Fue la otra tarde, en la Casa de los Caracoles, en Castellón, durante el evento «Periodismo y Libertad» que contó con la presencia del periodista Vicente Vallés. El acto transcurrió con gran éxito, ante un público formado por estudiantes de Periodismo, profesionales de medios y personas interesadas en escuchar al director del informativo de la noche de Antena 3. Tanto Susana Fabregat, delegada de la Generalitat Valenciana en Castellón, como Encarna Ferrer e Inma Guilló cuidaron cada detalle para que todo saliera a la perfección. Y así fue.
Vicente Vallés compartió su visión sobre la situación actual del periodismo en medio de esta tormenta política, mediática y de crispación general que vivimos. Tras su intervención, llegó el turno del público, que comenzó a hacerle preguntas. La primera: ¿Cuál ha sido la noticia que más le ha costado dar? Su respuesta fue inmediata. Fue uno de los primeros en informar sobre los atentados del 11M. Vivía cerca de una de las estaciones atacadas y escuchó en persona las explosiones: cuatro detonaciones estremecieron los edificios como si un pequeño terremoto los sacudiera.
Después le preguntaron cuál había sido la noticia que más le había impactado positivamente. Aquí recordó una entrevista que realizó hace años a uno de los supervivientes del trágico accidente aéreo de los Andes: Fernando Parrado. En esa conversación, Vicente le preguntó cuál había sido la lección más importante que extrajo de aquella terrible experiencia. Nando Parrado no dudó: cuando se reencontró con su padre, que no viajaba en el avión (a diferencia de su madre, quien sí falleció en el accidente), este le dio un consejo que marcó su vida:
«Hijo, que esto que has vivido no sea lo más importante de tu vida».
En ese instante del evento se produjo algo especial. Una chispa de magia, ese tipo de momentos que a veces nos regala la vida: cuando encontramos el mensaje oculto del libro en una frase, cuando entendemos el sentido de una mirada de amor, cuando nace un hijo o cuando nos despedimos de un ser querido. Fue un instante de silencio, de claridad, de comprensión profunda. Al menos así lo sentí yo. Y creo que ese mensaje, esa sabiduría sencilla y contundente de un padre, justificaba todo el esfuerzo de organizar, imaginar y llevar a cabo actos como este, donde las personas se encuentran, comparten y aprenden unas de otras.

El consejo de un padre. No hay nada mejor. Tener a un padre que pueda darte esos consejos es como tener la experiencia misma a tu lado. Y si ya no está, al menos conservar el recuerdo de lo que nos enseñó con su ejemplo.
Hace poco, mi buen amigo Benito Zuazu, de la Asociación de Familias Numerosas, me envió un artículo que coincidía, curiosamente, con este mismo tema: el papel de la paternidad en la sociedad actual. A veces confundido, a veces incluso menospreciado, pero, en mi opinión, invencible ante modas pasajeras, ideologías impuestas o intentos de manipulación del pensamiento. El papel del padre sigue siendo esencial en la educación, en el presente y en el futuro de la familia, y por tanto, en la formación de las nuevas generaciones. Y creo que, en el fondo, la mayoría de mujeres y hombres lo tenemos aún muy claro.
«Que esto que te ha pasado no sea lo más importante de tu vida», le dijo ese padre a su hijo de 21 años. Qué bueno.
Haciendo amigos.
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