¿Por qué a algunos hombres les encanta quitarse la camiseta? Un artículo del año pasado del suplemento Icon del periódico El País abordaba este hábito, cada vez más usual, cuando los hombres lo hacemos frente a un episodio veraniego como la asistencia a un congreso o el montaje de la tienda de campaña en un camping. Empieza el calor y es fácil que localicemos situaciones similares en nuestro entorno. Pasear o ir corriendo por la ciudad también puede ofrecernos paisajes de torsos desnudos donde quien dedica varias horas al día durante todo el año a trabajarse el cuerpo en un gimnasio ofrece sin pudor y con orgullo sus resultados. Francamente, es difícil encontrar a alguien sin la prenda de ropa superior si no se siente orgulloso de su abdomen. Incluso, en fiestas nocturnas como en discotecas o similares, algunos optan por este medio desnudo en su momento de euforia incrementado por el efecto de la música y del alcohol ingerido. En otras ocasiones no hay pretexto aparente, sino un deseo de reconocimiento, con sus músculos aderezados de batidos de proteínas, desde una infancia en la que pasaban desapercibidos. Se busca una autenticación, una visibilidad en situaciones en las que no hay conversación ni contacto personal, sino una exposición superficial que busca llamar la atención.
Que algunas personas del entorno puedan sentirse molestas es un hecho probable, más si el contexto no justifica esta exhibición. Porque en cualquier trabajo de exposición al sol, la prenda superior protege de la insolación y además es un buen absorbente del sudor producido. En estas situaciones laborales, además de las propias reglamentaciones de las empresas correspondientes, no se muestra con orgullo lo que hay debajo de la camiseta, todo lo contrario, se asume con resignación una dedicación no siempre agradable para el resto del colectivo. En los casos dentro del tiempo de ocio, quitarse esta pieza de ropa puede provocar la percepción de una falta de decoro. Así, algunos restaurantes veraniegos prohíben esta costumbre masculina. Algunas personas también pueden sentirse incómodas porque existe una desigualdad de género: las mujeres no pueden hacerlo. Ver el cuerpo desnudo en parte puede provocar que alguien se sienta invadido, de manera que esa persona esté imponiendo su presencia física o su cuerpo de forma poco considerada con los demás. Más todavía si la acción se percibe como una forma de llamar la atención o de presumir, de manera que, en ciertos contextos, quitarse la camiseta puede leerse como una demostración de poder o de masculinidad forzada. De esta manera, las personas criadas con valores más conservadores pueden ver esta conducta como impropia, incluso si no hay mala intención.
Conozco hombres que no dudarían, en una fiesta veraniega con otros amigos, quitarse la camiseta en grupo mientras que critican o se sienten incómodos si es una mujer quien lo hace. Incluso comentan despectivamente si una de ellas no lleva sujetador y, con una camiseta de tirantes, se le pueden entrever sus pechos. Entienden que ella está provocando mientras que su acción es normal, o sea, que no molesta a nadie. Todo ello porque en nuestra sociedad seguimos aplicando una cosificación en las mujeres, mientras que en los hombres es un símbolo de fortaleza y de liderazgo. Ellas buscan al macho, ellos afirman lo que son. Una distorsión, pues, que impide la libre disposición de la vestimenta en cada uno de nosotros. Observad también en ámbitos nudistas como piscinas privadas o playas donde se permite estar sin bañador, donde ellos no llevan absolutamente nada y ellas optan por mantener escondidos sus genitales. Los miembros viriles son vistos con más normalidad que los femeninos. Una concepción desviada de lo que tendría que suponerse en colectivos más permisivos y no tan sujetos a las normas tradicionales. La historia de la literatura nos ofrece más ejemplos de machos que exhiben su cuerpo como el personaje de El gran Gatsby (1925) de F. Scott Fitzgerald, Tom Buchanan. Así, ofrece distintas escenas medio desnudo, enfatizando su fuerza bruta. Un caso similar encontramos en American Psycho (1991) de Bret Easton Ellis, donde el protagonista, Patrick Bateman, es un yuppie narcisista obsesionado con su cuerpo que se quita la camiseta para mostrar su físico, como parte de su identidad psicopática y superficial.
Si despojáramos el hecho de quitase la ropa como un hecho normal y sin connotaciones psicológicas, fomentaríamos, sin ninguna duda, una disposición libre de nuestras conductas, donde la extracción de nuestras prendas obedeciera al motivo sencillo de librarse del calor o de sentirnos mejor con nosotros mismos. Un ideal que, con la tendencia a la cosificación y a la represión de los individuos –especialmente de las mujeres–, parece ser imposible. De esta manera, como especie animal que somos, dejaríamos de promover distorsiones y agresiones a los otros, sea cual sea nuestro estado físico. Así podríamos entender las explicaciones del antropólogo francés Georges Bataille quien escribía en El erotismo (1957) que, “el cuerpo, por sí mismo, no es erótico: es la cultura quien le da ese valor”. Por una sociedad sin prejuicios, donde el narcisismo ni cualquier otra distorsión no frene nuestras acciones de libertad y de bienestar.
Imagen: www.depositphotos.com
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