Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso Opinión

Prevenir contra la violencia de género

Escenificación de violencia contra las mujeres. Foto: Pixabay
Escenificación de violencia contra las mujeres. Foto: pixabay
Todas las iniciativas que se tomen para luchar contra la violencia de género me parecerán buenas en principio, pero hoy quiero destacar algunas que deberían considerarse como preventivas, es decir las que buscarían alertar a las mujeres contra el peligro de caer en manos de candidatos destacados a la peor violencia en un futuro más […]

Todas las iniciativas que se tomen para luchar contra la violencia de género me parecerán buenas en principio, pero hoy quiero destacar algunas que deberían considerarse como preventivas, es decir las que buscarían alertar a las mujeres contra el peligro de caer en manos de candidatos destacados a la peor violencia en un futuro más o menos lejano. Creo que es posible ejercitar un sexto sentido detector de material machista peligroso. La familia y los educadores podrían ser importantes a la hora de adoctrinar a las chicas para que estén ojo avizor detectando comportamientos peligrosos en algunos de los chicos de pandillas amigas y más cuando se empeñan en constituirse emparejados aspirando a una relación sentimental supuestamente seria y, en el fondo, puramente sexual.

Escenificación de violencia contra las mujeres. Foto: PixabayHubo un tiempo (no cualquier tiempo pasado fue mejor) en el que el noviazgo era un ejercicio prolongado de relaciones de pareja que duraban cuatro, seis u ocho años y que,  por lo general, terminaban en boda, en matrimonio para toda la vida. La cosa empezó a gafarse cuando en los años ochenta se generalizó entre los jóvenes el cambio de nomenclatura. Fueron desapareciendo las palabras ‘mi novio’ y ‘mi novia’ para ser sustituidas por ‘mi chica’ y ‘mi chico’. Al principio, las cosas cambiaron poco en el fondo, pero los años no transcurren en vano y pasaban a peor en lo que se refiere a las relaciones de pareja. La promiscuidad fue ganando terreno hasta llegar a generalizarse entre las mujeres ‘progres’ que implantaron el eslogan ‘yo con mi cuerpo hago lo que quiero’, que lo mismo se utilizaba para justificar las relaciones sexuales incontroladas que para reivindicar el aborto libre y gratuito.

La generalización del desmadre sexual acabó con lo que se denominaba (todavía ahora) el tabú del sexo, una de las banderas del feminismo despendolado. Un feminismo falso, tan falso como el homosexualismo súper desmadrado de los festeros antiestéticos del orgullo gay y y sus desfiles cutres que criticaba con acierto el fino escritor, poeta y novelista, además de político y activista, Álvaro Pombo, autoproclamado homosexual sin calificativos sexistas ridículos.

Emparejarse sin conocerse a fondo es mala cosa. Padres y educadores harán  bien  en aconsejar a los jóvenes (y jóvenas, esa es otra lacra verbal del feminismo absurdo) para no llevarse luego sorpresas de violencia y de otro tipo sobrevenidas y de las que la peor parte se la lleva, casi siempre, la mujer. No se puede trivializar con los afectos ni confundir el amor con el sexo. Dicen las encuestas que cada vez los jóvenes acceden a relaciones sexuales a edad más temprana. No es una buena noticia. Cuanto más jóvenes, menos experiencia, menos conocimiento del otro y más posibilidades de embarazos no deseados, más abortos, más fracasos de pareja y más violencia de género.

Los políticos se creen que, con poner pancartas antimachistas en los balcones de ayuntamientos y otros centros oficiales y con salir a las puertas de los edificios públicos, contribuyen a mejorar las cosas. Hace tres o cuatro días, tras el asesinato de otra mujer en la Comunidad Valenciana, el presidente Puig y sus consellers protestaban una vez más y la vicepresidenta y portavoz del Consell, Mónica Oltra, lanzaba esta consigna:”Ni un paso atrás en la lucha contra la violencia machista”. Y se quedó tan ancha, pensando que con eso ganaba votos para Compromís, su formación política, catalanista e independentista, nada amiga de la reconciliación nacional y colaboradora de la memoria partidista para hurgar en las heridas de la Guerra Civil que deberíamos cicatrizar para siempre. Háganse todas las reparaciones que hagan falta, pero no fomentemos la violencia y el enfrentamiento pues eso incluso puede, de forma indirecta, fomentar la violencia machista. ¿Tan difícil es que todos los españoles seamos hermanos? Marchemos todos juntos contra toda forma de violencia. Lo digo a sabiendas de que los políticos la van a utilizar en campaña electoral. No tenemos remedio. Como los violentos machistas. Pero ojo, jovencitas: aprended a descubrirlos, a detectarlos, antes de caer en sus redes. Prevenir, mejor que morir.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

Comentar

Click here to post a comment