Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Libros

De libros y de recetas

Libro: Recetas de familia. Vega Baja del Segura. Un siglo del buen comer.
Autoras: Conchita Botella Ballesteros, Conchita Botella Guillén, Julia Valoria Martínez.
Prólogo: Julia Valoria Martínez.
Portada: M. Fenoll.
Imprime: Ecoimpresores coop. v
Edita: Caja Rural Central. Orihuela
Edición benéfica a favor de la campaña "Apadrina un tubo".

Ya sabemos cómo “en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme” vivía un hidalgo para el que «una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda”, y sabemos cómo después de sus primeros lances, aquel hidalgo que quiso llamarse don Quijote alcanzó a tener como escudero a un hombre de bien, “pero de muy poca sal en la mollera”, llamado Sancho Panza, de buen comer y dormir.

Y nos relata Cide Hamete Benengeli en las postrimerías de la segunda parte de la inmortal novela que don Quijote y Sancho,

"Despertaron algo tarde, volvieron a subir y a seguir su camino, dándose priesa para llegar a una venta que al parecer una legua de allí se descubría. Digo que era venta porque don Quijote la llamó así, fuera del uso que tenia de llamar a todas las ventas castillos. 

Llegaron, pues, a ella; preguntaron al huésped si había posada; fueles respondido que sí, con toda la comodidad y regalo que pudiera hallar en Zaragoza.

Llegóse la hora de cenar, recogiéronse a su estancia; le preguntó Sancho al huésped que qué tenía para darles de cenar, a lo que el huésped respondió que su boca seria medida y, así, que pidiese lo que quisiese, que de las pajaricas del aire, de las aves de la tierra y de los pescados del mar estaba proveída aquella venta.

—No es menester tanto —respondió Sancho—, que con un par de pollos que nos asen tendremos lo suficiente, porque mi señor es delicado y come poco, y yo no soy tragantón en demasía.

Estimados lectores, pues esta vez, después de esta evocación a nuestra mejor novela y en los momentos del comer de sus figuras inmortales, voy a bajarme de las estantería y anaqueles de los libros y, aunque a un libro me vuelvo, voy a pararme a vivir un encuentro con los placeres del comer y los yantares de un territorio del que soy natural, la Vega Baja del Segura. Créanme si les digo que uno de mis títulos más nobles es el de ser «huertano», pues aunque nunca he tenido ni tierras, ni campo, ni huerta alguna, mi sentir oriolano a través del nacer y crecer junto a mis queridos padres y el hecho de que aun con mi largo verbo no me he desprendido de decir “bonico” o pequeñico”, así como suena y sin sentir, sin provocadas tradiciones, como también lo hago con muchas otras palabras, cuando empleo el diminutivo, creo que me señalan con ese adjetivo que tanto me gusta..

Pero es que además, en esta ocasión el escribir es para mí como una devoción, pues este libro que comento está escrito por unas señoras que son queridas primas mías, que han vertido sus saberes del buen comer de familia de la Vega Baja no sólo a través de sus muchas y propias recetas personales, sino trayéndonos en el libro a otras debidas a la información, directa o recordada, de personas cuya referencia no ocultan y a las que agradecen su participación al final de su libro, diciendo que lo hacen:

“A todas las personas que generosamente nos han hecho partícipes de sus recuerdos. Cada receta trae con ella momentos únicos donde la tradición se funde con el cariño, los aromas nos llevarán de la mano a las cocinas familiares por donde alguna vez rondamos en busca de una patata frita o un trozo de bizcocho fuera de hora… Porque cocinar es amistad, cariño, familia, identidad, pueblo y paisaje.

Y con esa amistad y cariño van a referir algunas de las recetas unas señoras y algún señor, a los que no me resisto a citar aun a riesgo de haberme podido dejar alguno, por lo que pido anticipadas disculpas. Así, nos dirán que algunas serán recetas suministradas o recordadas de antiguo por doña Carmen Olmedo, nieta de doña Teresa Gea; doña María Guilabert, don Gaspar Poveda, doña Concepción Ballesteros Meseguer, doña Petra, doña Julia Martínez Moscardó, doña Blanca López de La Carrizosa, doña Fina Marcos, doña Conchita Botella Ballesteros, doña María García Hernández, doña Juana Sánchez Barcala, doña Carmelina Vera y su sobrina doña Conchita Vera Vera, doña Rosario Herrero, abuelita Charín, doña Antonia García Rubio, doña Conchita Botella Guillen, doña María Martínez Arenas, doña María Teresa Wandosell, doña Loles Botella Botella, doña Maruja Valero, doña Norma Torregrosa y su hija Nuria Giménez, doña Dolores Coy, doña Pilar Marín de San Isidro, doña Teresa García de Desamparados, doña Josefa Brotóns y sus hijas Pura y Carmencica, doña Paloma Manzanares Salavert, doña María Teresa Girona de Daya Nueva, doña Cecilia Sala, doña María Teresa Meseguer, doña Josefina Ros, doña Ángela Infante Gandarias, doña María Tere Bas Correas, doña Inma Pérez García, don José Antonio Gea, doña Laura Mínguez Valdés, y doña Encarna Bernabé de Rodes.

Y así en el comienzo del libro, se nos dirá que el mismo está dedicado,

A los que nos educaron en el glorioso arte de los fogones.

Pero vayamos por partes. Julia Valoria Martínez, mi prima Julia, no sólo guisa, sino que es guía de visitas culinarias y pasteleras, escribe cuentos, sabe de toda clase de música clásica de los cinco continentes y posee como titular una gloriosa farmacia en Torrevieja, tan “blanca de sal y morena de soles”. Y es que su abuela, Julia Moscardó, nació entre sus brisas marineras y así, contando con tierra y mar, nos dice en el prólogo:

“Orihuela es una ciudad pequeña, con el corazón partido entre la costa y la sierra debido a que su término municipal es uno de los más amplios de España; en épocas pasadas fue aún más grande, pues ocupaba casi la totalidad de la Vega Baja del Segura, rio que conoció tiempos mejores de caudal generoso, que fue el padre que engendró la huerta, nuestra madre, fuente de riqueza y bienestar”.

¿Cabe mayor elogio de un pueblo que se acuesta al borde de la falda del monte de La Muela y cuya Vega, desde el balcón del Seminario de San Miguel, se puede ver armoniosa y verde y al final, al fondo de nuestra vista, un color azul de mar que anuncia una costa mediterránea fulgurante?

Y nos sigue diciendo Julia Valoria:

“Con esta obra deseamos transmitir al lector algo de luz de sol, de cielos azules, de verdes veredas, de soles de invierno, de jardines comestibles, de gentes amables haciendo tertulia alrededor de una ensalada de apio, escarola y alcachofas o de una taza de caldo con pelota. Todo ello recoge y simboliza de alguna manera la esencia de lo que somos o de lo que aspiramos a ser: naturales, sanos y confortadores cuando hace frío. Esperamos que usted, con ese trabajo, también participe de la salud y felicidad que ambiente este proporciona”.

Y así, Julia, con su entrada luminosa, rompe el cierre del libro y con su apertura nos lo deja ver en el que con una relación y mapa incluido nos refiere los municipios que constituyen la comarca de la Vega Baja del Segura y las pedanías del municipio de Orihuela y que, iluminado con unas soberbias fotografías llenas de amables recuerdos, dará paso a las autoras del libro, ella incluida, a que lo convierten en un recetario detallado y en el que nos va describiendo una gran cantidad de las recetas, divididas por sus tiempos: primavera y sus guisos de Cuaresma y Pascua; verano, otoño, e invierno con el cocido con pelotas y los aprovechamientos, y terminando con postres, dulces y golosinas.

Y todas, una tras otra, nos aparecerán de la mano de Conchita Botella Ballesteros, Conchita Botella Guillen y Julia Valoria Martínez, con toda precisión y detalle: “Ingredientes para cuatro personas…”, “Procedimiento…”.

He contado un total de 190 recetas, una más o una menos. Pero ese es el resultado. Y claro, no me voy a detener en ninguna de ellas ni elegir la que prefiero, porque quiero que lean el libro y, si quieren saber la receta del arroz “clarico” para cuatro personas, pues, ¡hala!, ¡al libro!, que si la aplican como dicen las chicas de Botella Ballesteros y de Botella Guillen y de Valoria Martínez Moscardó, les saldrá estupendo. No lo duden. 

Y ahora permítanme que pare de contarles más sobre las cosas de comer, pues es buena hora para hacerlo, y les dejo con mi cariñoso saludo en estas vísperas del verano de 2025 donde nos espera el mar y el sabor de esos arroces del mar o la montaña tan estupendos que se comen en la Vega Baja del Segura, tan bien explicados por sus autoras. 

Julio Calvet Botella

Magistrado y escritor. Colaborador de la APPA.

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