De origen indoeuropeo, el mundo Celta es diverso según la región de asentamiento de estos pobladores procedentes de Centro Europa. En Cantabria, por las crónicas de la historiografía romana, los cántabros eran la gente que habitaba en las peñas, si bien hay castros cerca del mar. Los cántabros eran guerreros corpulentos y muy temidos por los legionarios romanos.
Si nos remontamos a la Edad del Hierro, gracias a los vestigios arqueológicos y las investigaciones en las universidades, sabemos hoy que la Península Ibérica estaba poblada por dos grandes grupos dominantes: Íberos y Celtas.
Los Íberos controlaban por completo la zona de Andalucía y del Mediterráneo. Se cree que esta civilización descendía de los pueblos norteafricanos o mediterráneos. Su nivel cultural era increíblemente avanzado para su época. Comerciaban con otras grandes culturas como los griegos y cartagineses. Eran la antítesis del otro pueblo dominante en la península ibérica: los Celtas.
Migración de Centro Europa
Las tribus Celtas procedían del centro de Europa y convivían integrados con las etnias ibéricas. Ocupaban la zona de la Meseta Central, el Norte y Occidente de la Península Ibérica. Era evidente, por la gran cantidad de terrenos que ocuparon, que se trataba de poblaciones formadas por gente guerrera, sin comparación alguna con los poblados de los íberos cultural y comercialmente más avanzados.
Siempre se ha creído que todos los pueblos del Norte de la Península bien descendían o formaban parte del grupo de los Celtas. Galaicos y Astures poseen unas raíces muy definidas con este pueblo Celta, pero el caso cántabro es diferente. Se cree, por varios motivos que la influencia Celta no fue tan constante en el Cantábrico Oriental (Cantabria y País Vasco). Un ejemplo claro es la conservación de la lengua vasca, ya que si el dominio de los celtas hubiese sido completo muy posiblemente hubiese desaparecido o estuviese en mayor desuso.
Fusión de Íberos, Ligures y Celtas
Fuentes historiográficas antiguas cuentan que el pueblo Cántabro es el resultado de la fusión de los pueblos indígenas del lugar (íberos o ligures) con los celtas hacia el siglo VIII a.C. En los últimos 75 años se ha investigado y publicado mucho sobre los orígenes de los Cántabros, porque tener tan sólo en cuenta la anterior teoría nos podría conducir a grave error.
Uno de los primeros estudios que se realizaron para determinar la lengua de los antiguos cántabros fue el realizado por Antonio Tovar en 1955. Las conclusiones indican que su lengua era claramente del estilo indoeuropeo (celta y antiguo europeo precelta). Contemporáneos como Joaquín González Echegaray y Eduardo Perarta confirman el carácter indoeuropeo céltico de esta lengua.
Habitante de las peñas
Muy a tener en cuenta es que el mismo término cántabros está formado por la raíz celta «kant-» (roca, piedra, peñasco) y el sufijo «abr-«, muy comunes en las lenguas indoeuropeas. La conjunción del mismo significa algo así como “pueblo/tribu que habita en las peñas” o “montañeses”. Los nombres de las tribus pobladoras de la antigua Cantabria poseen raíces comunes del celta: la tribu de los orgenomescos, compuesto por «org-no-» y «mesk–«. El sufijo significa “matar, destruir”, mientras que el prefijo alude a la “embriaguez” o borrachera. El resultado de su unión nos llevaría a la frase «los que se embriagan con la matanza».
Adolf Shulten, en su libro Cántabros y Astures y su guerra contra Roma sostiene que el pueblo cántabro era céltico dominado por una élite ibérica. Esta afirmación está basada en datos y pruebas bastante dudosas, como el hecho de que utilizaran la falcata (espada) en sus disputas contra Roma. Arma de origen ibérico, aunque ello no significa que por utilizarla en el Norte perteneciese a la cultura Íbera. De hecho, el historiador Fernando Quesada Sanz argumenta en sus publicaciones que ninguna prueba arqueológica existe que demuestre que el uso del arma, de origen íbero, estuviese extendido en la zona cantábrica.
Por último, otro argumento que apoya el origen indoeuropeo celta de los cántabros es que en las crónicas aparecen luchando al lado de pueblos como los vacceos (celtas) o los aquitanos (indoeuropeos), mientras que los autrigones y berones apoyaron siempre a las legiones de Roma.
Guerreros corpulentos
Las costumbres de las tribus cántabras iban muy relacionadas con las guerras y enfrentamientos. Los diferentes pobladores tenían lazos de afinidad en su manera de actuar, pero siempre manteniendo una distancia político-social que al final sería muy perjudicial en las Guerras Cántabras. Los cántabros se organizaban en tribus y clanes.
Los antiguos cántabros vivían en la zona Sur de lo que hoy es Cantabria. Porque el clima era en el Sur menos riguroso y sus montes menos escarpados. Sin embargo, se han encontrado también asentamientos próximos al mar: Castilnegro (Peña Cabarga), Peña Sámano (Castro Urdiales) o La Garma (Omoño).
Las mujeres eran las encargadas de los cultivos y de la gestión del terreno, mientras que el hombre se dedicaba a la caza y a la guerra.
La descripción del cántabro modelo era de un hombre fuerte y fornido, siendo una de las definiciones más curiosas la del poeta Silo Itálico, el cual hace referencia a un grupo militar cántabro dentro de las Guerras Púnicas, cómo no, englobados en el bando de Aníbal.
Juegos militares
El miembro más destacado de la milicia celta se llamaba Laro del que se decía: «El cántabro Laro, aún desprovisto de dardos seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y su gran corpulencia«.
Se sabe que dormían en el suelo, que se bañaban con agua fría y que comían una sola vez al día de manera abundante. Eran gente aficionada a los bailes, los juegos atléticos y militares. Por desgracia para ellos se dice que sus conocimientos sobre medicina eran muy precarios. Trasladaban a sus enfermos a los caminos con el fin de que alguien que pasara por allí pudiera auxiliarle. En las crónicas de los historiadores romanos se indica que las bárbaras costumbres del pueblo celta eran la consecuencia su carácter guerrero, la incomunicación de sus tierras y a la dureza del clima.
Desde Castro Urdiales
Aquí en Castro Urdiales, lejos del cálido Mediterráneo, comparto contigo desde finales de julio, en vuelo apacible sobre el fértil verdor montañés, fecundo como oleaje del mar Cantábrico, en mi nueva vida en esta vida… Pensamientos osados y acciones valientes son la eterna felicidad, si tu corazón late y vive en la esperanza. Porque mi alma siente que existe la amistad y el amor. Pero ni los llames ni los busques, te encontrarán. Y cuando lleguen a tu vida, si ven que dudas, se marcharán. Si actúas con valentía: amistad y amor compartirás en compañía. Vale (cervantino).
Tus raíces son ibero-cartaginesas, como las de tu querido y admirado Cervantes, que se pasó cinco años (y no de turista) en la cartaginesa Argel. Vale. Un abrazo.
Regresara
mi alma alada
al azul sinfín,
al abrazo
Mediterráneo,
a sus noches
de lunas
y estrellas.
Año Nuevo
es vida nueva…
Un abrazo,
don Ramón Gómez Carrión