En las familias numerosas, últimamente, la vida familiar ha dado un giro que ni los abuelos logran entender. Uno de los grandes culpables es el reloj. Los padres pasan al menos —sino más— 7 horas y media al día fuera de casa, cumpliendo religiosamente con su jornada laboral. Esta prolongada ausencia distorsiona la vida familiar, convirtiendo el hogar en una especie de estación de paso. El tiempo en familia se reduce a conversaciones entre bostezos y abrazos con sabor a café. Y así, mientras los padres trabajan, la casa sobrevive…
Hace unos años existía “el niño llave”, llegaba a casa con la llave colgando del cuello, iba a por la merienda ya preparada y a ver los dibujos… Hoy esto es impensable, no porque no nos fiemos, sino porque sería una temeridad hacerlo ya que vemos las cosas que pasan. ¡Cómo éramos antes! ¡Mare meua!. Seguimos buscando soluciones y aparecieron las “horas extraescolares”, jornadas casi interminables para los niños para que los padres los pudieran recoger al salir de trabajar; o los llamados «canguros», quedando los menores a cargo de personas ajenas.
Y por fin llegamos a la mejor solución, esa con la que solo algunos afortunados cuentan: los abuelos. Para los traslados, para la merienda o si no, la cena y hasta para las consultas médicas. Y es el motivo de este artículo, hacer una apología de la figura e importancia DE LOS ABUELOS en la familia. En mi casa —bueno en la de mi mujer, según reza el baldosín de entrada a la misma—, somos los abuelos ya que somos de Madrid y los otros, que son andaluces, castellonenses y del algún lugar más que no me acuerdo, son «los yayos», y oye, ¡no se equivocan cuando nos llaman!
Pero sigamos desgranando la figura de los abuelos o yayos. Tenemos cuatro nietos/a, dos en el cielo, y debo decir, que sentimos adoración por ellos. Las estanterías donde antes estaban las fotos de los hijos se van rejuntando, para dejar su propio sitio a la de los nietos. Cuando me fijo en mis nietos, estoy viendo a mis hijos, a mis padres, a mis hermanas, se podría decir que soy “inmortal” y sonrío. Llegar a ser abuelo es, como decían los griegos, alcanzar el máximo en la vida, “la plenitud”, y razón no les falta. Aunque las fuerzas ya no acompañen, vale tremendamente la pena.

Cierto es que los abuelos vivimos en un “ay” casi continuo, pero me doy cuenta que la inversión que hicimos mi mujer y yo ha dado resultado. Ahora recogemos los réditos cuando compartimos la comprensión con un hijo/a al que antes chillábamos porque era un desordenado y ahora es él/ella el que lo hace; cuando no pierden la paciencia con nosotros y nos ayudan, nos repiten las cosas y nos sentimos queridos de una forma tierna, como cuando ellos eran los pequeños….
Los abuelos somos auténticas máquinas de recordar y en las comidas familiares en cuanto les cuento y les contaré anécdotas de su padre o su madre según sea el caso y las sobremesas se convierten en tertulias donde uno de los platos que más abunda es la felicidad en familia. También es cierto que nos volvemos blandos y a veces se me humedece la mirada cuando veo un video, una foto…. Y aún así, los nietos son el antídoto a la tristeza, por eso son niños y piden como niños: «Abuelo sigue contando más cosas de papá…».
Como veis, llegar a ser abuelo es un estadio nuevo, en el que debemos aprender a “malcriar” profesionalmente, porque no tenemos que dar cuenta a nadie de nuestras acciones con nuestros nietos. Nuestra memoria nos hace recordar que algunas de las gracias que hago a mis nietos ya las hice con mis hijos y sigo disfrutando de ellas, mientras sonrío a mi mujer.
¡Qué decir de la comida de la abuela o del “arros “del abuelo! Tienen sabor especial que nadie más puede lograr.
Los jóvenes que no tenéis abuelos, buscaos uno. Hay gente mayor muy sola que os está esperando. Hay una asociación que se denomina “Adopta a un abuelo”, buscadla en Internet, porque los abuelos huelen siempre a abuelo, son así y vale la pena, ya que el que tiene un abuelo está más cerca de la felicidad. Intentadlo si no los tenéis y, si los tenéis, cuidadlos como el tesoro que son.
Benito Zuazu
Imagen de www.depositphotos.com












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