la puerta o meterse con ellos y cruzar el parque y —bien grande que está puesto el letrero de que está prohibida la entrada a los perros, que para eso ya tienen la parte de detrás habilitada para ellos, pues no—, la peña pasa de todo. Por no hablar de los que los llevan sueltos por la calle. Pero eso es batalla perdida. Que no digo que haya que hacer como en Torrevieja, donde hay personas que pasean a las palomas con correa, que esa debe de ser la última moda. Pero qué menos que un poco de espíritu de convivencia y si no se molesta a nadie pues bueno.

También es verdad que el denunciante de las sillas callejeras a lo mejor fue increpado por las mujeres o algo habría pasado de antemano, o no sé, pero que la noticia no deja de ser llamativa. Yo de ellas me iría con las sillas a la Explanada, que allí hay sitio de sobra porque las roban, y se pueden sentar con total tranquilidad. Y, si no, se pueden apuntar a una página que, no sé dónde he leído —creo que en Facebook que ahí hay de todo—, que hay una persona que se ofrece para quedar con personas y hacer cosas. Han leído bien: que se busca gente para hacer cosas, así de sencillo, porque el particular en cuestión reconoce no tener vida social. La peña se apunta y dice lo que le gusta y lo que no —que suele ser más importante lo segundo que lo primero—, que luego quedas y los gustos pueden ser tan dispares que acaba como una peli de terror, por eso avisa el chico que él promete no dar miedo. Y para eso da unas claves como que no sean personas que miren el móvil cada 10 segundos, que puedan hacerse planes improvisados, jugar a juegos de mesa o videojuegos o conversar de lo que sea, que les guste pasear, caminar o sentarse a mirar cómo la vida pasa mientras se ríen de sí mismos. Eso sí, que no se sienten en sillas en la acera que aún terminan con multa. La zona, pues por Alicante o provincia cercana, y con un nivel de soledad que no sea alarmante.

Pues la idea me parece genial y el tío ya tiene un montón de comentarios guays. Lo dicho, una ocurrencia positiva y cercana sin IA ni realidad virtual ni nada de eso.

Que también leo en una noticia que a los traductores se les está poniendo la cosa complicada precisamente por el rollo de la IA, que ahora como todo el mundo usa las nuevas tecnologías para su función pues que han pensado en reconvertirse en la peña que se pone a revisar si lo que traduce la computadora está bien. Vamos, como profes de la IA que aseguran que la IA no puede, a día de hoy, traducir textos clásicos en condiciones. Por no decir que no es lo mismo el trato personal que estar con la pantalla de las narices. Ahora mismo, la gente que viene de fuera utiliza, lo he visto en las filas de los coles, el traductor de Google para realizar la traducción de modo instantáneo y comunicarse con el profesorado y lo cierto es que funciona bien.

Lo que tendrían que inventar es un traductor para los mismos españoles porque cada vez la gente habla peor, no vocalizan, se comen las palabras y no se entiende nada. Ese sí que sería un recurso útil. Las canciones de Bisbal, de Shakira y de toda la gente esa que habla con la “L” podrían beneficiarse para ser comprendidos de manera certera. Luego, claro, la gente joven habla como ellos y ahí es donde los traductores tienen un filón y deberían sacarse la rama de Audición y Lenguaje para rematar la faena.

Y de faenas hablamos, pues como el mundo gira, cada vez, con menos neuronas y con más tonterías pues parece ser que ahora algunos centros han decidido que ya no se pueden poner positivos ni negativos a los trabajos, que parece ser que frustra al alumnado. Y ya hay quien está comiéndose el tarro y poniendo soles y nubes para que la cosa no termine en manifestación y psicólogo. En dos días veo a los universitarios siendo puntuados con los gomets de colores que se les ponen a los alumnos de infantil, o la carita sonriente o de tristeza.

Ya me imagino el futuro cuando un médico cirujano vaya a buscar trabajo y en su currículum ponga «doctorado en Medicina con cinco gomets verdes y una estrella con purpurina». Y si no, al tiempo.

Y hablando de tiempo, que se nos acaba de pasar el veranillo de san Miguel con un tiempo de película, que todavía hay gente en la playa. De hecho, Michael con su flotador de flamenco sigue en trayectoria. Pero con cuidado que, parece ser, de un tiempo a esta parte no sé porqué razón salen cada vez más noticias de peces y medusas de los que pican con maldad. Cuando yo era pequeño como mucho había que tener cuidado de alguna medusa perdida y de no bañarte hasta después de dos horas hecha la digestión; hoy, ahora, creo que van a poner carteles alertando del peligro de cada bicho que te puedas cruzar que va a ser menos peligroso bañarse en el Amazonas que aquí en la playa.

Fuente: Freepik.

Peligrosos siguen siendo los de los patinetes que, cada día, doblan más su velocidad. Aprovecho para pedir a Barcala patinetes para la tercera edad que hagan el efecto contrario y equilibren la fórmula 1 patinetil. Por no hablar de los que van subidos con un menor detrás y un perro al lado, como en el patinete de los Hermanos Marx, pero a esos no los pilla la Policía nunca. Es lo que hay.

De lo que cada vez hay menos es del cobre que está dentro de los cables de los cargadores de los coches eléctricos, que los roban para venderlos. En dos días, los dueños de esos coches tendrán que llevarlos cargados de casa o con cables portátiles. El negocio está asegurado y las hidroeléctricas estarán más que encantadas.

Los que no estaban tan encantados eran los padres y madres de un campamento para jóvenes donde, al parecer, alentaban a ducharse a los chicos y a las chicas todos juntos porque así rompían estereotipos de género y para dar más seguridad. Que hay que normalizar los cuerpos y que, de ese modo, no se excluye a ciertos cuerpos e identidades. Pero que no era obligatorio y el que no quería pues se le ofrecía otra alternativa. Vamos, como poder ir a una peluquería unisex o no, en versión baño. Si es que, pues eso. El mundo sin control y sin frenos.

Los que tampoco tienen frenos son los chinos, que leo que China está acusada de robar datos cerebrales a deportistas de élite con una diadema que mide las ondas cerebrales para aplicarlas a uso militar —o lo que sea, porque nunca se sabe lo que hay en las cabezas pensantes—.

Pero claro, cuando son capaces de convivir en el mismo sitio y tiempo y sin pudor alguno con cosas de Halloween, productos decorativos de Navidad y flotadores de playa, en pleno septiembre, pues evidentemente, si se utilizó una diadema para planificar eso creo que la diadema se la pusieron no a un deportista de élite, sino a uno de tantos escolares de hoy en día, más preocupados en coger el álbum de estampas que dan a la entrada de los centros, que del material escolar.

Labubu. Fotografía de Sandor Somkuti (Fuente: Wikimedia).

La última controversia escolar sí que es importante. Ustedes se preguntarán si es por dar una clase en castellano o valenciano, por subir o no el nivel de los contenidos, por hacer que se esfuercen más en clase, por si los miércoles se lleva pera o mandarina. No, algo más importante: ponerse de acuerdo si los Labubu, unos muñecos que parecen osos de peluche con sonrisa maquiavélica, son sólo juguetes o son la representación de un demonio mesopotámico. Y ahí están los alumnos que se ponen de un lado o del otro y la lucha está servida. Que no se crean que es moco de pavo, que la división es fuerte en los dos bandos. Pues eso, ahí está el verdadero nivel escolar. Estamos vendidos.

Canción, Por un like de Mónica Naranjo.

Libro, Animales difíciles, de Rosa Montero.

En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

4 Comments

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    • Muchas gracias don Ramón por sus palabras. Siempre son un privilegio sus comentarios. Un abrazo.

  • Me emociona pensar que silletear practico siempre, cuando visito mi pueblo natal, sea verano invierno otoño o primavera, en la puerta de la casa familiar orientada hacia el levante… Tertulias sin fin, escuchar, debatir y aprender…
    Gracias
    Pedro