Tierra de luz y alegría.
Mi padre, Santiago Picatoste, siempre me contaba que el primer verano que pasó en Benidorm se quedó a dormir en la Pensión Don Jaime, única de aquel pueblecito de pescadores, y que le dieron un candil para pasear por la noche por la playa de Levante. Recordé muchos años esta historia cada vez que llegaba por la Avda. de Europa y, a la altura del edificio Cervantes, veía el cartel de SANTIAGO. Con su naranjita de símbolo.
Otro recuerdo de niño es ir por la Nacional 332 desde Alicante y pasar horas para cruzar Villajoyosa en un atasco de esos épicos de verano, a pleno sol, en coches sin aire acondicionado. También mi padre nos contaba la leyenda del Puig Campana, que le faltaba un pedazo de la patada que le dio el demonio al no poder con la fe y la bondad de la gente de Benidorm, y que ese cacho de montaña acabó siendo la isla (de los periodistas), esa estampa de postal del turismo de la playa más famosa de Benidorm. Sé que hay otras leyendas de este tema, esta es la mía.
Me encantó trabajar en la época dorada de la promoción turística con personas tan inteligentes y originales como el diseñador Ale Guijarro, con quien colaboramos muchos años en sus increíbles trabajos de stands en Fitur, ITB, expovacaciones, WTM , etc.

Y como el mejor conversador que he conocido, Roc Gregori, que creo que era de Alfás, pero que trabajó siempre para Benidorm y para Turisme de Generalitat allá donde estuviera. Un gran hombre Roc. Una persona que me dio una de las claves de estar en la vida pública: Roc decía que te puedes dejar la piel en tu empeño pero que, si no haces nada, da igual. Eso era porque trabajaba como una bestia y veía que otros se amagaban y ocultaban y no pasaba nada. Eso le decepcionaba. Los echo de menos a los dos muy a menudo.

Benidorm también es para mí muchas risas con el inefable Luis Colombo, incansable cineasta y coleccionista con quien no puedes parar de reír y que se sabe todos los secretos del poble.

Con todo ello. no es extraño que me encante Benidorm, que siempre defienda su modelo y que vea las virtudes por encima de la facilona crítica del ignorante. Haciendo amigos.
Y es que es una suerte y una gran oportunidad tener en esta provincia un lugar que atrae inversiones por sí mismo, un sitio donde no hace falta ni ponerse de acuerdo, que funciona solo, con un entorno espectacular y que ha creado una comarca cosmopolita y única. Todo ello sin aeropuerto, sin puerto, sin tren (Tram aparte, molaba el limón exprés), con conexiones escasas y con espacio bastante limitado.
Me encanta ir en invierno y en otoño y ver ese ambiente siempre divertido y sorprendente, que muchas veces anticipa lo que viene. Estoy en un momento además en el que empiezo un proyecto que tendrá Benidorm como uno de sus ejes y que me hará ir más. Yo encantado, me quedan amigos allí.
Benidorm, Benidorm, Benidorm. Si alguna vez yo me pierdo, que me busquen en Benidorm.
Comentar