Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

Convertir Alicante en un hotel sin vida cultural

Imagen tomada desde 80 Mundos de la concentración contra su desaparición (Borja López).

La noticia del desalojo de la librería 80 Mundos, el comercio cultural más antiguo de Alicante, es algo más que una anécdota urbana: es la metáfora perfecta de una ciudad que se deja vaciar por dentro para llenarse de turistas. No es solo un local que cierra, ni siquiera una librería más que baja la persiana. Es el símbolo de una pérdida colectiva que afecta a quienes amamos esta ciudad con memoria, con palabras, con pensamiento. A quienes creemos que vivir no es solo consumir metros cuadrados ni habitaciones de paso. La historia de 80 Mundos empieza en 1984, de la mano de Fernando Linde, librero de los de antes, de los que no vendían libros, sino lecturas, conocimiento, conversaciones. Un espacio fundado contra corriente, en una ciudad poco dada a lo alternativo, y que con los años se convirtió en referencia imprescindible del ecosistema cultural alicantino. Por allí han pasado generaciones de lectores, autores, editores, estudiantes, familias enteras que hoy sienten esta expulsión como una herida.

Desde 2018, el testigo lo recogió un equipo joven, entusiasta y comprometido: Marina Vicente, Carmen Juan, Sara Trigueros y Ralph del Valle. Gracias a ellos, 80 Mundos no solo se mantuvo a flote en una época difícil para el libro, sino que creció en actividades, en vitalidad, en comunidad. Fue, como lo definió el sociólogo Ray Oldenburg, uno de esos “terceros lugares” esenciales para la vida urbana: ni casa ni trabajo, sino espacio de encuentro, intercambio y sentido de pertenencia. Sin ellos, las ciudades se desdibujan. Se convierten en pasillos impersonales.

Pero el mercado inmobiliario no entiende de afectos. El edificio donde se encontraba la librería ha sido adquirido por una promotora privada para convertirlo en pisos turísticos. Sin contemplaciones, sin esperar al vencimiento del contrato, sin diálogo ni compasión. Les han dado apenas un mes para desalojar. La librería ha tenido que pagar incluso por irse, como si además de arrebatarle el espacio, debiera disculparse por haberlo habitado con dignidad. Esto no es un caso aislado. Alicante es hoy una ciudad en riesgo de dejar de ser ciudad para convertirse en decorado. En los últimos dos años se han registrado 53 bloques completos transformados en apartamentos turísticos. La vivienda tradicional, el comercio de barrio, los espacios culturales… todo es carne de especulación. El centro histórico se vacía de vecinos y se llena de maletas con ruedas. Y a nadie parece importarle demasiado, mientras las cifras de ocupación hotelera suben y la curva de beneficios inmobiliarios no se detiene.

La reacción ciudadana, esta vez, ha sido ejemplar. Cientos de personas se han volcado con la librería: frente al local, en redes sociales, en medios de comunicación, con gestos de apoyo, asesoría legal y campañas solidarias. Porque 80 Mundos no es una librería cualquiera. Es un trozo de identidad compartida. Y eso, aunque no cotice en bolsa, tiene un valor inmenso. También ha habido, por fin, una voz institucional. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, se ha pronunciado públicamente lamentando la pérdida y brindando su apoyo al equipo de la librería. Es, pues, un gesto necesario, pero no suficiente. Hace falta mucho más que palabras: necesitamos políticas claras, firmes, con perspectiva social, que frenen el abuso del uso turístico, que protejan el derecho a la ciudad de quienes la habitan y la cuidan. Porque lo que está en juego no es una tienda, sino el alma misma de Alicante.

Fernando Linde, con su visión pionera, levantó este proyecto contra viento y marea. El equipo actual lo ha hecho crecer con un amor por los libros que no cabe en cajas de mudanza. Que su esfuerzo acabe sepultado por una promoción inmobiliaria no es solo una injusticia: es una derrota moral para todos. Y, sin embargo, queda algo: la comunidad. La red invisible de quienes saben que la cultura no es un lujo, sino una necesidad. Que una ciudad sin librerías no es una ciudad viva. Y que todavía estamos a tiempo de impedir que Alicante se convierta en un hotel sin alma, sin vecinos, sin memoria. Porque cuando se cierra una librería como 80 Mundos, no se apaga solo una luz. Se apagan muchas. Las que encendieron nuestras lecturas, nuestras ideas, nuestras vidas compartidas. No deberíamos permitirlo.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

1 Comment

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  • Incomprensible que se permita la pérdida de identidad de Alicante. La desaparición de la librería 80 Mundos es una grave herida en el mundo cultural de nuestra ciudad. Allí hemos encontrado amparo muchos alicantinos, autores, lectores, y allí se nos ha cuidado.
    ¿Estamos aún a tiempo de conseguir un gesto valiente de nuestras autoridades? Como la del ministro Urtasun, a quien agradezco, aunque no comparta alguno de sus pensamientos, su posición en contra del cierre. La cultura no tiene limites ideológicos.
    Gracias profesor Carles Cortés por su artículo estimulador de conciencias.
    Quedaremos expectantes, con la esperanza de encontrar la cultura de 80 Mundos en algún otro rincón de nuestra maltrecha ciudad.
    Mientras tanto, ¡gracias!