Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Palabreando

Bodeando

Imagen generada con ChatGPT.

Sí, estuve de boda, y no era la mía, con lo que siempre estoy con la intriga y la emoción de que, en algún momento, alguno de los dos dirá que no, pero sólo para poderlo contar, porque no sea lo previsible, lo de siempre, lo de qué bonito, que se besen, que se besen y todo lo demás, arroz incluido. Uno es de detalles, vamos de los que se fija en todo, pero por deformación profesional, para escribir.

Ahora todo está muy americanizado, muy rollo peli con césped, arco y las sillas colocadas con hueco en el centro para que avancen los novios como si estuviéramos en Miami, me refiero a las bodas civiles —las de por la iglesia son otro cantar—. El caso es que en estas bodas al aire libre con drones haciendo fotos —que uno ya no sabe por qué lado le están grabando, antes veías venir al fotógrafo y posabas, ahora ya no sabes si estás rodando y que es difícil posar para un dron, ¿cómo se posa mirando hacia arriba? Está claro que con cara de a lo mejor me caga una paloma. Lo dicho, detalles.

En este tipo de bodas no falta el de la música, el que crea ambiente, el que en teoría conspira con la pareja para ver qué canciones se ponen, en qué orden y en qué momento estelar para crear emoción, llanto, ternura, calidez y un montón de adjetivos de esos de amor verdadero. Pero claro, la peña al final pica y, sin saberlo, bendita inocencia, si ya te vas a casar pues que le tiran para el momento crucial a la canción de Titanic. A ver, una canción que representa una película muy chula pero que, en resumidas cuentas, es un naufragio donde el novio muere congelado porque la chica no se hace a un lado —o ponte encima o debajo de mí y nos damos calor—. No, él muere, el Leo, todo el mundo mundial sabe la historia. Leo muere congelado. A ver, que si vas a ver la última de Tom Cruise, que se echa en calzones al fondo del mar del Polo Norte, helado, y sube ciento cincuenta metros a pulmón, pues la verdad Leo, eres un poco acabado, no hay color. Tú la palmas en el Atlántico y con ropa y el Cruise sale como si nada de un mar congelado. Bueno, siempre habrá clases, pero Kate podrías habértelo echado encima y un abrazo en según qué momentos no viene nada mal.

Escena de la película Titanic.

El caso es que se eligió la canción de Titanic. A ver, eso ya indica o frío, o hundimiento sí o sí a la larga en cuanto zarpe el barco, y eso estando ahí cualquier canción del repertorio de Luis Miguel. Bueno cada cual elige su destino.

Pero venga, pasando por alto el próximo naufragio del momento, uno se mimetiza con el ambiente. Soy de los que dice que si te han invitado, aunque no puedas comer de casi nada, el caso es pasarlo lo mejor posible. Y allá vas. Y las bodas, cómo no, pasan por fases como en un concurso de la tele, y la primera es el cóctel donde no sirven tortilla, ni jamón, ni salchichón, porque aunque a la peña le mole, no queda chic. Masterchef ha hecho mucho daño a la gastronomía de estar por casa. Y claro, hay cosas como gyoza de verdura frita con soja dulce, ensaladilla de anguila ahumada y tobiko, brocheta teriyaki y cosas de esas que realmente, menos para la peña que le gusta decir que han estado en tropecientos restaurantes guía Michelín y van de gourmets, pues a la peña de estar por casa, pues como que ves pasar las bandejas. Luego, si encima tienes intolerancias, pues olvídate, que sí, que estará todo muy bueno, pero que luego está la cena. Siempre el menú infantil es el bueno: nuggets, patatas fritas y hamburguesa. Para el resto, esos platos con carne a la que le ponen chocolate, pescado con salsas que bueno, me da igual que sea una merluza o un salmón, porque sólo me sabe a no sé muy bien qué. Pero que uno habla desde la ignorancia, que preguntó y ya le espetaron: «es que como tú no vas a comer a sitios con estrella». Pues bueno, pues uno pidió una hamburguesa pero que no llevara leche, le dijeron que no, pero sí. Quizá lactosa, o vete a saber. Pero que lo dicho, uno va a pasárselo bien independientemente del menú, aunque haya mucho pijo que sea capaz hasta de poder opinar tanto de la comida como del vino, que parece que enólogos salen de debajo de las piedras.

Si es que al final aquí todo el mundo sabe de todo y más. Pero los que sí saben, y mucho, son los amigos de lo ajeno que entraron a robarle a los bomberos de la Playa de San Juan un mogollón de herramientas mientras estos estaban en la planta superior y se ve que no escucharon nada. Que claro, a lo mejor alguno necesita audífonos, que de hecho ha salido una noticia que dice que cada vez hay más sordos pero que como eso generará mucha pasta para Sanidad, pues nada, mejor hacerse el sordo que confirmarlo, que cada vez que sale un profesional, médico o supuesto médico o supuesto profesional, hablando de dinero en lugar de salud pues ya dice mucho por dónde van los tiros. Que, en verdad, lo que realmente importa es que la pela es la pela. Sí que dicen también que la sordera y el Alzheimer pueden tener algo de relación, por lo que personas como yo, pues en dos días nos olvidaremos de un montón de cosas, supuestamente. Pero bueno, hay personas que nacen sordas y no creo que por ello tangan Alzheimer. No sé, a veces no sabes si dicen las cosas con conocimiento de causa, con supuesto conocimiento de causa, porque es un negocio en potencia —valen un dineral— y meter miedo es un mal habitual para crear psicosis y respuesta —todos al otorrino— o si realmente está todo contrastado. Ahora están saliendo noticias de que el que se vacunó en la pandemia tiene un montón de riesgos pero que cada uno aguante su vela, que si te vacunaste fue porque quisiste y no porque te metiéramos el terror en el cuerpo hasta el punto de no dejarte circular por casi ningún lado. Lo dicho, en manos de genios o de estúpidos o de interesados.

Pero bueno, salvo la lluvia del viernes que estropeó un montón de excursiones de fin de curso, el sol está brillando en la ciudad, pero que eso no es cuestión para que el Ayuntamiento permita abrir comercios en zonas inundables de la ciudad. Que sí, que volvemos al principio, a lo del Titanic, que aquí cuando llueve lo hace sin conocimiento de causa y en un plis plas te lo inunda todo, que está muy bien eso de dar licencias para abrir comercios, todo lo que sea ayuda para el pequeño comerciante es genial, pero con cabeza, que la peli de Aquaman está muy chula, pero no es cuestión de que vayamos a comprar vestidos de buzos por si las moscas, que ya me veo pidiendo a Barcala patinetes con escafandra para la tercera edad.

Y en la parte cultural, el sábado en la  librería Pynchon, la maravillosa Esther Peces hizo una presentación de sus dos premiadas obras ilustradas Oso y yo y Mi librería y yo, exquisitas ambas con un fondo tanto moral como educativo precioso. Luego realizó un taller para los más pequeños firmando libros a modo de dibujos personalizados. Una gran artista que ya está dando mucho que hablar.

Terminó el Festival de Cine, seguí sin poder conseguir entradas para poder acudir al acto, con lo que tampoco puedo contarles nada, a ver si el año que viene hay más suerte.

Peli: Misión imposible, sentencia final, acción sin límite y acto final para una saga que comenzó a finales de los 90 del siglo pasado.

Libro recomendado: Oso y yo y Mi librería y yo, de Esther Peces.

En fin, que ustedes lo lean, lo pasen y  lo paseen bien.

Bruno Francés Giménez

Escritor de serie B.

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