Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

¡Sargento, mande firmes!

Gan Pampols en imagen de archivo (Fuente: YouTube de RTVE).

Primero fue un torero para las cosas de la cultura, ahora un militar para reconstruir puentes, carreteras, casas, servicios varios. ¿Y mañana? Mañana, Dios dirá. A fuerza de golpes, así uno se acostumbra y ya casi no va quedando sitio para el asombro. El chascarrillo ocupa el lugar de las ideas y las ocurrencias, parece, acaban por convertirse en una forma de gobierno. Quizás solo se trate de eso y no nos habíamos dado cuenta. De que el proyecto político del innombrable es escalar en la escaleta de la pura extravagancia, de lo nunca antes visto. De que por mucha que sea la vergüenza, siempre hay un estrambote más que recorrer, aunque amenace el precipicio.

De la corta carrera y herencia del torero vicepresidente, apenas un año, ya tenemos datos y hechos que corroboran la faena y muestran el daguerrotipo. Gestión más bien escasa, casi ninguna, aunque eso sí, unas pocas corridas de más y algunos conciertos, bibliotecas, asociaciones culturales de menos, que no era cuestión de desperdiciar la oportunidad.

Del militar retirado de ahora nombrado también vicepresidente, Francisco Gan Pampols, general en excedencia y con un vasto currículo en misiones de paz en el extranjero, hombre del que son muchos los que hablan bien y al que otros desean suerte en su desempeño, porque —dicen— su éxito será el de todos, solo queda ver, observar y analizar su desempeño, su eficacia, su trabajo y su obra, ver si lo que tuvo éxito en el escenario de una guerra lo tiene también aquí. Tiempo habrá para dar opinión y hacer balance.

Pero, para abrir boca, sus primeras palabras y declaraciones —No aceptaré directrices políticas en la reconstrucción, ha ido repitiendo aquí y allá— suenan ya un tanto extrañas y anuncian tormenta, encontronazos varios. Son, acaso y si somos benevolentes, desconcertantes palabras las suyas si miramos el paisaje, no solo el de la destrucción. Y, si somos menos indulgentes, entonces puede que recuerden en demasía un tiempo donde la política era solo de unos pocos y para unos pocos, ya me entienden. Aquella noche oscura donde los toros siempre estaban al quite para el rescate de los desastres y las tragedias y que cuando había problemas de verdad, ¡y vaya si los había!, casi siempre salía alguien vestido de militar a leernos la lección.

¿Acaso —tenemos derecho a preguntarnos— puede haber reconstrucción bien hecha sin debate social y político, sin directrices políticas que enmarquen los trabajos, sus ritmos, sus objetivos si lo que se pretende es preparar el futuro y no otra tragedia? ¿Acaso alguien se imagina que las muchas y relevantes decisiones que habrá que ir tomando en los próximos años se pueden resolver mejor con las técnicas del ordeno y mando, del manual del ¡sargento, mande firmes!, del solo saber y entender de quien con éxito ha ocupado el mando avanzado de un del ejercito en posguerra?

Gan Pampols con el rey Felipe VI en imagen de archivo (Fuente: YouTube de EFE).

Acaso —y por seguir haciendo preguntas— lo que la grave situación presente obligaría no sería más bien, una vez la vuelta a una cierta normalidad, aperturar grandes debates sobre territorio, urbanismo, cambio climático, inundabilidad, etc., y donde las voces principales sean las de urbanistas, ingenieros, sociólogos, economistas, geógrafos, gente así. Si Pampols logra rodearse y escuchar a especialistas como éstos, ser un director de orquesta, su carácter militar pasará a segundo plano, pero si no fuera de caminar por ahí no es descartable que tal y como ha venido se vaya, dando un portazo contra los políticos y la política. ¿Y entonces?

Que nos digan y nos insistan que la zona cero es lo más parecido a un zona de guerra puede ser un consuelo para incautos, pero encierra sus peligros. Aunque sirva como metáfora periodística, quizás no deberíamos deslizarnos por esa corriente. ¿Quiénes son aquí los contendientes, cuáles las banderas, cuáles los ejércitos enfrentados? Es, entonces imaginable que la realidad de formar parte de un gobierno político, de un Consell político, de tener que someter sus decisiones a debates y acuerdos, le harán matizar al general sus ideas previas de no-aceptar-interferencias-políticas, pero si no ocurriese el conflicto parece servido incluso antes de empezar.

El chiste, si no fuera porque estamos hablando de más de doscientas vidas perdidas entre el barro y la impotencia, de cientos de miles de víctimas, de miles de vidas truncadas, sería entonces demasiado fácil. Ya saben, con sus diferentes variantes, circula estos días por internet. Después del torero y del militar… ¿qué? Muchos dirán, pensarán, que no es posible que la deriva llegue a tanto, que hay límites, fronteras, cabezas pensantes en la Comunidad Valenciana que nos ahorrarán seguir deslizándonos por la pendiente del ridículo, que impedirán que, otra vez, vuelva la sensación de un cierto hazmerreir nacional al que nos habíamos desacostumbrado.

Pero, quizás, no deberíamos estar tan seguros, confiados. Si quien aún tiene que decidir ya fue capaz de poner la cultura en manos de un torero retirado, si ahora ha rendido armas a un general para esconderse tras sus medallas y su vasto currículo por si la cosa de la reconstrucción y la retirada del barro no va por donde debiera, qué impiden nuevos pasos en la dirección del esperpento. Abandonadas mentes, cuerpos y haciendas ya solo quedaría el cuidado y pastoreo de las almas. Y ahí, quién mejor que un obispo. O un cura. Suena a chiste, a meme de temporada, lo sé. Y quizás lo sería si no viniésemos ya de donde venimos.

Pepe López

Periodista.

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    • Por su reiterado, y valorado prestigio internacional, sentido del deber y de servicio público, además de su inteligente eficiencia en misiones en diferentes zonas del mundo, coincido contigo, Julián, el general elegido vale más para la reconstrucción por las inundaciones que mil políticos en su ineptitud casi permanente como siguen evidenciando por su lentitud en la ejecución de las soluciones que con urgencia,
      sin llegar un mes después de las inundaciones y las muertes,
      requieren y merecen las familias, empresas, trabajadores y cientos de miles de afectados…